El respaldo del régimen venezolano al Gobierno de Vladimir Putin en medio de la invasión rusa a Ucrania constituye para Latinoamérica un factor de desestabilización.
“Rusia cuenta con todo el apoyo de la República Bolivariana de Venezuela”, afirmó Nicolás Maduro de Venezuela, luego de recibir en el palacio de Miraflores al viceprimer ministro ruso Yuri Borisov, el 16 de febrero de 2022. “Hemos ratificado el camino de una poderosa cooperación militar entre Rusia y Venezuela”, añadió.
Rusia y China son los principales suministradores de armas para el régimen venezolano. Según el Contralmirante (r) Carlos Molina Tamayo, exdirector de Armamento de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, exiliado en España tras haber participado en el golpe contra Hugo Chávez en 2002, Moscú entregó a Venezuela sistemas de armas por un valor superior a los USD 15 000 millones desde la década de los 2000.
Además, “la ONG venezolana Control Ciudadano registró en 2021 la compra a Rusia por parte de Venezuela de una cantidad no especificada de Orlan 10, un vehículo aéreo remotamente operado (dron) para maniobras de reconocimiento”, informó el 18 de enero Voz de América.
Pero este vínculo va mucho más allá. Julio Borges, quien estuvo encargado de las relaciones internacionales del presidente interino Juan Guaidó, advirtió que el propósito de Maduro y Putin es desestabilizar a la región, en alianza con los dictadores de Nicaragua y Cuba Daniel Ortega y Miguel Díaz Canel, respectivamente.
“Le han abierto las puertas de la región a Putin para importar un conflicto que no nos pertenece, y que pone en riesgo la seguridad del hemisferio. Nuestra región no puede ser parte de un tablero internacional de Rusia”, afirmó Borges el 24 de febrero en su cuenta de Twitter, mientras Rusia lanzaba una invasión a gran escala de Ucrania.
Posteriormente, en vísperas de la invasión a Ucrania, Voz de América informó sobre la declaración del vicecanciller ruso Sergei Riabkov en el sentido de que no podría confirmar ni descartar la posibilidad de enviar activos militares rusos a Venezuela.
Armas para la guerrilla
Pero en la actualidad, la mayor preocupación apunta al desvío hacia grupos irregulares de los sistemas de armas ligeras suministrados por Rusia al régimen venezolano.
Según Molina Tamayo, esto abarca desde el fusil AK-103 hasta los misiles tierra-aire Igla-S. “La compra del fusil AK por Chávez fue por interés de acercamiento a Rusia”, afirmó.
Pero lo más grave tiene que ver con el sistema Igla-S. En 2017, Reuters reportó que, según un documento militar que sus equipos pudieron revisar, el régimen de Maduro tendría unos 5000 misiles tierra-aire de fabricación rusa. Desde entonces, funcionarios de los gobiernos de la región y expertos en relaciones exteriores han expresado su preocupación por la posibilidad de que estas armas se desvien de las manos del régimen a las de los grupos armados irregulares, como el Ejército de Liberación Nacional y disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
En febrero de 2019, la Administración Federal de Aviación de los EE. UU. alertó sobre un creciente riesgo para la aviación civil estadounidense de volar “fuera, dentro, o sobre el territorio y espacio aéreo de Venezuela”, debido a la preocupación de que el régimen pueda perder el control de algunos de sus sistemas de defensa aérea portatiles, que a su vez podrían ser utilizados por actores armados no estatales.
Ahora, en el curso del conflicto por la invasión a Ucrania, Molina Tamayo sostiene que el plan de Putin es lograr que Venezuela, junto a Cuba y Nicaragua, sean “‘filorrusos’ para molestar a los EE. UU.”.