María Inés Uriarte viene de una familia numerosa. La mayor de nueve hermanos, nació el 1.º de septiembre de 1954, en la pequeña ciudad argentina de Lamarque, en la provincia sureña de Río Negro, l Patagonia. Su madre era profesora y directora de la escuela local. Su padre trabajaba en la industria ferrocarril. Más adelante se fue de interna a estudiar en Bahía Blanca, una ciudad portuaria en la provincia de Buenos Aires. Lejos de su familia, a asumir responsabilidades y a valerse por sí misma.
Años más tarde, ya graduada en ingeniería, entró a la Escuela Naval Militar, de donde egresó en 1982 como teniente de fragata, y el 31 de diciembre de 2015 fue ascendida al grado de contraalmirante. Para conocer más sobre la vida y retos de la primera mujer en alcanzar el grado de oficial generalen la Armada Argentina, Diálogo viajó a Buenos Aires para conversar con la Contraalmirante Ingeniera María Inés Uriarte, directora general de Investigación y Desarrollo de la Armada nacional.
Diálogo: ¿Fue difícil tener a su mamá como directora de la escuela donde estudiaba?
Contraalmirante Ingeniera María Inés Uriarte, directora general de Investigación y Desarrollo de la Armada de Argentina: Muy difícil. En aquella época, tener a los padres además de en casa, en el colegio, era complicado. Porque no es como ahora, que los padres defienden a sus hijos en cualquier condición. En aquella época el niño nunca tenía razón, y menos si el que estaba diciendo que había cometido alguna travesura era un adulto. Siempre fue una exigencia, en el sentido de que en la casa se exigía y en la escuela también se exigía, pero en mi caso quien exigía era la misma persona. No había escapatoria. Mi madre siempre decía: “Ustedes tienen que dar el ejemplo porque son los hijos de la directora”.
Diálogo: ¿Había tiempo para los amigos, teniendo tantos hermanos?
Contralmte. Uriarte: Fue una infancia feliz con tantos hermanos, pero no tuve tiempo para los amigos. Es que los hermanos terminan compartiendo con una todo, y era un pueblo muy pequeño.
Diálogo: Usted era una alumna interna. ¿Cuándo veía a sus padres y hermanos?
Contralmte. Uriarte: Únicamente en vacaciones. Mi padre, como viajaba mucho por el ferrocarril, obviamente iba y venía, y cuando pasaba por Bahía Blanca se hacía un hueco para hacerme una pequeña visita si el horario era adecuado dentro del colegio. Pero de lo contrario, yo iba a mi casa solo en vacaciones.
Diálogo: Lo que debe haber sido muy difícil para joven…
Contralmte. Uriarte: Cierto. Siempre digo, cuando me preguntan respecto de la Escuela Naval, que sí es muy dura, pero que para mí no fue tan dura porque ya tenía otra edad. No es lo mismo a los 12 años; a la Escuela Naval fui recibida de ingeniera y ya estaba casada.
Diálogo: ¿Cuál fue su primer contacto con la Armada?
Contralmte. Uriarte: Mi madre consiguió un traslado en su cargo docente, a una escuela en la Base de Infantería de Marina. Ahí fue mi primer encuentro con la institución, desde otro ángulo. Pero ahí conocí la institución porque viví dentro la base.
Diálogo: ¿Le gustó vivir en una base militar?
Contralmte. Uriarte: Pasé unos años fantásticos porque una, como adolescente, está muy protegida. Los padres no tienen que preocuparse que si un niño sale, que dónde está, que con quién anda que si tiene riesgos. Nosotros allí hacíamos un montón de actividades y no teníamos ningún riesgo, con lo cual teníamos mucha libertad y pudimos disfrutar mucho la adolescencia, que es una etapa difícil. Fue allí donde, finalmente, hice muchos amigos. Y pensaba: “Nunca me voy a casar con un militar”.
Diálogo: ¿Por qué no?
Contralmte. Uriarte: Porque yo veía el sacrificio, o sea, veía además cuánto se sacrificaba la familia, cómo añoraban cuando sus padres no estaban o estaban navegando, o se iban de campaña y tenían un evento y su papá no estaba. Y entonces pensaba: “No podría tolerar formar una familia y que mi esposo viviera fuera todo el tiempo y que nunca supiera dónde está”. Bueno, nunca hay que decir “de esta agua no hay que beber”, porque la he bebido con mucho gusto.
Diálogo: Antes de ser militar, usted se graduó en ingeniería, otra carrera no tan común entre mujeres, principalmente en aquella época. ¿Por qué escogió esa carrera?
