El 1.º de agosto de 2017, en el 90.º aniversario de la fundación del Ejército Popular de Liberación (EPL), China abrió su primera base naval extranjera en Djibouti, un país del África oriental. Rápidamente surgieron interrogantes en cuanto a las futuras intenciones de China: ¿Abrirá otras instalaciones similares? De ser así, ¿en dónde y qué tan pronto? Aunque crecía el interés por conocer las ambiciones militares internacionales de China, no hubo respuestas. Cuando les preguntaban a funcionarios del gobierno chino, oficiales del EPL y académicos de centros de estudios de ese país si había planes para establecer bases navales adicionales u operar más allá de sus propias fronteras, éstos siempre evitaban responder. Entonces, a los analistas no les quedó otra alternativa que monitorear si China daba señales que evidenciaran sus intenciones a futuro. Los observadores de seguridad internacional solo podían especular cuáles serían los próximos pasos de China.
Aunque en el breve período que siguió, muchas cosas cambiaron: los estrategas chinos ahora expresan abiertamente que buscan acceso y presencia. Analizan opciones, debaten las ventajas desde distintos enfoques y enfatizan que las ubicaciones en el extranjero serán inevitablemente necesarias para asegurar los intereses cada vez mayores de su país. Entonces, si hoy los analistas chinos y planificadores militares hablan más abiertamente del enfoque chino de acceso y posicionamiento mundial, ¿qué es lo que dicen? ¿En qué criterios se basan? ¿Qué tipos de instalaciones tienen en mente? ¿Tienen interés en un determinado lugar del mundo? Un grupo emergente de académicos occidentales sobre asuntos militares chinos, aprovecha los escritos militares y académicos de China para proporcionar información sobre el pensamiento chino sobre varias de estas preguntas.
Formas de acceso alternativas
Los datos parecen indicar que las instalaciones militares especializadas que China abrió en Djibouti no representarían el enfoque de acceso y posicionamiento chino que aplicará en el futuro. En investigaciones recientes, los doctores Isaac Kardon, Conor Kennedy y Peter Dutton, del Instituto de Estudios Marítimos de China de la Escuela de Guerra Naval de los EE. UU., sugieren que a los planificadores militares y civiles chinos no les importa tanto contar con una extensa red de instalaciones militares abiertas, sino más bien encontrar formas de acceso alternativas.
Kardon y sus colegas manifiestan que en la comunidad de estrategas chinos está surgiendo el consenso de que para lograr un acceso militar global es necesario adoptar un enfoque que favorezca la flexibilidad, y aproveche la presencia de empresas chinas en los puertos comerciales de todo el mundo, para brindar el apoyo logístico necesario para operaciones navales en zonas remotas. En resumen, si bien los planificadores chinos han estudiado el modelo estadounidense de bases militares avanzadas permanentes, que permite una proyección de poder global, hoy no parecen interesados en recrearlo. Más bien, las investigaciones sugieren una red de puntos de acceso, o “puntos de apoyo estratégico en el extranjero” que permitirán un conjunto más limitado de actividades operacionales: aseguramiento de cuellos de botella marítimos claves y líneas de comunicación marítimas, escolta de transporte marítimo civil, protección de los derechos marítimos, así como también operaciones antipiratería, operaciones de evacuación de no combatientes y, posiblemente, operaciones de interdicción marítima limitadas.
Además de analizar el valor que tendrán en el enfoque chino los “puntos de apoyo” comerciales o de uso dual para desarrollar el acceso y posicionamiento militar a futuro, los planificadores chinos también analizan los criterios para elegir dichos lugares. En declaraciones ante la Comisión de Revisión de la Economía y la Seguridad entre los EE. UU. y China de 2019 y 2020, Kardon puntualizó que los analistas chinos buscan acceso en muchas de las ubicaciones que elegirían las armadas de sus homólogos. Los analistas chinos parecen inclinarse por sitios cercanos a cuellos de botella estratégicos o áreas propensas a las crisis, que tengan condiciones ambientales favorables para el fondeo de barcos, sean fáciles de defender y se encuentren en Estados bien gobernados que tengan un buen concepto de Beijín.
Uso de los puertos

No obstante, Kardon menciona una consideración extra, una característica propia del enfoque chino que genera dudas sobre la trayectoria a futuro de los esfuerzos del país para obtener acceso: al parecer, los planificadores chinos pretenden aprovechar el creciente número de puertos que son propiedad o funcionan bajo las órdenes de empresas controladas por el Estado chino. Según Kardon, esta preferencia se basa en la experiencia operacional que tuvo hasta ahora la Marina del EPL (sus operaciones antipiratería en el golfo de Adén han sido, en gran medida, apoyada por acuerdos de administración comercial), aprovechando el estatus de líder mundial de China en materia de construcción y operación de instalaciones portuarias comerciales en todo el mundo.
