Una alianza entre grupos delincuenciales colombianos con militares venezolanos propician la transformación de Venezuela, para convertirla en incipiente productor de cocaína.
El país ya no es solamente tránsito de esta droga, dice el informe La revolución de la cocaína en Venezuela, de mayo de 2022, de la organización dedicada al estudio del crimen organizado en Latinoamérica y el Caribe InSight Crime. Están detectados enclaves para el cultivo y procesamiento de la hoja de coca en los estados Amazonas, Apure y Zulia.
“Históricamente, por Apure teníamos tres rutas para el tráfico de drogas: fluvial, por el Arauca-Capanaparo; aérea desde Guasdualito y otros poblados; y la terrestre”, dijo a Diálogo Walter Márquez, exdiputado venezolano y actual presidente de la ONG de derechos humanos Fundación El Amparo. “En la ruta terrestre han usado vehículos oficiales para el traslado de armas, drogas y guerrilleros”.

Varios factores se han conjugado para propiciar este cambio, escribe Jeremy McDermott, director de InSight Crime. En primer lugar, el colapso económico ocasionado por una gestión corrupta y deficiente del régimen encabezado por Nicolás Maduro; esta situación se vio potenciada por la pandemia del COVID-19. Actualmente, el régimen de Maduro está “desesperado por obtener divisas” mediante la regulación de distintos mercados ilegales, entre ellos el de la producción y el tráfico de drogas, remarcó McDermott.
Para las operaciones en los estados fronterizos, el régimen venezolano acude a las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), específicamente al grupo conocido como Nueva Marquetalia, y en otros lugares también aprovecha la presencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN), asegura el informe. “Los guerrilleros colombianos refugiados en los estados a lo largo de la frontera con Colombia son sus socios de confianza para el narcotráfico. Son expertos en la producción de cocaína”, abundó McDermott.
En este proceso, los propios guerrilleros han promovido el traslado de los cultivos de coca hacia territorio venezolano, en especial hacia la región del Catatumbo, en el sur del Lago de Maracaibo; pero también hacia el municipio Páez del estado Apure, y áreas al sur de puerto Ayacucho, capital de Amazonas, dice el informe.
En Zulia, los cultivos de coca y su conversión en clorhidrato de cocaína son controlados por el ELN, indicó McDermott. Pero en otros estados, la situación tiene ciertos matices.
“En Apure los militares venezolanos se aliaron con el ELN y la Nueva Marquetalia, contra las disidencias de las FARC dominadas por Gentil Duarte”, dijo Márquez. “[Las acciones] van contra el grupo de Gentil Duarte, pero hasta ahora las [disidencias de las] FARC siguen aquí. Iván Márquez [Nueva Marquetalia] no ha logrado total control, y por esto el conflicto sigue”.
“La alianza entre [los militares venezolanos] y los guerrilleros del ELN impulsa el desplazamiento del grupo de Gentil Duarte desde el estado Apure hacia el eje Amazonas-Vichada. Allí estarían operando con impunidad”, dijo a DiálogoAlberto Ray, director de la ONG de análisis de riesgos emergentes Risk Awareness Council, de Florida. “Es un área muy intrincada, de selva, donde ellos tienen larga experiencia. Desde allí, manejan rutas fluviales para el traslado de las drogas, lo que les permite una salida hacia el Delta del Orinoco”.
En rueda de prensa el 25 de mayo, el ministro de Defensa de Colombia Diego Molano declaró que, según inteligencia de Colombia, Miguel Botache Santillana, alias Gentil Duarte, habría muerto a inicios de mayo en el estado de Zulia, Venezuela “por un enfrentamiento entre ellos mismos, entre estos grupos narcotraficantes y terroristas (…)”, dijo Molano. Gentil Duarte se había convertido en el hombre más buscado por las autoridades colombianas y se ofrecía una recompensa de hasta USD 1 millón por información que conduzca a su detención. “Este es una prueba más (…) que el régimen de Maduro protege grupos terroristas y narcotraficantes en su suelo y no los combate”, agregó el ministro.
Drogas y violencia
En el futuro inmediato, según Márquez, los factores en disputa tratarán por todos los medios de consolidar sus posiciones, lo que hace prever nuevos brotes de violencia en el área fronteriza entre Apure y Arauca.
Mientras tanto, Según McDermott, Venezuela “corre el riesgo de convertirse en el cuarto productor global de cocaína”, después de Colombia, Perú y Bolivia.