Contralmte. Uriarte: Desde pequeña siempre me interesaban los fenómenos físicos, químicos, por qué ocurrían, cuáles eran las causas, por qué pasaba tal cosa. O sea, siempre me interesó el área de la física, de la química y de las matemáticas. En la secundaria me resultaba muy fácil, pero me resultaba fácil porque me gustaba. Y además, cuando en el colegio surgían proyectos de cualquier tipo, de investigación, para una feria de ciencias o competir en alguna olimpíada matemática, ahí estaba, porque me apasionaba. Naturalmente tenía una tendencia a elegir carreras que tuvieran que ver con eso. Y en realidad también, aunque parezca antagónico, también me gustaba mucho la abogacía.
Diálogo: Ciencias exactas y humanas al mismo tiempo…
Contralmte. Uriarte: Exactamente. Me gustaba mucho la abogacía, pero en Bahía Blanca en esa época no existía la carrera de abogacía. En la Universidad Nacional del Sur se dictaban carreras relacionadas con biología y bioquímica, pero era muy fuerte y prestigiosa en ingeniería y en el área contable y de administración. Además no se me ocurrió, porque implicaba instalarme en otra ciudad, y ello realmente era imposible desde el punto de vista económico para mi familia, porque de algún modo iba a condicionar al resto de mis hermanos en sus posibilidades de estudios universitarios. Entonces elegí ingeniería química algo que me gustaba y que pensaba no me resultaría tan difícil. En la Universidad del Sur la carrera era muy promocionada porque se estaba construyendo el Polo Petroquímico de Bahía Blanca. Con lo cual las autoridades de la universidad, con buen tino, empezaron a formar profesionales para poder abordar la atención industrial del polo.
Diálogo: ¿Cuántas mujeres había en su clase?
Contralmte. Uriarte: No recuerdo exactamente pero no más del 10 por ciento.
Diálogo: De más de 150, en total…
Contralmte. Uriarte: Sí, pero en el grupo que se graduó al mismo tiempo, éramos menos de 30, de los cuales seis éramos mujeres. O sea que el promedio fue bueno.
Diálogo: ¿Usted ingresó inmediatamente a la Armada?
Contralmte. Uriarte: No. Estuve dos años trabajando como docente y cuando me enteré que se abría la posibilidad de ingresar a la Armada como profesional me presenté. Ingresé como ingeniera, pero en realidad para trabajar en el área de informática. O sea, en el escalafón: ingeniería, Orientación: informática.
Diálogo: Pero en aquella época la informática era incipiente, ¿no?
Contralmte. Uriarte: Sí. Ya había explorado en la facultad el área de informática. La primera computadora que hubo en la Universidad del Sur estuvo en la planta piloto de ingeniería química. Era una PDP-8 de Digital, con cinta perforada. A medida que empezó a proliferar la computación y el área informática en el país, era necesario adquirir nuevos conocimientos para aplicarlos en el área de competencia.
Diálogo: ¿Y cómo se convirtió en militar?
Contralmte. Uriarte: Fueron cuatro meses de entrenamiento militar donde cursé distintas materias como el derecho del mar, reglamentación, operaciones militares, etc., que tienen que ver con la dinámica de la organización, por un lado, y con las actividades que hacen a la misión de la organización. Si bien una viene formada académicamente en la profesión, el curso es el complemento necesario para conocer la institución, su organización, las reglas, la cultura, y además cuáles son las actividades que se desarrollan en esa organización; y desde donde una va a poder contribuir.
Diálogo: ¿Cuál fue, en su opinión, el mayor avance en términos de integración de género desde que se graduó como teniente de fragata al principio de la década de 1980, hasta hoy?
Contralmte. Uriarte: Ha cambiado mucho fundamentalmente en lo que a normativas y leyes se refiere. Se han regulado y adaptado de algún modo todas las normativas existentes, teniendo en cuenta las particularidades de las mujeres. Es decir, que de algún modo quedara claro, fuera transparente y no hubiera que luchar y preguntar: “¿Cómo hago esto, cómo hago aquello?” No encontrarse con incertidumbres cuando uno llega a un destino, que no sabe en su condición de mujer lo cotidiano, o sea, si tengo un baño, dónde voy a alojarme; todo lo que tiene que ver con habitabilidad, infraestructura, además regulación sobre las particularidades de la mujer que tiene que ver con maternidad, lactancia, atención familiar, es decir, todo lo que es muy particular de la mujer, que de pronto no estaba contemplado en la institución. Eso se adaptó, desde el punto de vista de la normativa, a los efectos que fuera más sencillo para las mujeres poder desempeñar la actividad. Porque si bien la licencia por maternidad estaba prevista, había otros detalles cotidianos como el uniforme; a veces parecen tonterías, pero en realidad son aspectos importantes. Si usted ahora preguntara a alguien que recién ingresó todas estas cosas, ni se le ocurren, porque está todo resuelto. Entonces, no tienen la misma vivencia. Está todo organizado, su alojamiento, tienen sus medios, sus lugares, su uniforme bien definido, sus funciones bien definidas.
