A mediados de octubre, el régimen de Nicolás Maduro aprobó un nuevo sueldo mínimo que se sitúa en 150 000 bolívares mensuales, sin contar con el bono de alimentación que no tiene incidencia salarial, y que equivale a unos USD 8, de acuerdo con la tasa de cambio en el mercado paralelo venezolano.
Venezuela padece, desde hace muchos años, una hiperinflación que ha impactado el poder adquisitivo del pueblo venezolano.
La crisis económica en el país no da tregua y el Fondo Monetario Internacional proyecta que la inflación en Venezuela llegará a 200 000 por ciento, al finales de 2019. Venezuela se encuentra entre los 41 países con necesidades extremas alimentarias, según recientes informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
A mediados de octubre, la Voz de América visitó un supermercado en el oeste de Caracas para comprobar qué es lo que se puede adquirir por el precio del nuevo salario mínimo.
Un paquete de 400 gramos de leche en polvo cuesta 100 000 bolívares; cuatro latas de atún se sitúan en 149 000 bolívares; un cartón de huevos tiene un precio de 130 000 bolívares y un kilo de carne oscila entre 65 y 80 000 bolívares.
Comprar productos de higiene básicos se convierte en palabras mayores. El costo de un champú sobrepasa los 140 000 bolívares. Incluso, al visitar una farmacia, se pudo verificar que un antialérgico genérico puede llegar a costar 120 000 bolívares.
Según datos del Banco Central de Venezuela, el país ha perdido más de la mitad de su Producto Interno Bruto desde la llegada de Nicolás Maduro al poder en 2013.
En septiembre de 2019, cuando el salario mínimo era de 40 000 bolívares (equivalente a USD 6), el valor de la canasta básica familiar era de 3,8 millones de bolívares (unos USD 178) según reportes del Centro de Documentación y Análisis para los trabajadores de Venezuela. Es decir, la canasta básica familiar costaba 93 veces un salario mínimo.