El tratado que rige sobre el desierto más grande del mundo se renovará en 2048. En 1961, año en que entró en vigor el Tratado Antártico, la mayor parte del mundo seguía viendo televisión en blanco y negro. En un principio este hecho podría pasar desapercibido. En un desierto, por definición, no hay asentamientos permanentes; y además 30 años es mucho tiempo. No obstante, ahora se están sembrando las semillas de los cambios que podrían suceder con el tratado, lo cual podría repercutir en todo el mundo.
El Tratado Antártico protege al único continente deshabitado del mundo y preserva su territorio como área utilizada “únicamente con fines pacíficos”. Declara que continuará la “libertad de investigación científica y de cooperación” en la región. La Antártida es lugar de muchos descubrimientos científicos importantes. Por ejemplo, los investigadores descubrieron ecosistemas microbianos viables a casi medio kilómetro debajo de la capa de hielo de la Antártida. Este hallazgo repercute en las posibilidades de vida en otros ambientes extremos, como la Luna.

Antártida vs. Ártico
Algunos microbios que existen en las profundidades de la Antártida pueden obtener energía a partir de la minería de rocas. La existencia de rocas y minerales bajo la capa de hielo es una diferencia clave entre la Antártida y el otro extremo de la tierra, el Ártico. La masa terrestre antártica tiene casi 8,9 millones de kilómetros cuadrados, casi 1,5 veces el tamaño de los Estados Unidos o Brasil. En cambio, en el Ártico, no hay masa continental; la región se compone de capas de hielo que flotan sobre el océano Ártico.
Dada la vasta masa terrestre que conforma la Antártida se estima que hay importantes reservas minerales en el sector continental. Además, las expediciones científicas encontraron valiosos minerales como antimonio, cobre, cromo, estaño, molibdeno, oro, plomo, uranio y zinc. A principios de 2021, los científicos encontraron en la Antártida un mineral denominado jarosita, que rara vez se encuentra en la Tierra pero suele encontrarse en Marte. Hasta la fecha, no se han considerado comercialmente viables estas reservas de minerales, dado el alto costo de las extracciones en estas reservas, que se encuentran bajo el permafrost.
Todo podría cambiar en el futuro, tal como ocurre con la actualización de estimaciones de reservas de petróleo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que distingue entre reservas no comprobadas (50 por ciento de probabilidades de extraer acumulaciones) y reservas comprobadas (pueden obtenerse bajo las condiciones económicas y técnicas actuales). Por ejemplo, en 1970 existían 39 000 millones de barriles de reservas petroleras comprobadas en los EE. UU. Dados los cambios en materia tecnológica y en el precio del hidrocarburo, las reservas comprobadas de petróleo en la actualidad alcanzan aproximadamente los 47 000 millones de barriles. Este incremento no significa que se hayan descubierto nuevas reservas (según la Administración de Información Energética, los EE. UU. produjeron unos 11 millones de barriles de crudo por día en 2021), sino la creación de nuevas tecnologías que permiten el acceso a reservas anteriormente inaccesibles.
Protocolo ratificado
Existen especulaciones de que esta misma dinámica podría ser el caso de la Antártida: probablemente, los avances tecnológicos y el precio de los minerales podrían viabilizar comercialmente algunas de las reservas disponibles en el único continente del mundo libre de minería. En la actualidad, cualquier actividad de este tipo está prohibida en virtud del artículo 7 del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente, que establece claramente que “cualquier actividad relacionada con los recursos minerales, salvo la investigación científica, estará prohibida”.
Firmado en 1991, el protocolo ha sido ratificado por 34 países, incluyendo Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Ecuador, Estados Unidos, Perú y Uruguay. El artículo 25 del protocolo señala que “si después de transcurridos 50 años […] cualquiera de las partes consultivas del Tratado Antártico así lo solicitara […], se celebrará una conferencia a la brevedad posible para revisar la aplicación de este protocolo”. Es decir, en 2048 las partes consultivas del Sistema del Tratado Antártico (STA) podrían rechazar la reglamentación contra la minería, y comenzar a explotar los recursos minerales de la Antártida, definiendo un futuro radicalmente distinto para el continente.