Diálogo: ¿Cree que en la institución hay dudas todavía sobre la capacidad de las mujeres para hacer este o aquel trabajo?
Contralmte. Uriarte: Creo que hay una conciencia dentro de la institución respecto de las capacidades que pueden desarrollar las mujeres, es decir que no está en duda que una mujer pueda ocupar un puesto, que lo ocupe bien, y que lo pueda cumplir. Lógicamente, hay puestos que todavía no se cumplieron, y a la pionera, o a las pioneras de aquellos puestos que todavía no se cumplieron, les va a tocar la misión de mostrar que se puede.
Diálogo: ¿Puede darnos un ejemplo?
Contralmte. Uriarte: En mi caso yo soy pionera; para mí, cada instancia siempre fue un desafío. Lo que para el hombre era algo natural, es decir, hoy era teniente, mañana pasaba a ser capitán… nadie se iba a estar fijando porqué había ascendido a capitán, a ver si yo era un verdadero capitán. En mi caso, por ser de la primera promoción, siempre fue la primera vez que pasaba por cada situación. La primera vez que ingresaba en un Estado Mayor como me pasó en la flota. ¿Se imagina? En la Flota de Mar, la primera vez que aparecía una mujer, y bueno, todos miraban, ¿no? a ver qué pasaba. Este, lógicamente es el primer momento y una sabe que está siendo observada las 24 horas del día. Estar en la reunión de Estado Mayor, pensar, no sé, cuál era la expectativa. La expectativa tal vez sería que estuviera medio escondida al fondo de la mesa y no diera ni una opinión, cosa que no era mi caso.
Diálogo: Y todos ahí eran más antiguos, ¿verdad?
Contralmte. Uriarte: ¡Exactamente! Eran todos capitanes de navío. Yo estaba a cargo del departamento de informática del Comando de Flota, como asesora directa del comandante. Como el comandante era muy inquieto respecto de informatizar y automatizar los procedimientos, procesar datos y obtener estadísticas, era su mano derecha en ese aspecto, con lo cual siempre me dio el lugar y la autoridad para que la ejerciera. Entonces, rápidamente, no sé si fue que se acostumbraron o que no les quedó otra. [Risa]
Diálogo: Usted se ganó su lugar por competencia.
Contralmte. Uriarte: Exacto. Porque no es fácil instaurar un sistema informatizado. Recuerdo que el comandante decía: “No quiero a nadie haciendo espera aquí en el hall de la oficina. Comuníquense por la computadora”. Imagínese, en esa época no todos estaban acostumbrados a la computadora, y entonces yo un poco fui el apoyo técnico para ayudarlos… Y bueno, desde ese punto me gané la estima total y el respeto de todo el equipo. Además tuve que dar clases sobre las aplicaciones, donde explicaba cuál era el alcance de la aplicación, cómo se hacía, etc. Me imagino que para ellos no debió haber sido muy fácil. “Esta señora ahí, ¿por qué no se queda en la cocina en lugar de venir a molestarnos?” [Risa]
Diálogo: ¿Todo eso ayudó a fortalecerla?
Contralmte. Uriarte: Creo que sí, que fortalece. Pero por mi formación y por lo que pasé en mi niñez, ya estaba fortalecida. Por supuesto, depende del carácter de cada uno. Hay gente que se fortalece y hay gente que no, o sea, hay gente que ante determinadas situaciones de exposición, en lugar de fortalecerse, se cohíben, se deprimen. En general, para mí, cada escalón era ver si podía saltarlo. Nunca un obstáculo significó: “Huy, qué drama, no voy a poder”, no, no.
Diálogo: ¿Qué fue más difícil? ¿Cuándo usted ingresó o después de ser ascendida a oficial general?
