China y Cuba llegaron a un acuerdo secreto donde Pekín instalará una nueva base de espionaje electrónico en territorio cubano, que interceptará comunicaciones de todo tipo. Como compensación por el “permiso” Beijing pagará miles de millones de dólares al régimen cubano, indicó el diario estadounidense The Wall Street Journal (WSJ).
“El régimen cubano es capaz de cualquier cosa a cambio de dinero. Es muy probable que esta base de espionaje ya está instalada y funcionando”, dijo el 11 de julio a Diálogo Carlos Sánchez Berzaín, director del Instituto Interamericano para la Democracia, con sede en Miami.
Según WSJ la base de espionaje en la isla, a unos 150 kilómetros de Florida, sería estratégicamente importante para obtener información del tráfico marítimo en una región con numerosas bases militares, así como para monitorear las comunicaciones electrónicas en el sureste estadounidense.
Un reportero de Reuters reportó el 14 de junio la presencia de antenas parabólicas, una cúpula de metal y una cerca de alambre con púas con advertencia de “zona militar”, en el pueblo cubano de Bejucal. La base en cuestión viene suscitando desde hace tiempo preocupación de que se esté utilizando para una operación de recopilación de información de los servicios de inteligencia chinos.
Tanto el Gobierno cubano como el chino negaron que la base albergue una estación de espionaje, reportó Reuters. Sin embargo, según la plataforma estadounidense CNN, Cuba accedió a permitir a China establecer la controvertida instalación y ahora están en marcha nuevos esfuerzos chinos.
Los expertos llevan tiempo señalando los esfuerzos globales de Pekín para expandir su infraestructura de logística y recolección de datos en el extranjero. Esfuerzos que permiten a los militares chinos proyectar y mantener el poder a distancias cada vez mayores, refiere la revista estadounidense Politico.
Acorde a CNN, China opera bases militares y de inteligencia en la isla caribeña al menos desde 2019, mejorando sus instalaciones de recolección de información en Cuba. Ahora Pekín podría buscar monitorear las comunicaciones que atraviesan líneas y redes inalámbricas.
Huawei – ZTE
En este escenario, según WSJ, funcionarios estadounidenses realizaron un monitoreo de los empleados de las empresas de telecomunicaciones chinas Huawei y ZTE, que ingresaban y salían de instalaciones sospechosos de espionaje chino en Cuba. Los equipos de estas empresas están subvencionados por el Gobierno chino, señala en Internet The Hill, de los EE. UU.
Los equipos de Huawei y ZTE, utilizados en países en desarrollo por su bajo costo, contienen un código integrado que podría enviar información confidencial a China, indica el diario North África Post. Estos dos fabricantes tienen vínculos con el ejército chino, el partido comunista y la comunidad de inteligencia china.
“China busca una disputa a la hegemonía mundial. Sabe que los Estados Unidos son la potencia líder del mundo. Pekín quiere ocupar esa posición, pero le falta condiciones económicas, militares y políticas”, expresó Sánchez.
Prioridades claras
En 2017 China promulgó la Ley Nacional de Inteligencia de la República Popular China, que autoriza al Estado a utilizar diversos activos, incluidos los “no tradicionales” para la recopilación de inteligencia, para asegurar la seguridad nacional, indicó el diario mexicano El Economista.
Esta ley otorga poder a las agencias chinas civiles y militares para obtener apoyo, asistencia y cooperación de instituciones, organizaciones y ciudadanos del país, precisó. El Gobierno chino estableció dos prioridades claras: obtener secretos tecnológicos y secretos militares de otros países.
El régimen chino intentó ya espiar las comunicaciones electrónicas de la región mediante interferencia de señales. Un globo espía chino sobrevoló los EE. UU. en enero y febrero de 2023, mientras que otro fue avistado sobre Latinoamérica, ambos sospechosos de intentar recopilar información de inteligencia, señaló CNN.
“Las bases de espionaje chinas […] son una realidad”, dice Sánchez. “China tiene bases en Argentina, controla satélites en Bolivia y Venezuela, y busca penetrar a Perú. Pekín también se involucra en la venta de armas, aviones y desarrollo portuario, metiéndose en todo lo que puede”.
Proyectar poder
La única base militar extranjera declarada de China está en Djibuti, África, y realiza una campaña global de desarrollo portuario, para establecer una red de puertos marítimos militares y bases de inteligencia, para proyectar su poder a nivel mundial, reportó el diario colombiano El Tiempo.
Empresas chinas controlan cerca de 100 puertos en más de 60 países. Uno de los proyectos en curso es la construcción del puerto de Chancay en Perú, operado por Cosco Shipping Ports con una inversión de USD 3000 millones, que comenzará operaciones en 2024, reporta en Internet Mundo Marítimo, desde Chile.
En Latinoamérica y el Caribe, los puertos con inversiones chinas incluyen, entre otros, Lázaro Cárdenas, Ensenada, Manzanillo y Veracruz, en México; Freeport en Bahamas; Kingston en Jamaica; Balboa y Colón en Panamá; Paranaguá en Brasil y Buenos Aires en Argentina.
“Estados Unidos debe establecer una política exterior coherente con Latinoamérica, basada en los principios de la cumbre de 1994 [Primera Cumbre de las Américas]: democracia, lucha contra el narcotráfico, desarrollo sostenible y libre comercio. Esto ayudará a contrarrestar la presencia perjudicial de China, Rusia, Irán y las dictaduras que buscan socavar la democracia en la región”, concluyó Sánchez. “Es fundamental que los países latinoamericanos restauren la democracia como un derecho de los pueblos de las Américas. Los gobiernos deben promover y defender este derecho, según la Carta Americana. Las dictaduras en Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua violan el ordenamiento jurídico internacional”.