Si bien algunos sostienen que es demasiado pronto para pensar en un documento que recién se negociará en 26 años, tengamos en cuenta que la Internet está disponible al público desde hace solo 30 años. En 1994, los EE. UU. pasaron de tener unos 5 millones de suscriptores de servicios en línea a más de 302 millones en 2021. No pensar hoy en la Antártida podría equivaler a no pensar en la Internet cuando se estaba popularizando. Ya en 1998, el Chicago Tribune citaba a R. Tucker Scully, un importante negociador estadounidense en asuntos polares, quien señalaba que “a nuestro juicio, si aguardamos hasta tener la confirmación de la existencia de minerales, será más difícil negociar bajo la amenazante certeza de que existen recursos valiosos en el lugar”. En otras palabras, si se descubren grandes yacimientos minerales y no hay acuerdo internacional sobre los minerales en la Antártida, podría generarse una “fiebre del oro” no regulada, que significaría el fin del STA y perjudicaría todos los intereses de los EE. UU. en el continente blanco.

Fundación Nacional de Ciencias
Los EE. UU. apoyan el Tratado Antártico a través del Programa Antártico de los EE. UU., administrado por la Fundación Nacional de Ciencias. El liderazgo de esta agencia federal estadounidense en la Antártida refleja los objetivos y el espíritu del Tratado, asegurando la preservación de la región para los descubrimientos científicos. Lo opuesto ocurre en el otro polo, el Ártico, sobre el cual el Ejército y la Fuerza Aérea de los EE. UU. aplicaron una estrategia (en 2021 y en 2020, respectivamente). En 2021, la Marina de los EE. UU. publicó un plan estratégico, mientras que la Guardia Costera de los EE. UU. publicó una perspectiva estratégica en 2019. En la estrategia del Ejército de los EE. UU. para el Ártico, se identifica a la región como “un corredor para una mayor competencia estratégica entre grandes potencias”.
Curiosamente, esta estrategia considera que los recursos energéticos y minerales motivan la competencia estratégica entre grandes potencias. Esto cobra relevancia porque, aunque existe un marco de protección medioambiental en el Ártico, la declaración de la Estrategia para la Protección del Medioambiente Ártico no prohíbe la minería, sino que tiene como objetivo “prever la protección, mejora y restauración de la calidad ambiental y la utilización sostenible de los recursos naturales” en la región.
Aunque el Departamento de Defensa de los EE. UU. no brinda apoyo directo a las actividades en la Antártida, las agencias de defensa de otros países participan en los esfuerzos de apoyo a la región. Por ejemplo Chile y Argentina, que reclaman territorio antártico, cuentan con rompehielos operados por sus respectivas armadas, que emplean principalmente para brindar apoyo a sus bases de investigación. El incremento de actividades en la Antártida traería consigo mayores responsabilidades para estas fuerzas armadas.
El documento que determinará el tipo de actividades permitidas en el continente blanco también se renovará en 2048. El proceso para llegar a esa renovación ya está en marcha. Desde su creación, se incrementó la membresía del STA, que pasó a tener de 12 a 29 partes consultivas. Los últimos en sumarse al STA fueron China (1983), Venezuela (1999) y Bielorrusia (2006), como partes no consultivas. Todos los miembros del partido consultivo tendrán la oportunidad de votar la reglamentación que gobernará al continente. Como ocurrió en el Consejo Ártico, las decisiones del STA deben tomarse por consenso. Esto quiere decir que en la práctica todas las partes tienen poder de veto.
Mientras que el Ártico ha acaparado la atención de políticos y expertos en defensa, la Antártida ha quedado en las sombras. Dado que el mecanismo que garantiza el actual carácter pacífico del continente blanco no goza de perpetuidad, es importante que aquellos interesados en preservarlo para fines científicos y pacíficos sigan comprometidos en esos problemas, y activos en su gobernanza. Hoy mismo deben comenzar la inversión y la planificación ante los posibles futuros de la Antártida.