Contralmte. Uriarte: El ingreso, sin duda. Hay que pensar que para llegar a esta jerarquía cumplí innumerables funciones con distinto grado de complejidad. Como ejemplo, fui segunda jefa y luego jefa del Servicio de Análisis Operativo, que es un servicio en el cual tenía más de 180 personas a mi cargo, entre los cuales había unos 39 civiles, la mayoría calificados, ingenieros, másteres y doctores en distintas disciplinas. Respecto del personal militar tenía oficiales y suboficiales subordinados. En particular además de los oficiales profesionales (ingenieros) tenía oficiales que habían sido comandantes de buques y eran mis subordinados. O sea que fui desarrollando experiencias, conocimientos, manejo y conducción de personal durante toda mi carrera. De alguna manera, la Armada me dotó de todas esas herramientas para que yo lo pudiera hacer.
Diálogo: ¿Qué representa ser la única mujer almirante en la Armada Argentina?
Contralmte. Uriarte: En realidad para mí ser la única no mucho, porque en cada ascenso desde capitán de corbeta en adelante siempre era la única mujer. En cada instancia siempre fui la única. Pero luego vinieron otras y así será espero. [Risa]. Más allá de ser almirante, creo que para mí fue realmente importantísimo e inesperado la designación como agregada naval en España. Eso sí fue impactante. Si bien es un orgullo llegar al más alto grado de la institución, el ámbito de actuación al ir en misión al exterior es mucho más amplio. Tener el honor de poder representar al país, particularmente a la Armada en un país extranjero, es increíble. Que el país haya confiado en una mujer para mandar por primera vez como agregada, ¡y a España! Más voto de confianza que ese no existe. Desde ese punto de vista, cuando usted pregunta sobre la evolución, eso es un ejemplo de evolución, eso es un ejemplo de evolución de la institución. Para mí, sí tuvo gran significación más allá de la experiencia que realmente fue enriquecedora, no solamente en lo profesional sino en lo familiar. Siempre participé en todo y además sí fue sorpresa para la Armada española, porque aún no tienen mujeres de altas jerarquías.
Diálogo: Personalmente a lo mejor no hay tanta importancia, pero ¿usted tiene conciencia de la magnitud que eso representa para una niña que esté pensando ingresar a las fuerzas armadas?
Contralmte. Uriarte: Sí, por supuesto. Es muy importante desde el punto de vista del logro de una mujer en una institución como una fuerza armada. Ya, de por sí, a las mujeres les cuesta llegar a un puesto de alta decisión, y en una institución armada, pareciera que más, porque históricamente fue una institución muy masculina. Lo que ocurre es que ha pasado mucha agua debajo del puente, y no es tan disparatado en este momento. Sí, es muy importante, y por supuesto, creo que lo más importante es poder cumplir con el mandato de la mejor manera a los efectos de no dejar expresamente ninguna duda de que esto se pueda cumplir en el área en la cual me desempeño. Obviamente hay que pensar que, hoy por hoy, si bien hay una mujer almirante en la Armada, las oficiales de comando son tenientes de navío.
Diálogo: ¿Se refiere a las primeras mujeres que estudiaron en la Escuela Naval, junto con hombres?
Contralmte. Uriarte: Sí. Hay mucho camino por recorrer. A mí me parece que va a ser un hito importantísimo, y me encantaría verlo, una mujer comandante de un barco. Las primeras van a ser siempre las pioneras, van a ser objeto de observación y obviamente van a sentir esa presión. Ahí realmente podremos afirmar que la mujer desarrolló una carrera plena dentro de la institución, porque son oficiales de comando. Yo soy una oficial profesional. La oficial de comando tiene mucha más exigencia. En toda su carrera va a tener mucha más exigencia que la que pueda haber tenido yo. Está sobre todo en la dificultad de poder conciliar su vida familiar con la vida profesional. En el caso de las mujeres de comando eso se va a ir viendo a medida que vayan evolucionando en la carrera. Pero es difícil porque la carrera militar es muy exigente. Si a eso le sumamos el mandato social que le impone a la mujer un protagonismo continuo en la atención familiar más allá de su propia característica de procreación. El cuidado de los niños, de la participación activa en la escuela, de la actividad doméstica, todo implica una demanda excesivamente exigente, es complicado compatibilizar.
Diálogo: ¿Cuál es la solución?
Contralmte. Uriarte: La única manera considero, es la planificación. Hay que pensar que la época etaria de la procreación coincide exactamente con la época de la formación militar. Es decir, cuando se va formando al oficial para ir cumpliendo funciones superiores. Esto requiere embarcos, campañas, cursos, comisiones, en esa etapa se encuentra muy afectada por estas actividades, que en general, implican falta de disponibilidad, ausencia, tiempo fuera de la zona del puerto o de la unidad, para atender otras cuestiones personales. Si a esto le sumamos que además está en la etapa que forma una familia y tiene sus niños, no es muy compatible si no está bien planificado.
