La continua demanda de sopa de aleta de tiburón, albóndigas y otros platos similares que se sirven en restaurantes de todo el mundo –especialmente en China– prolonga la práctica del ‘aleteo’, que consiste en cercenar las aletas de los tiburones y tirar el resto de los animales en el océano. A menudo los tiburones siguen vivos cuando son desechados, pero sin sus aletas. Al no poder nadar con eficacia se hunden en el fondo del océano, y mueren asfixiados o son devorados por otros depredadores, según los biólogos marinos.
Se calcula que cada año se matan 73 millones de tiburones sólo por sus aletas. Esto equivale a tres tiburones que mueren cada segundo a manos del hombre. El acto de cercenar las aletas está prohibido en muchos países como Australia, Canadá, los Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, el comercio ilegal de aletas de tiburón es común en muchas otras partes del mundo, dice la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, una organización internacional que trabaja en el campo de la conservación de la naturaleza y el uso sostenible de los recursos naturales.
Primera condena en Perú
En noviembre de 2016 se aprobaron normas en Perú destinadas a proteger mejor las especies de tiburones, entre ellas la prohibición del aleteo. Sin embargo, no fue hasta el 9 de febrero de 2022 cuando Perú condenó por primera vez a los traficantes de aletas de tiburón. Un tribunal de la ciudad occidental de Santa condenó a dos personas a cuatro años y medio de prisión por el intento de venta de un cargamento de 1800 kilogramos de aletas de tiburón, según la organización de periodismo de investigación Insight Crime. A mediados de marzo de 2018, los fiscales ambientales detuvieron un camión que viajaba desde Tumbes, una ciudad en la costa del Pacífico norte de Perú, a la capital, Lima. El camión llevaba 51 bolsas de aletas de tiburón empacadas. Una investigación posterior descubrió que las aletas serían vendidas ilegalmente por Jorge Roldán Angulo Sánchez, subgerente de una empresa de mariscos, a un comprador identificado como Poly Diks Pinto Gonzáles, por USD 18 000. Las aletas serían exportadas como productos animales legales a Hong Kong, informó Insight Crime.
Esta es la primera condena efectiva por tráfico de recursos hidrobiológicos en Perú, y sienta un precedente muy importante en la lucha contra el tráfico de especies acuáticas dijo Oceana, una organización internacional centrada exclusivamente en el cuidado de los océanos, al conocer la sentencia en el tribunal peruano.
El tráfico ilegal de especies silvestres, incluidas las acuáticas, es la cuarta actividad ilegal más lucrativa del mundo, y representa entre USD 4000 y 9500 millones anuales. Durante 2020, sólo en Perú se incautaron cuando menos 28 toneladas de cuerpos de tiburón, 2300 kg de aletas, y 117 kg de caballitos de mar, informa Oceana.
Un informe de Mongabay, una plataforma no lucrativa de noticias sobre ciencia y conservación medioambiental, muestra que la falta de tiburones en el océano puede desencadenar muchos problemas. Walter Bustos, ex director del Parque Nacional de las Galápagos en Ecuador, explica que “los tiburones están en la pirámide de la cadena trófica [alimenticia]. Es decir que hacen parte de los máximos depredadores, que son los que van regulando el nivel de población de otras especies. Si no existen estos agentes reguladores otras especies pueden disparar su población, convertirse en plaga y terminar destruyendo vastas zonas ecosistémicas”.