Preocupado por el futuro de sus proyectos en Latinoamérica Rusia ratificó su disposición de cooperar con la presidenta interina de Bolivia Jeanine Áñez, quien prometió acatar el mandato del Tribunal Supremo Electoral para realizar elecciones en mayo de 2020. La relación entre los dos países significa más de USD 1500 millones en inversión en los sectores bolivianos de defensa, gas y energía nuclear, convenidos en los últimos años del mandato del expresidente Evo Morales (2006-2019).
Aunque el Kremlin fue uno de los primeros en elevar la voz por la dimisión de Morales en noviembre de 2019, ahora se deslinda del exmandatario y ambiciona preservar sus intereses en Bolivia.
El presidente ruso Vladimir Putin dijo en noviembre que, sin importar quien llegue al poder en Bolivia, espera que el nuevo gobierno siga interesado en expandir su relaciones con Rusia. “Estamos listos para cooperar con las autoridades, que recibirán un mandato legítimo de la gente de su país”, agregó.
“Moscú, que apoya regímenes autoritarios [como Cuba, Nicaragua y Venezuela], dejó atrás a Morales y apuesta a preservar sus intereses en el país andino”, comentó a Diálogo Iliana Rodríguez Santibáñez, directora asociada del Departamento Regional de Derecho del Tecnológico de Monterrey. “Mantener su presencia en ese país le da injerencia política, económica y social en la región”.
Después de nacionalizar los recursos naturales en 2006, Morales abrió las puertas a las inversiones rusas. Así, Rosatom, corporación estatal que cuenta con más de 360 empresas dedicadas a la producción de energía y armamento nuclear a través del mundo, firmó con el expresidente un memorándum de cooperación de explotación de litio, y construye el Centro de Investigación y Desarrollo de Tecnología Nuclear en El Alto, departamento de La Paz, con un costo de USD 300 millones, proyectado para operar en 2021.
Los acuerdos de la corporación son potentes herramientas de influencia política. El ex presidente de Rosatom, Sergey Kiriyenko, es el primer subjefe de la administración de Putin, y es responsable de la política interior de Rusia.
El diario digital ruso Proyecto señala que desde el 2016 Rosatom jugó un papel de intervención en las elecciones de por lo menos 10 ciudades rusas. . “Su habilidad para manejar campañas electorales de forma tan velada que ningún medio de prensa sería capaz de detectar en cinco meses resulta útil en Latinoamérica, pero no pudieron influir en los resultados de la elecciones bolivianas de 2019 gracias a las protestas populares”, asegura Proyecto.
Rosatom se ha visto involucrada en escándalos de alto perfil. En agosto de 2019, la prueba fallida de una “nueva arma” provocó una explosión nuclear en la región de Arkhangelsk, al noreste de Rusia, que dejó un saldo inicial de cinco muertos y un nivel de radiación 16 veces mayor de lo normal. Fue hasta una semana después que las autoridades pidieron a los habitantes que abandonaran la región, informó el diario peruano La República.
En 2017 un tribunal sudafricano dictaminó que el acuerdo de USD 76 000 millones con Rosatom para construir plantas de energía nuclear era ilegal, por haberse firmado sin consultar al parlamento; Uganda, Rwanda y Ghana, entre otros, revisan acuerdos similares, indicó el diario británico The Guardian.
Otra corporación rusa que tiene presencia en territorio boliviano es Helicópteros Rusos, de la estatal Rostech, quien proyecta vender aeronaves al ejército boliviano. Por otro lado, la también estatal Gazprom ofreció la búsqueda de aguas subterráneas y una inversión de USD 1220 millones para la exploración del campo Vitiacua, en el departamento de Chuquisaca, que puede producir 12 millones de metros cúbicos diarios de gas natural, informó la empresa nacional Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos. La firma rusa es una de las 20 empresas más contaminantes del mundo y ocupa el número tres de la clasificación, asegura The Guardian.
“Un grupo privilegiado administraba los recursos del Tesoro General de la Nación y despilfarró el dinero en obras que no trajeron desarrollo económico y social”, declaró el ministro de Economía y Finanzas Públicas de Bolivia José Luis Parada. “Evo Morales no tenía idea de lo que hacían sus ministros. En los 14 años [de administración] no supo que pasaba en la economía, no se enteró de los cinco años de déficit fiscal, no se enteró de los cuatro años de déficit comercial; por eso seguía ofreciendo canchitas [negocios] por aquí, canchitas por allá”, remarcó.