Según Kardon, las empresas estatales chinas poseen u operan al menos una terminal en 59 puertos de todo el mundo, y tienen intereses en 18 proyectos portuarios solo en el hemisferio occidental, varios de los cuales se encuentran cerca de cuellos de botella claves y geoestratégicos, como el Canal de Panamá. En la medida en que compañías chinas sigan controlando las operaciones de dichos puertos, éstas tendrán un importante margen de maniobra para garantizar el acceso a buques, organizar posicionamiento anticipado y almacenamiento de suministros, y facilitar el mantenimiento y transbordo de productos y personal, para habilitar el despliegue de buques que operarán por períodos prolongados, lejos de su país de origen.
Sin duda, algunos países no aceptarían que se desarrollen dichas actividades, pero Kardon señala acertadamente que tales arreglos podrían concretarse si las fuerzas militares chinas llevaran a cabo operaciones militares legítimas o justificables, o si abordaran problemáticas de seguridad de la nación anfitriona. Además, es probable que dicho acceso se habilite en países en donde haya bajos niveles de transparencia en operaciones de contratación y supervisión estatales, o en países en donde China tenga ventaja por sus relaciones comerciales, inversiones y préstamos con la nación en donde se sitúe un puerto en particular.
Una serie de zonas concéntricas
La presencia de China en puertos comerciales de todo el mundo brinda a los dirigentes chinos amplias opciones para el desarrollo de dicho acceso, pero según expertos occidentales en asuntos de seguridad chinos, por ahora, la prioridad de China sigue estando en donde uno lo esperaría: cerca de la patria. En declaraciones ante la Comisión de Revisión de la Economía y la Seguridad entre los EE. UU. y China de 2020, el Almirante de la Marina de los EE. UU. (r) Dennis C. Blair, exdirector de Inteligencia Nacional de los EE. UU. y exjefe del Comando del Pacífico de los EE. UU., indicó que los pensadores estratégicos chinos ven el mundo como una serie de zonas concéntricas. La primera zona, la más importante, comienza en la misma China, y abarca áreas del norte, sur, este y oeste del país, incluyendo la periferia marítima del este y sur de China. Tal como dijo el Almte. Blair, la periferia inmediata de China se lleva la mayor parte de la planificación, programación, ejercicios y presupuesto del país. Hasta que no se resuelva la situación de Taiwán, es poco probable que esto cambie.
Sin embargo, la siguiente región en importancia para los estrategas chinos, en donde realmente están los intereses de China en el extranjero, es Asia Central y Asia Meridional, desde Medio Oriente, abarcando el océano Índico, hasta el Sudeste Asiático. En esta zona están los cuellos de botella por los que circula gran parte de las importaciones de energía de China, incluyendo el estrecho de Malacca, el estrecho de Ormuz, el estrecho de Bab-el-Mandeb y el canal de Suez. En la región, el EPL desarrolla operaciones internacionales de alto perfil; operaciones antipiratería y de escolta de la Marina del EPL bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas desde 2008 y, como era de esperarse, es el área geográfica de mayor interés en los debates sobre lugares de acceso y posicionamiento potenciales. Si bien la constitución de una “instalación de apoyo” en Djibouti resolvió algunas de las preocupaciones de la Marina del EPL, en cuanto a la capacidad china de brindar apoyo a las operaciones permanentes en el área, parece que los planificadores militares chinos creen necesitar más ubicaciones de acceso para asegurar tanto el extremo este como el oeste de la ruta que China considera su “línea de vida marítima”.
Aunque es posible que los dirigentes de Beijín prefieran optar por mejores alternativas para proteger los intereses de su país en el mundo y que los planificadores chinos consideren diversas formas por las que China podría obtener acceso y posicionamiento para facilitar esas alternativas, nada garantiza que la potencia asiática triunfe en su búsqueda por mejorar su posicionamiento militar a nivel global. Hay varios factores que impedirían que Beijín desarrolle una red de instalaciones para llevar adelante operaciones militares sostenidas, o incluso periódicas, fuera de la zona Asia-Pacífico.
