Las aguas frente a las costas de Argentina albergan un fenómeno único: “ciudades flotantes” de barcos pesqueros que aprovechan la falta de legislación en aguas internacionales para depredar el ecosistema marino. En su mayoría son parte de inmensa flota pesquera china; son cientos y están operadas sin ningún tipo de supervisión o regulación en aguas internacionales, que se aprovechan de vacíos legales para pescar.
“A lo lejos estos cúmulos de luces asemejan un amanecer. De cerca parecen ciudades, cuyas luces son captadas desde satélites” dijo el 22 de mayo a Diálogo el investigador argentino Milko Schvartzman, especialista en conservación marina y pesca ilegal. “Incluso desde el espacio algunas brillan más que la ciudad de Lima”.
Estas ciudades flotantes se componen por unas 600 embarcaciones y el 80 por ciento tienen bandera china. Semejan ciudades porque utilizan una gran cantidad de luces para atraer el plancton, que es el principal alimento de los calamares, especie que en su mayoría pescan estas embarcaciones.
Problemas múltiples
Las ciudades flotantes esconden diversos problemas que desafían a autoridades, científicos y activistas. El número de embarcaciones se triplicó en las últimas dos décadas, informó la televisora chilena T13.
Frente a las costas de Argentina, estas embarcaciones pescan en el Agujero Azul del Atlántico, un área que tiene una superficie aproximada de 6600 kilómetros cuadrados, ubicada al este del Golfo San Jorge y de las provincias argentinas de Chubut y Santa Cruz, indica la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina.
“Aquí el fondo marino aumenta su profundidad de forma abrupta, desde unos 300 a 800 metros; en un mapa con batimetría se ve azul oscuro; de ahí su nombre”, dijo Schvartzman. “Esta profundidad, sumada a otros factores como las corrientes cálidas y frías hacen que en ese lugar haya gran productividad marina y biodiversidad”.
Es precisamente esta riqueza la que aumenta el apetito de la flota patrocinada por China para permanecer durante mucho tiempo en esa zona, burlando todo tipo de regulaciones. China subsidia a estas flotas mediante mecanismos como la recarga de combustible o pagando la mitad del costo de construcción de las embarcaciones.
El objetivo principal de estas flotas es la pesca del calamar. En la zona del Atlántico el que más se captura es el calamar de aleta corta del Atlántico y en el Pacífico el calamar de Humboldt (o calamar gigante del Pacífico). La temporada del Pacifico es en invierno y la del Atlántico en verano; entonces gran parte de estas 600 embarcaciones simplemente navegan de un lado para el otro.
“La flota de unas 600 embarcaciones opera sin control (…). Los barcos llegan a Argentina dos meses antes del comienzo de la temporada a mediados de enero y se van meses después”, dijo Schvartzman. “Entonces no hay respeto a ningún tipo de norma de sostenibilidad de la especie”.
“Estos calamares tienen una vida muy corta, cercana a un año. Como estos buques pescan cientos de toneladas, no dejan que se puedan reproducir para los años que vienen”, dijo a T13 Marla Valentine, portavoz de la ONG Oceana. “Las actividades de estos buques podrían ser legales, ya que aún se encuentran en altamar y fuera de las aguas argentinas; pero no significa que sean correctas o que no tengan impacto ambiental negativo”.
“Lo que ocurre hoy al borde externo de las ZEE de Argentina, Perú y Ecuador, ocasiona un severo daño al medio ambiente, más allá de que estén dentro o fuera”, agregó Schvartzman. “Si un barco está en la milla 199, que es pesca ilegal, o en la 201 que es no regulada y no declarada, el impacto ambiental, social y económico es el mismo, porque capturan las mismas especies”.
Al año son capturadas de manera ilegal, no declarada o no reglamentada entre 600 000 a 800 000 toneladas de calamar illex, solo en el Atlántico sudoccidental. Una cifra enorme, si se considera que Argentina captura en forma legal anualmente unas 150 000 toneladas de esta especie, asegura Schvartzman.
Esclavitud y muerte
Además de su impacto ambiental las flotas chinas también son fuente de problemas sociales. Tienen acusaciones por utilizar trabajos forzados y por participar en la trata de personas. También hay informes de accidentes y muertes a bordo de esos barcos.
La Organización Internacional del Trabajo estimó en 2021 que había unos 128 000 pescadores atrapados en trabajos forzados en barcos pesqueros, con jornadas de hasta 20 horas al día. Según Valentine, muchos de estos trabajadores están en altamar durante meses o años antes de regresar a un puerto, donde puedan obtener apoyo para escapar de estas condiciones, reportó T13.
Pero el panorama podría cambiar para las flotas que ejercen la pesca INDNR, luego que los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) terminaron en marzo un texto que busca garantizar la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina en áreas fuera de la jurisdicción nacional. El Tratado de Alta Mar, aún pendiente de ratificación, protegerá la biodiversidad marina en aguas internacionales, calificando al 30 por ciento de los océanos del mundo como áreas protegidas.
Después de casi dos décadas de negociaciones, “es una victoria para el multilateralismo y para los esfuerzos globales por contrarrestar las tendencias destructivas que enfrentan la salud de los océanos, ahora y para las generaciones venideras”, dijo el secretario general de la ONU António Guterres. “Es vital para lograr las metas relacionadaas con los océanos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal”, añadió, refiriéndose a la promesa de proteger un tercio de la biodiversidad mundial -en tierra y mar- para 2030, hecha en una conferencia de la ONU en Montreal.