Durante una visita al Comando Sur de los Estados Unidos que tuvo lugar el 10 de julio, el presidente de los EE. UU. Donald J. Trump, destacó la importancia que tienen la coordinación interagencial y la cooperación internacional en la lucha contra el narcotráfico en el Caribe y en Latinoamérica.
Aunque el problema no es exclusivo de la región, Latinoamérica debe luchar contra numerosas consecuencias que derivan del narcotráfico. Los principales países productores de cocaína se encuentran en el subcontinente, lo que se suma a factores socioeconómicos que proporcionan un entorno ideal para el crecimiento de las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas.
Durante varias décadas las autoridades públicas de varios países han aplicado recursos financieros, humanos y tecnológicos, para enfrentar a este enemigo, que deja rastros de sangre por donde pasa. ¿Significará esto que la guerra contra las drogas está perdida?
Entiéndase que no, y sobre todo, que las autoridades públicas no deben deslindarse de su responsabilidad en esta lucha. Esto se debe a que, además del alto potencial destructivo que tienen las drogas en las personas, las consecuencias sociales y económicas del tráfico obstaculizan el accionar de los países ante un problema de tal magnitud. No cabe duda que Brasil tiene un papel fundamental en la lucha contra las drogas, considerando que posee uno de los principales mercados de consumo, además de ser un importante país de tránsito.
Reducción del suministro
Para reducir el suministro es imprescindible utilizar todos los recursos y técnicas especiales de investigación, disponibles en la legislación nacional. La investigación debe tratar de identificar la organización criminal, conocer sus métodos, sus miembros y la cadena de producción y distribución, con el fin de permitir el monitoreo de cargamentos de drogas y delincuentes. Por lo tanto, es fundamental que el trabajo entre diferentes agencias esté coordinado y que exista cooperación internacional entre los países.
Hay que comenzar atacando la cadena productiva. Es sabido que los procesos productivos de los distintos tipos de drogas tienen sus particularidades. Mientras que la cocaína pasa por un proceso de refinado, la marihuana se comercializa sin la adición de otras sustancias y la metanfetamina se fabrica en laboratorios.
De este modo, nuestro primer paso para reducir el suministro de marihuana es la erradicación. Brasil viene trabajando en la erradicación de plantaciones de drogas en la región nordeste desde la década de 1990. En 2019, se llevaron a cabo operaciones de erradicación de droga en suelo paraguayo, con el apoyo operacional de la Policía Federal de Brasil (PF), coordinadas con colaboración policial brasileña en Paraguay.
Los resultados en destrucción de las plantaciones fueron notables, lo cual interrumpió la continuidad de la cadena criminal, es decir, su distribución y comercialización. En la misma línea de cooperación entre las fuerzas policiales, Brasil y Bolivia trabajan con técnicas en la identificación tanto de plantaciones en lugares restringidos como de excedentes de hoja de coca. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito elabora un informe anual sobre los resultados de este monitoreo.
Para impedir el proceso de refinado de la cocaína, la PF lleva a cabo intensos controles para detectar productos precursores. Además, aunque la fabricación de drogas sintéticas no se concentra en la región, Brasil ha combatido el problema con tenacidad. Se han vuelto cada vez más frecuentes las investigaciones para localizar, arrestar y castigar a criminales que trabajan en esta línea.
Redes cada vez más activas
De forma complementaria, la rápida inclusión de nuevas drogas psicoactivas en la lista de sustancias prohibidas, es un ejemplo de medida interagencial que contribuye a la lucha contra las drogas. Un proceso bien establecido, con un rápido intercambio de información entre las unidades de investigación técnico-científicas y de regulación, es esencial para mejorar los resultados de la lucha contra la fabricación de sustancias sintéticas.
A sabiendas de que la información para combatir el delito debe trascender las fronteras, las redes de cooperación internacional son cada vez más activas. Por ejemplo, la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL) proporciona a sus 194 países miembros las denominadas “circulares internacionales”. La más conocida es la Circular Roja, que tiene la finalidad de informar a todos que se busca a una determinada persona. En caso de ser localizada, se le debe arrestar bajo medidas cautelares para su posterior extradición.
En base a este instrumento, el Servicio Nacional de Investigación Criminal de Mozambique arrestó recientemente en Maputo a un importante traficante de drogas brasileño. Esta medida solo fue posible luego del intercambio de información y colaboración entre la PF, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, la Administración para el Control de Drogas de los EE. UU. y las autoridades de Mozambique.