Diálogo: Pero, ¿no fue todo eso lo que sirvió de excusa durante todos esos años para no dejar que las mujeres fueran militares completos, por así decirlo?
Contralmte. Uriarte: Claro. El tema es que no hay que buscar excusas para ver qué le pasará a una persona en tal o cual situación. Hay que dejar que le pase y que la persona lo resuelva. Yo puedo decir: “No, esta persona en realidad por su perfil me parece que no podría acceder”. A mí no me tiene que parecer nada, o sea, la persona tiene que poder acceder. Si no cumple, bueno, no cumple por esto o por aquello. Pero no tengo que juzgar de antemano, por eso no me parece un argumento válido. Sí, creo que la mujer para abordar una carrera militar tiene que planificar su vida. No es que tenga la libertad de acción total como puede tener otra persona que se dedique a otra profesión. ¿Por qué? Porque tiene que cumplir una carrera. Y una carrera que exige que en esta etapa tenga que adquirir estas destrezas para poder llegar a la próxima etapa. Y además hay que pensar que la actividad a desarrollar es una actividad crítica. Es una actividad de defensa. Entonces, yo no puedo aceptar: “No, mejor le exigimos menos horas de adiestramiento, menos días de embarco”. ¿Por qué? “Menos horas de tiro, menos horas de aquello…”. Perdón, ¿la estoy preparando para la guerra? Si la estoy preparando para la guerra, en estas condiciones diferentes la estoy preparando minusválida. No se va a poder defender. Le tengo que dar la máxima cantidad de herramientas para que se pueda defender y para que cumpla su misión de defensa adecuadamente. Si no, no sería justo. Ahora, esto, ¿qué implica? Que la mujer tenga disponibilidad. Ah, bueno, entonces es un problema de mujer y ella deberá decidirlo.
Diálogo: ¿Y las expectativas de la pareja? ¿De los hijos?
Contralmte. Uriarte: Eso es decisión de ella. No es problema de la institución
Diálogo: Como en otras profesiones…
Contralmte. Uriarte: Exacto. Es un asunto personal. Como ocurre en muchas actividades, una mujer que es azafata de un avión también vive tiempo fuera de su casa, viajando continuamente. Tal vez es muy burda la comparación, pero hay muchas profesiones que exigen que la mujer planifique su vida, la mujer y el hombre, su pareja, quien fuera. Por ello afirmo: “Planifique su vida”, porque si no, las dos cosas no las puede hacer. Y termina una en desmedro de la otra, o resignándose a funciones o actividades que exijan menos.
Diálogo: ¿Est;a de acuerdo con tener mujeres en zonas de combate?
Contralmte. Uriarte: Estoy de acuerdo, porque en realidad históricamente la mujer siempre participó voluntariamente, de distintos modos, en zonas de combate. Y además, la mujer participa involuntariamente en zonas de combate en general como parte de la población civil, y en ese caso es la más afectada, aunque no sea combatiente. En general, la mujer en una zona de combate ha demostrado tener capacidad de resiliencia con todas las letras. Desde tratar de resistir a los distintos ataques, a las distintas violencias de tipo sexual que tiene por el hecho de ser mujer. Tratar de resguardar a sus niños, a los mayores que han quedado; tratar de conseguir alimentos para que su familia subsista; tratar de volver a reunir a la familia. Es decir, tiene que desarrollar destrezas sí o sí, aun siendo civil. Y ha demostrado tener espíritu y fortaleza para hacer eso. Yo pienso que si una mujer elige ser combatiente, o elige ser parte activa de una fuerza armada y por ende va a ir a combatir, no va a tener más riesgos que el resto. Creo que hoy por hoy en algunos casos se acepta, aunque persisten las restricciones y aún hay fuertes debates.
Diálogo: Hay varios textos al respecto.