Uno de los factores más preponderantes son las opiniones de las naciones de todo el mundo con respecto a la presencia de militares chinos en sus territorios, en sus periferias, o en las cercanías de cuellos de botella marítimos, de gran importancia estratégica. A excepción de Corea del Norte, que mantiene con China un tratado de “amistad, cooperación y asistencia mutua”, China no tiene alianzas militares que propicien apoyo rápido o fácil para establecer instalaciones del EPL de uso militar, o incluso dual, en suelo extranjero. Mientras que expertos como Kardon señalan que existe un código que establece el estatus de fuerzas entre integrantes de la Organización de Cooperación de Shanghái, liderada por Beijín, y tratados que facilitan la presencia para apoyar ejercicios con las fuerzas armadas rusas, aparte de Djibouti, no existen acuerdos que faciliten la presencia permanente de soldados del EPL en suelo extranjero.
Presencia china en suelo extranjero
Los observadores indican que China podría conseguir un socio potencial viable e iniciar diálogos, pero la lista de países del mundo que hoy estarían dispuestos a ello es corta. En general, las naciones ven con desconfianza los pedidos de albergar fuerzas militares extranjeras en su territorio; solo aceptan hacerlo cuando es de su interés o si se ven obligados. Aquellos países que históricamente han vivido la experiencia de la colonización u ocupación extranjera ven la idea incluso más crítica. Dado el nivel de preocupación actual de los Estados Unidos, el Reino Unido, Australia, Japón e India con respecto a las intenciones de Beijín, las naciones dispuestas a considerar la posibilidad de tener presencia china en sus territorios, tendrán que estar dispuestas a enfrentar las repercusiones políticas, diplomáticas y económicas que podrían derivarse de tal elección.
Sin duda, algunos países considerarían hacerlo, en especial aquellos que están aislados y decepcionados por el orden liberal internacional liderado por Occidente. No obstante, si China anunciara la apertura de otra base militar o punto de acceso de uso dual en el extranjero, es posible que las principales potencias mundiales se vean obligadas a responder. Si bien las decisiones geopolíticas no siempre son el resultado de un análisis lógico de costo-beneficio, es de esperarse que los líderes del mundo procedan con cautela al tener en cuenta medidas que podrían desencadenar una respuesta de las fuerzas militares más poderosas del mundo, y de los líderes de aquellas naciones que siguen conduciendo, en gran medida, los asuntos políticos y económicos del mundo. Una decisión de esta naturaleza, en general, ¿beneficiaría o perjudicaría al país que acuerde brindar al EPL acceso a la instalación de una base naval?
Aunque es más probable que hoy China pueda obtener ese acceso de forma rotativa y mediante acuerdos comerciales en lugares donde las empresas controladas por el Estado chino tienen presencia estable, incluso ese camino conlleva altos costos financieros y de reputación. Cualquier intento deliberado de militarizar instalaciones comerciales, si esto afecta operaciones o la circulación de productos y servicios, podría poner en riesgo los intereses comerciales de la nación en donde se encuentran las instalaciones, o de otros que las utilizan.
Estos intentos también supondrían altos costos de reputación para China y empresas chinas que por casi tres décadas han trabajado para tener presencia en puertos comerciales y empresas de logística en todo el mundo. Durante décadas, los líderes chinos han asegurado que sus intereses son solo de naturaleza comercial. Las acciones que demuestren lo contrario podrían perjudicar inexorablemente la credibilidad de Beijín, poniendo en riesgo el acceso chino a puertos comerciales de todo el mundo. En caso de enfrentar una contingencia global, los funcionarios de Beijín podrían considerar aceptable tal costo de oportunidad. Es difícil creer que lo harían, para evitar situaciones que pondrían en riesgo los principales intereses nacionales de China.
Según artículos militares y académicos chinos, queda claro que las opiniones de planificadores y estrategas chinos han evolucionado. El hecho de que analistas de seguridad chinos hablen abiertamente sobre la necesidad de acceso y posicionamiento de China es, en sí mismo, una prueba de ello, y constituye un aspecto relativamente nuevo en asuntos de seguridad del país asiático. Si nos guiamos por la historia, la visión de los estrategas chinos seguirá adaptándose a medida que se vayan extendiendo los intereses de China, que crezcan las capacidades expedicionarias de su Marina y Cuerpo de Infantería de Marina y que cambie el entorno de seguridad internacional ante estos eventos. Si nos guiamos por la perspectiva de los planificadores chinos, el mundo debería observar y tener la mente abierta ante el modo en que China procederá con respecto a su siguiente lugar de posicionamiento: China abrió su base en Djibouti con un comunicado de prensa, una ceremonia de izado de banderas y el despliegue de buques y cientos de militares para celebrar la ocasión. A lo mejor, Beijín no será tan obvio la próxima vez.