El 13 de octubre presenté un trabajo sobre flotas pesqueras de aguas profundas extranjeras en Latinoamérica, en un evento virtual realizado por la prestigiosa Comisión Mundial de Derecho Ambiental (WCEL en inglés). El evento se llevó a cabo cuando 340 barcos pesqueros, en su mayoría chinos, se trasladaban desde las Islas Galápagos, donde se cree que pescaban ilegalmente en un lugar declarado patrimonio mundial de las Naciones Unidas, y continuaban sus actividades frente a las costas de Perú y Chile.
Mis colegas diplomáticos de la WCEL centraron el evento en las instituciones multilaterales y el derecho internacional, en los que podrían hallarse soluciones, sin señalar el principal problema por su nombre: las acciones depredadoras de la flota pesquera de aguas profundas de China, que desarrollé en un artículo de 2018 para Newsmax.
Estas prácticas violan la soberanía de las aguas de Latinoamérica, roban sus peces y diezman especies enteras. El problema también es la continua negativa del Gobierno de China a reconocer esos abusos, y cumplir con su responsabilidad bajo el derecho internacional para detenerlos.

La flota de embarcaciones de aguas profundas de China, que en la actualidad incluye a más de 17 000 embarcaciones, incurre en una serie de comportamientos problemáticos en las aguas de Latinoamérica, como por ejemplo sobrepesca, captura deliberada y accidental de especies protegidas, uso de redes de arrastre y marinas, y otras prácticas que aceleran el colapso de la pesca; la contaminación de plásticos y otros desechos y el ingreso y pesca no autorizados en las zonas económicas exclusivas (ZEE) y áreas marítimas protegidas de la región.
Las violaciones a las ZEE latinoamericanas por parte de la flota de aguas profundas de China son de larga data, se extienden por la región y están bien documentadas. Entre estas violaciones, Ecuador detuvo en agosto de 2017 al buque chino Fu Yuang Yu Leng 999, que llevaba a bordo 300 toneladas de pescado (incluyendo 6000 tiburones) obtenidos ilegalmente en las aguas protegidas de las Galápagos, patrimonio mundial de las Naciones Unidas. Otras violaciones incluyen las incursiones en las mismas aguas en 2020, mencionadas anteriormente.
En ese caso, un estudio de la organización Oceana identificó que el 90 por ciento de los buques que pescaban presuntamente de forma ilegal en las mismas aguas eran chinos. De forma similar, 18 de las 22 embarcaciones frente a las costas chilenas, conocidas por violar el área protegida de Nazca-Desventuradas desde 2018, son chinas.
En aguas argentinas, los casos más relevantes tuvieron lugar en abril de 2015, cuando la Guardia Costera de Argentina incautó el buque chino Hu Shun Yu 809, cerca de Puerto Madryn, por pescar ilegalmente, luego que 15 miembros de su tripulación desaparecieron. En marzo de 2018, cuando las autoridades incautaron al buque Jing Yuan 626 y a otras cuatro embarcaciones chinas que de forma similar estaban pescando en aguas argentinas, pero luego escaparon en una dramática persecución en la que los chinos intentaron embestir un barco de la Guardia Costera de Argentina; en marzo de 2016, cuando el barco Lu Yan Yuan Yu volcó y se hundió mientras maniobraba para escapar de la captura, y en abril de 2020, cuando las autoridades argentinas detuvieron al Lu Yan Yuan Yu 016 por pescar ilegalmente.
No obstante, la depredación china va más allá de meramente violar las ZEE nacionales.

La demanda china por la vejiga natatoria de la totoaba (un pez grande), que tiene un efecto farmacológico similar a la cocaína, casi ha provocado la extinción de la marsopa conocida como vaquita marina, en el mar de Cortés en México, que queda atrapada en las redes empleadas para pescar totoaba.
Frente a una serie tan larga, generalizada y continua de violaciones de las aguas soberanas de Latinoamérica, la insistencia de los diplomáticos chinos en que sus embarcaciones no cometen irregularidades obstruye la solución del problema y, posiblemente, ilustra un desprecio consciente por parte del Gobierno chino de las leyes nacionales e internacionales, el territorio soberano de la región, y el daño que los barcos con bandera china están causando en la región y su subsistencia, mientras ellos buscan beneficios comerciales.
Para las armadas latinoamericanas, la geografía dificulta y encarece la protección de sus ZEE contra las incursiones chinas. El área marítima protegida de las Galápagos queda lejos de Ecuador. Las largas costas de Chile y Argentina hacen que las ZEE de 200 millas sean enormes.
Los buques chinos y otras embarcaciones apagan sus transpondedores antes de violar las ZEE y las áreas marítimas protegidas, lo cual dificulta probar sus incursiones ilegales.
El ministro de Defensa de Ecuador Oswaldo Jarrin, señaló que casi la mitad de las embarcaciones chinas en el límite del área marítima protegida de las Galápagos había apagado sospechosamente sus transpondedores en un determinado momento.
Además de ocultar sus incursiones, los barcos pesqueros chinos descargan regularmente su pesca en buques portacontenedores y se reabastecen de combustible en el mar, en lugar de hacerlo en puertos latinoamericanos donde estarían sujetos a controles. Un estudio de Pew estimó que, en promedio, las embarcaciones chinas solo informan una doceava parte de lo que pescan.
En el seminario de la WCEL, abogados expertos indicaron que, según el derecho internacional, todos los Estados, incluyendo la República Popular China (RPC), son responsables de las acciones de los barcos que enarbolan su bandera.
Los Estados Unidos pueden ayudar a que sus socios latinoamericanos detecten, intercepten y procesen a las embarcaciones costeras chinas que violan sus aguas y áreas marítimas protegidas. No obstante, la RPC tiene, en última instancia, el deber y la mayor capacidad para evitar que su flota pesquera saquee los recursos de Latinoamérica, de la misma forma en la que controla a discreción el comportamiento de sus empresas y ciudadanos con otros métodos.
Es posible que los gobiernos latinoamericanos sean reacios a arriesgar sus actividades comerciales, préstamos e inversiones de la RPC, al exigirle que asuma la responsabilidad de su flota pesquera. Sin embargo, si el Gobierno chino no toma ninguna medida mientras los barcos bajo su bandera saquean Latinoamérica, ¿cómo puede la región confiar en cualquier empresa china, incluyendo aquellas que extraen las riquezas petroleras y minerales de la región, firman memorandos de entendimiento secretos con sus políticos o construyen infraestructura de comunicación y vigilancia que transporta los datos personales de sus líderes y ciudadanos?
*Publicado originalmente en Newsmax, el 16 de octubre de 2020
https://www.newsmax.com/evanellis/chile-deepwater-eez-galapagos/2020/10/16/id/992375/