Unos meses antes, las autoridades habían detenido en Paraguay a otro miembro de la misma organización criminal. El arresto fue posible gracias a la cooperación internacional entre ambos países, que llevó a cabo el Centro de Cooperación Policial Internacional. La unidad está bajo la administración de la PF y cuenta con la presencia de policías de Argentina, Bolivia, Colombia, Paraguay y Perú.
Otra herramienta de información importante es la Circular Púrpura, que tiene la finalidad de difundir el modus operandi, objetos, dispositivos o métodos de ocultamiento que emplean los delincuentes. Este rápido intercambio de información entre las agencias encargadas del orden público contribuye a mejorar la lucha contra el delito. Un ejemplo de su uso en la lucha antidrogas fue la publicación de una Circular Púrpura por parte de Israel en 2019, que informaba sobre el arresto de miembros de una organización criminal que operaba en la distribución de drogas mediante aplicaciones para teléfonos inteligentes.
Distribución de drogas
En lo que respecta a la distribución de drogas, es fundamental llevar a cabo controles de personas y mercancías en las fronteras. Brasil se ha empeñado en fortalecer estos controles, a pesar del colosal desafío de custodiar más de 16 000 kilómetros de fronteras terrestres y más de 7000 kilómetros de fronteras marítimas, además de los numerosos aeropuertos internacionales. Para un control más efectivo de este vasto territorio (terrestre, marítimo y aéreo), es indispensable la cooperación internacional y la coordinación entre organismos federales y estatales.
Un buen ejemplo de esta coordinación es la Comisión Nacional de Seguridad Pública en Puertos, Terminales y Vías Navegables. Con la participación de los Ministerios de Relaciones Exteriores, Justicia y Seguridad Pública (PF), Defensa (Marina de Brasil), Economía (Secretaría de Ingresos Federales de Brasil), Infraestructura y la Agencia Nacional de Transportes Acuáticos, la comisión mantiene el sistema de prevención y combate contra las actividades ilícitas en puertos, terminales y vías navegables. El trabajo integrado en los puertos brasileños ha sido clave para incrementar la incautación de drogas destinadas a África, Europa y países de Medio Oriente y Asia.
Programa INTERCOPS
Otro aspecto a considerar es el control aeroportuario. En Guarulhos (São Paulo), se encuentra el aeropuerto más grande de Latinoamérica, un importante punto de tránsito en la región. En la búsqueda por aumentar el éxito en la detección e incautación de drogas en aeropuertos, la PF cuenta desde 2014 con el Programa INTERCOPS, que se enfoca en la capacitación teórica y práctica de oficiales de policía de diferentes países del mundo.
La cooperación técnica internacional es una herramienta indispensable para optimizar la lucha contra las drogas. La difusión de técnicas de investigación y métodos de trabajo permite a los agentes de policía de diversas partes del mundo, conocer los recursos que emplean los criminales para tratar de evadir la ley. Además, el programa facilita el intercambio de información futura entre los componentes de la red de participantes.
Descapitalización de organizaciones criminales
Además de la estrategia para identificar y arrestar criminales, es esencial que las autoridades ataquen el lado financiero de las organizaciones criminales. Además de las incautaciones y la destrucción de drogas, la identificación de los activos resultantes de este tráfico es extremadamente importante.
Combatir el lavado de dinero es una forma fundamental de evitar que los delincuentes utilicen más fácilmente los recursos derivados del tráfico de drogas cuando adquieren la apariencia de legalidad. El foco del crimen siempre será la búsqueda de ganancias máximas, ya sea para el beneficio personal de los miembros de la organización o para nuevas inversiones en el mercado ilícito. Depende de las autoridades evitar este flujo financiero, a fin de hacer que el negocio sea menos ventajoso y más riesgoso para quienes se atreven a elegir el camino de la ilegalidad.
En este contexto, la cooperación internacional permite la identificación de bienes y valores asignados en países distintos de aquel en el que se desenvuelve la actividad criminal. En busca de un intercambio constante de información sobre el tráfico internacional de drogas y la ubicación de los activos resultantes de actividades delictivas, entre otros temas, la PF opera en estrecha colaboración con agencias de los EE. UU. La presencia de oficiales de enlace brasileños en el Centro Nacional de Identificación de Objetivos, y en el Centro Nacional de Inteligencia de El Paso, junto al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, permite un trabajo fluido, con importantes resultados en la lucha contra las drogas.
Como se ve, el éxito en la lucha contra el narcotráfico implica necesariamente la coordinación interinstitucional, la cooperación internacional y la descapitalización de las organizaciones criminales. El intercambio de información, el desarrollo de operaciones conjuntas, la capacitación y el intercambio de técnicas especiales de investigación, incluida la lucha contra el lavado de dinero, son instrumentos indispensables para ampliar el poder del estado contra la delincuencia.