Contralmte. Uriarte: ¡Sí, y no se ponen de acuerdo! Unos dicen una cosa, otros afirman lo contrario. Algunos argumentan que debilita el espíritu de la tropa porque en realidad los hombres se preocupan por cuidarla. No sé por qué se preocupan por cuidarla, pero bueno, me parece un argumento muy débil. Otros dicen: “No, porque son una tentación; en una situación de adrenalina, ver la mujer es una tentación”. Son argumentos estúpidos. Pienso que en realidad, es un tema cultural porque las mujeres en la guerra se mueren como los hombres. ¿O al hijo le va a doler más que se muera la madre a que se muera el padre? ¿Estamos conscientes? O sea, los dos son seres humanos. ¿Cuál es la diferencia? En una zona de guerra así la mujer realice tareas de apoyo está sometida al mismo riesgo que cualquiera de los combatientes. Además cuando uno ingresa a la institución armada, lo primero que hace es el juramento de defender a la nación o a la patria, hasta de perder la vida de ser necesario. Lo hacen los hombres y lo hacen las mujeres. Entonces, si juró defender a la patria y si es necesario, o porque la situación lo amerita, tengo que perder la vida, pues ya se comprometió, entonces está actuando en consecuencia. Si no, las mujeres no debieran jurar. Me parece que hay una serie de incoherencias que no tienen que ver con las capacidades.
Diálogo: Además, hay que pensar que la guerra cambió, la guerra tradicional que vemos en las películas, ya no existe.
Contralmte. Uriarte: Eso es real. Toda la caballería de este lado, enfrentada a la caballería del otro lado, combate cuerpo a cuerpo, eso ya no existe. O sea, hoy por hoy, más allá de que el objetivo es la defensa, la defensa no es la guerra, la guerra es la última instancia. La defensa es otra cosa. Para la defensa se necesita gente capaz, inteligente, en muchas áreas de conocimiento para lograr un equilibrio estable que genere la disuasión. Y en el caso de que ocurra, la función que están cumpliendo hoy las mujeres en las misiones de paz, sea para la restauración, intervención o restablecimiento de la paz para lograr que esa nación o ese país recupere su autonomía y su capacidad, institucionalmente hablando. La tarea que hacen las mujeres en esas intervenciones es realmente para destacar. Pienso que es una de las áreas donde hoy por hoy es indiscutible la participación de la mujer. Y de hecho se pone de manifiesto en numerosas publicaciones. Nosotros tenemos nuestra propia experiencia, pero hay países que tienen mucha más experiencia y todos afirman que realmente la tarea de la mujer en ese tipo de actividad es muy importante.
Diálogo: ¿Por qué las mujeres destacan tanto en las misiones de paz?
Contralmte. Uriarte: Es que la mujer tiene una perspectiva distinta. Y en esos ambientes tan críticos, tan complejos que no son solo guerra hay otros aspectos sociales, económicos, de todo tipo, en donde realmente la influencia de la mujer es fundamental. No es lo mismo ver a una mujer de uniforme que ver a un hombre, sobre todo por la idiosincrasia que tienen o por el grado de afectación que ya han tenido. Entonces, la forma de poder abordar y llegar a esa persona es mucho más fácil para la mujer, porque genera más confianza. Y una puede, de alguna manera, intervenir en forma más directa. Porque el hombre, en general, por muy bien intencionado que sea, suele tener rechazo por parte de la población civil. Por historia, por cultura… A la mujer no le pasa eso. Poder aprovechar esa situación para intervenir en forma directa y lograr de alguna manera recuperar y restaurar la paz es importante. A mí me parece que es fundamental, más allá de las tareas específicas, que tradicionalmente han desarrollado en el área de asistencia sanitaria.
Diálogo: ¿Cómo cuáles?
Contralmte. Uriarte: Me parece que en esta relación de construcción y restauración de vida con la población civil, es vital la presencia de la mujer por su capacidad de contención y empatía. De hecho, si uno observa en los países donde la seguridad y la defensa están asociadas, hay muchísima más participación de mujeres. Porque en el área de seguridad, donde hay más contacto con la población civil, hay más mujeres que en el área específica de la fuerza armada. Y creo que está fuera de discusión, o sea, es difícil que hoy alguien pregunte por qué las mujeres están en los cuerpos de seguridad interior, policías. Parece natural, ¿no?
Diálogo: ¿Ud. está de acuerdo con el sistema de cuotas para que más mujeres entren a las fuerzas armadas o de seguridad?
Contralmte. Uriarte: No, la verdad, que no. No estoy de acuerdo con el sistema de cuotas porque en realidad creo que cuando se analiza desde el punto de vista numérico, el número no dice mucho respecto a la verdadera integración de la mujer en la institución. Puede no ser tan numeroso y haber una buena integración, y puede ser excesivamente numeroso y seguir estando relegada, o sea, el número no nos da una pauta que garantice igualdad. Sí, es un comienzo, pero no determina lo que va a pasar después. Es decir, si no hay una voluntad y no hay una cultura organizacional de que es necesaria la contribución de la mujer en la institución, los números van a ser solo números porque no se van a vencer los obstáculos y no va a haber en muchos casos retención de esas mujeres. La verdadera integración no está asociada al número. A mí me parece que las cuotas son peligrosas en una institución armada, porque en realidad atentan contra una selección eficiente. Es imprescindible poder seleccionar la persona más apta y más capaz para esa tarea, independientemente de que sea mujer u hombre.
