En la actualidad, la Unión Europea y el Grupo de Lima supervisan en Venezuela las negociaciones entre Nicolás Maduro y el presidente interino Juan Guaidó. La catástrofe económica empeora debido a la deuda que el país tiene con China y Rusia.
La posición rusa es clara y perturbadora, ya que no considera las condiciones lamentables de los venezolanos, en una zona que históricamente es favorable a los intereses de los Estados Unidos.
Mientras que los EE. UU., la Unión Europea y las 14 naciones que forman parte del Grupo de Lima reconocen la legitimidad de Guaidó y la gravedad de la crisis humanitaria que convirtió a Brasil y Colombia en los destinos de millones de refugiados, el ministro de Relaciones Exteriores ruso Sergey Lavrov reafirmó su apoyo al régimen ilegítimo de Caracas, que en forma sistemática opera en un marco de corrupción, narcotráfico y crimen organizado transnacional, en actividades que incluyen a familiares de Maduro, sus generales y testaferros.
Operación Libertad
El secretario de Estado de los EE. UU. Mike Pompeo intentó conciliar posturas con Lavrov el 6 de mayo, cuando se celebró el Consejo del Ártico. Pero no fue posible llegar a un acuerdo, incluso después de que Rusia expresara preocupación por las manifestaciones del 30 de abril. En ese momento, Guaidó lideró a un grupo de venezolanos en un intento de restablecer el orden constitucional y restaurar la democracia y los derechos humanos, en un esfuerzo conocido como Operación Libertad. Sin embargo, los deseos de Guaidó y de millones de venezolanos solo pueden hacerse realidad con una rebelión, porque la población fue desarmada por Hugo Chávez hace más de una década. Uno de los resultados positivos de la protesta fue la liberación de Leopoldo López, quien estaba bajo arresto domiciliario, y es líder del partido político de Guaidó, Voluntad Popular.
Aunque millones de venezolanos desearían que Brasil tuviera una participación más activa en los esfuerzos de ayuda a la crisis de Venezuela, como el envío de tropas a países vecinos, la política exterior brasileña es por tradición de no injerencia, una postura que el presidente brasileño Jair Bolsonaro ratificó hace poco. La novedad es que, como si fuera una respuesta a Moscú, el día siguiente que los rusos ratificaron su posición de apoyo al dictador Maduro en el Consejo del Ártico, Venezuela fue reincorporada al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, y contó con la aprobación de la Asamblea General. Este acuerdo permite solicitar la ayuda de tropas extranjeras pertenecientes a países signatarios del tratado, como Perú, Colombia e incluso de los EE. UU., para solucionar conflictos internos. Esta posibilidad es factible, ya que Guaidó es el presidente reconocido como legítimo.
Gobierno en agonía
Actualmente, Maduro no es más que un líder en decadencia que se mantiene en el poder de forma artificial, como un paciente terminal en terapia intensiva. Para sostener a una marioneta en el poder se emplean diversos métodos, por lo cual se paga –literalmente– su peso en oro. Hace poco, una aeronave de gran envergadura aterrizó en Caracas y se llevó a un lugar desconocido 20 toneladas de este metal precioso, equivalente a un 20 por ciento de las reservas venezolanas.
La pérdida de confianza de Maduro en sus fuerzas armadas y en las estructuras estatales es cada vez más evidente, ya que la seguridad del dictador y de la infraestructura esencial del país están bajo la administración de Compañías Militares Privadas (CMP), como Wagner Group y Cossacks, dirigidas por exmilitares rusos muy cercanos al Kremlin, caracterizando una forma de operación militar indirecta de Vladimir Putin. Se sabe también que hay agentes cubanos a cargo de la seguridad privada.
Además, una fuerza de tarea rusa llegó al país para realizar el mantenimiento y reparación de todo el equipamiento militar ruso como aeronaves, vehículos blindados y sistemas de defensa antiaérea. Debido a que los militares venezolanos no tienen entrenamiento para trabajar con equipos tan sofisticados, las CMP trajeron también pilotos para que operaran las aeronaves Sukhoi de fabricación rusa, así como también otros sistemas de defensa rusos. La inquietud del Kremlin tiene fundamento, ya que si el equipamiento militar ruso se utiliza en forma incorrecta podría generar un gran daño a la lucrativa y tradicional industria militar del país.
Hasta donde sabemos, Venezuela tiene cerca de 1000 a 2000 generales que, junto a sus familiares, ocupan cargos claves en empresas gubernamentales y estatales. No obstante, se trata de una “lealtad” artificial, ya que fue concebida en tiempos de Chávez y ahora se mantiene por medio del chantaje. Pero debemos destacar que el servicio de inteligencia cubano controla los detalles de las vidas de estos oficiales de alto rango, para asegurarse de que sean leales al Gobierno.
La pregunta es cómo continuará el juego si ocurre un cambio de postura en el Gobierno de La Habana.
* El Coronel Montenegro es el operador e investigador de las Fuerzas Especiales del Ejército Brasileño en la Universidad Autónoma de Lisboa, Observatorio de Relaciones Internacionales.