El Gobierno chino insiste en que la detención y reeducación de los uigures y otras minorías étnicas musulmanas forman parte de operaciones antiterroristas legítimas.
Las autoridades chinas han internado a más de un millón de uigures, kazajos y otros musulmanes, en campos donde los prisioneros se ven obligados a renunciar a su identidad religiosa y étnica, y a jurar fidelidad al partido comunista. Los prisioneros son torturados y obligados a trabajos forzados. El objetivo principal de la represion son los intelectuales uigures cuya escritura y enseñanza promueven la cultura uigur.
Más aún, el Gobierno chino derriba cementerios uigures para impedir que las familias observen la tradición uigur y los ritos funerarios islámicos, prohíben a los padres poner a sus hijos nombres islámicos y obligan a los musulmanes a comer cerdo o a beber alcohol (ambos prohibidos por el islam), para impedir a las familias musulmanas a practicar su fe.
“La campaña represiva de China en Sinkiang no tiene que ver con el terrorismo”, dijo el secretario de Estado de los EE. UU. Mike Pompeo en una reunión de Estados de Asia Central, durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre. Trata “sobre el intento de China de borrar la fe y la cultura musulmana de sus propios ciudadanos”.
Esa misma semana, el embajador chino afirmó que los campamentos constituyen experimentos útiles en la lucha antiterrorista preventiva.
El vicesecretario de Estado de los EE. UU. John Sullivan rechazó rotundamente las afirmaciones de China, diciendo que la idea de que el Gobierno chino está llevando a cabo la lucha antiterrorista es una “narrativa falsa”. Los musulmanes uigures “pueden ser detenidos simplemente por poseer libros sobre religión y cultura uigur, recitar el Corán en un funeral o incluso vestirse con la media luna musulmana”, dijo.
En un artículo del mes de mayo escrito por Sam Brownback, embajador en misión especial para Asuntos de Libertad Religiosa Internacional en el Departamento de Estado de los EE. UU. y Nathan Sales, coordinador para la lucha contra el terrorismo del Departamento de Estado de los EE. UU. indicaron que lo que China está haciendo no es antiterrorismo, sino “una represión fea, a escala masiva”.