Diálogo: ¿Qué es lo que habría que hacer para no caer en una cierta discriminación? ¿Es una acción positiva?
Contralmte. Uriarte: En realidad, el proceso de selección, tanto para ingresos como para ascensos, puestos o cargos, debiera ser un procedimiento transparente. El procedimiento en sí debiera ser transparente a efectos de asegurar que no haya discriminación. Si en el procedimiento de selección o ascenso, en el análisis o la evaluación se introducen preconceptos que tengan que ver con el género, evidentemente vamos a estar de algún modo poniendo obstáculos para el ingreso o para que la mujer ascienda u ocupe un cargo.No creo tampoco en la acción positiva, es decir, si tengo un grupo de gente y tengo que decidir sobre un ascenso o un cargo importante, de ese grupo analizo sus carreras, perfiles, desempeños, destrezas, experiencias en el área. Pero lo analizo independientemente de si es mujer u hombre. “¿Y quién es el que está mejor calificado? Este. Ah, es mujer; ah, no, es hombre”. Tiene que ser transparente, si eso es transparente se asegura que cualquiera llega. Hay igualdad de oportunidades, no hay igualdad de número, porque es voluntario, o sea, ingresar a una institución como una fuerza armada es voluntario. Tomar o no tal especialidad es voluntario. Cuando se habló, por ejemplo, en poner un sistema de cuotas en las armas cerradas (infantería, caballería), que en un primer momento las mujeres no podían acceder, se planteó: “Bueno, vamos a poner una cuota”. ¿Por qué? Si fijamos una cuota, obligamos a mujeres que no quieren hacerlo, porque la elección del arma viene en el segundo año del colegio militar, no en el primer año. Entonces, si fijamos: “Por lo menos diez tienen que entrar en esta especialidad”, si del grupo de mujeres disponible no hay suficientes voluntarias terminaran obligando al resto porque se debe cumplir la cuota. En otro orden, supongamos que existan 10 voluntarias. Ahora, esas 10 voluntarias, ¿son capaces, aptas, son las mejores dentro de todo el grupo que tenemos? ¿O las designamos porque son mujeres? No sirve. Eso no contribuye. La legitimidad la da la competencia. Y no debe haber peor situación que no tener legitimidad. Y mucho menos en una institución armada, donde se debe conducir personal y prepararlo para llevarlo a la guerra. Es decir, si mis subordinados presumen que yo tengo a cargo ese batallón o ese buque o lo que fuera porque soy hija de, amiga de, o porque soy mujer, no podrán ver en mi a un líder ni confiar plenamente en las decisiones que tome.
Diálogo: ¿Cree que el ambiente es más propicio para que las mujeres puedan ascender a oficiales generales?
Contralmte. Uriarte: Yo creo que en nuestro país y en muchos países de Latinoamérica ha influido mucho el hecho de que hayan llegado mujeres a altos cargos políticos de decisión. En muchos países latinoamericanos ocurrió eso, en los ministerios de defensa, en las presidencias, en cargos políticos importantes. Eso para mí fue fundamental para el avance en este sentido. Porque digamos, si una mujer puede ser ministra de Defensa o puede ser presidenta de una nación, si puede dirigir un país y tomar decisiones al respecto de ese país, ¿por qué estamos discutiendo si puede ir sentada en un tanque?
Diálogo: ¿Es necesario un cambio cultural?
Contralmte. Uriarte: Sí, me parece que eso es fundamental para la evolución; sí, se requiere un cambio cultural. Si la organización hace el cambio cultural el camino está allanado. Eso es solamente un tema de esfuerzo de determinación de voluntad. No es un tema de luchar contra la organización, porque la organización no es receptiva. La organización es receptiva cuando se produce el cambio cultural. Conforme hay cambios sociales, eso se derrama en todas las actividades. Hoy por hoy en todos los ámbitos hay mucho cambio en el sentido de formar con perspectiva de género. Ya desde temprana edad se empieza a formar con la premisa de que el rol no está asociado a lo biológico. Que el rol está asociado a las voluntades y capacidades, pero no a lo biológico. Cuando se forma a la persona desde pequeño con ese concepto, cuando llega a la adultez las cosas son naturales. Hoy estamos en una etapa de transición, ya hay generaciones que esto no lo vivieron y tenían otro concepto, otro paradigma, otro estereotipo. Y entonces, “la mujer, adentro, en lo privado, cuida la casa, no hay nadie que la administre mejor, no hay nadie que cuide a los chicos…”. Bueno, “el chico que no tenga a la mamá en su casa será minusválido”. Yo me crié en un hogar en que mi mamá no estaba mucho en casa y no fui minusválida. Otro paradigma era que el hombre era el que decidía. Por ejemplo, me acuerdo que al principio me preguntaban: “¿Y usted es militar?”, “Sí.”, “¿Y qué piensa su marido?”. “No sé, pero, ¿tiene que pensar algo mi marido?”.
Diálogo: ¿Tiene alguna anécdota con relación a su marido y la carrera militar?
Contralmte. Uriarte: Bueno, en realidad casi siempre fui menos sorpresa que mi marido, porque generalmente despertaba muchas inquietudes. “¿Que pensaba, como se sentía, que opinaba? ¿O como lo soportaba?”. Por citar una anécdota más reciente, cuando fuimos en misión a España mi marido había pedido licencia en su trabajo para acompañarme. Cuando lo conocían la primer pregunta era: “Perdón, ¿y usted qué hace?”. Mi marido respondía: “Ser esposo de la agregada, ¿le parece poco? El esposo de la agregada tiene mucho trabajo que hacer, y yo soy esposo de agregada.” [Risa] ¿El hombre está de licencia y acompaña a la esposa a los eventos y representaciones como esposo? Eso sí fue una sorpresa.
Diálogo: ¿Hay que seguir conmemorando el Día Internacional de la Mujer?
Contralmte. Uriarte: Normalmente cuando se instaura “El día de…” es por algo. Para conmemorar, en caso de una persona ilustre, o de un acontecimiento que es necesario recordar, para resaltar un hecho histórico, etc. Pero hay veces que se pone “El día de…” con el objetivo de sensibilizar, de poner en la agenda pública y privada, de los estudiosos y de toda la sociedad; un problema que en este caso es el tema de la mujer. ¿Es necesario? Sí, es necesario. El Día Internacional de la Mujer está vigente desde 1975, se puso en el marco de la Organización de las Naciones Unidas, con ese objetivo; de que al menos un día alguien hable del tema. Alguien habla, se obliga a hablar, aparecen los que piensan, los sicólogos. Se hace un balance, un análisis, se dice “progresamos, no progresamos, ocurre esto, no ocurre aquello”. Es un tema que me parece que es importante que se mantenga porque aún estamos muy lejos de lograr los objetivos.
Diálogo: Hablando de romper barreras y ser ejemplo para otras mujeres, qué tiene que decir de Eliana María Krawczyk, la primera submarinista en Latinoamérica y que desafortunadamente desapareció en el ARA San Juan.
Contralmte. Uriarte: Desafortunadamente es un profundo dolor para todos. Pero ella fue realmente una pionera con todas las letras, y un ejemplo para las jóvenes que sueñan con ser militares. Yo confío en la fortaleza de las mujeres. Soy una defensora a muerte en el sentido de que son capaces de dar todo por lo que creen, por su vocación. Son capaces de afrontar las situaciones más críticas, y entonces, no creo que esto actúe como un efecto negativo, al contrario, será algo positivo. A aquella mujer que realmente le guste la profesión, supongo que no dudará en serlo, porque ya tiene una referente.
Diálogo: ¿Hay un legado que quiera dejar a sus sucesoras?
Contralmte. Uriarte: En realidad no creo ser ejemplo de nadie, considero que hay mucha gente valiosísima. En general he tenido un beneficio, por supuesto ocasional y circunstancial, que tiene que ver con que ingresé en la primera promoción. Tal vez si hubiera ingresado en la segunda no estaría en la misma situación. Obviamente hay que ponerle esfuerzo, pero la circunstancia ayuda. Creo que tuve las oportunidades adecuadas, y las supe aprovechar, nada más que eso. Lo que sí estoy convencida que cuando uno pasa por determinado lugar tiene que dejar huella, lo único que pretendo es dejar una huella en el camino que transité y haber de algún modo trabajado y asesorado para que la institución evolucione, para que la institución confíe en la capacidad de las mujeres. Haber contribuido desde mi humilde lugar a que de alguna manera la perspectiva de género y la integración de género sean algo real. Solo les diría a las mujeres: “En la Armada, el único impedimento es la falta de voluntad y compromiso. Nada en la vida es gratis”.