Las fuerzas de seguridad de Brasil colocaron la lupa sobre la relación de comunidades chiitas, que habitan la Triple Frontera que comparten Argentina, Brasil y Paraguay, con la organización terrorista libanesa Hezbolá, a través de operaciones financieras ilegales y de contrabando.
“Ante la presencia de estos grupos, las medidas de cooperación para monitorear el terrorismo, por ejemplo en materia de Triple Frontera, están vigentes”, dijo a Diálogo Juan Battaleme, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en Argentina, respecto a los protocolos de seguridad de los países de Sudamérica.
Esta situación fue advertida por Christian Vianna, agente especial de la Policía Federal de Brasil y subsecretario de Inteligencia e Integración, de la Secretaría de Estado de Justicia y Seguridad Pública de Minas Gerais, durante el curso especial de posgrado Terrorismo y Radicalización de la Violencia en el Cono Sur, organizado por el Centro de Estudios sobre Seguridad Hemisférica, Terrorismo y Criminalidad Financiera, de la UBA, que terminó a inicios de diciembre.
El sitio de noticias argentino Infobae reportó que en el seminario, que contó con el apoyo de la Fundación de Investigación en Inteligencia Financiera (FININT), de Buenos Aires, disertaron especialistas en terrorismo y seguridad.
“Alrededor de un millón de libaneses chiítas en Foz de Iguazú, San Pablo y Curitiba, mantienen lazos estrechos con Hezbolá”, alertó Vianna. “La Operación Mendaz, en 2015, descubrió que una red de simpatizantes del Estado Islámico movió ilegalmente durante cinco años más de USD 10 millones, que tenían como destino Líbano”.
Los delincuentes tenía empresas que usaban para el lavado de dinero proveniente de actividades como el contrabando, que luego enviaban los activos al Líbano y de ahí a Siria, agregó Vianna.
Además, continúa Infobae, durante la Operación Hashtag, descubrieron los planes de 10 brasileños que no tenían ascendencia árabe, pero que se radicalizaron. A comienzos de 2015 empezaron a formar una red usando Facebook y Telegram y comenzaron a planificar una maniobra que tentativamente realizarían durante los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en 2016.
Los extremistas fueron arrestados 15 días antes del comienzo de esa competencia deportiva, para ser juzgados y condenados por fomento de organización terrorista, acto preparatorio y asociación delictuosa, reclutamiento para acto terrorista y corrupción de menores. La intención del grupo era agregar sustancias químicas a los tanques de agua de la villa olímpica para envenenar a los atletas.
El 9 de noviembre de 2023, la Policía Federal de Brasil, durante la Operación Trapiche, detuvo a dos presuntos terroristas vinculados al grupo Hezbolá, en medio del clima de alerta tras el ataque de la organización terrorista Hamas contra Israel del 7 de octubre, señaló el diario argentino La Nación.
“Se trata de dos brasileños que habían sido reclutados por Hezbollah y que eran financiados por el grupo terrorista fueron detenidos en San Pablo”, señaló La Nación. “Además, fueron ejecutadas 11 órdenes de allanamiento e incautación en San Pablo, Minas Gerais y Brasilia; y hay pedidos de prisión para dos individuos que se encuentran en el Líbano”.
Según la investigación, el grupo planeaba llevar a cabo ataques contra edificios de la comunidad judía en Brasil, incluidas sinagogas.
Por su parte, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) de los Estados Unidos, ya había alertado el 1.º de noviembre a las autoridades brasileñas, que personas sospechosas de tener vínculos con el grupo islámico Hezbolá planeaban cometer actos terroristas en Brasil, por lo cual se concretaron las detenciones, consignó la Agencia Brasil.
Juan Félix Marteau, presidente de FININT, declaró a Infobae que existe un mapa de riesgos sobre la financiación del terrorismo y el crimen organizado trasnacional que “nos advierte sobre la necesidad de que nuestros países posean dispositivos preventivos y represivos adecuados y actúen cooperativamente”.
En la Triple Frontera, diversas investigaciones concluyeron sobre la relación entre la delincuencia organizada y las redes terroristas. La lista de comercio ilícito en la región incluye narcotráfico, contrabando, tráfico de armas, trata de personas, contrabando de fauna, falsificación de productos de tabaco y alcohol y tráfico de oro, entre otros.
La presencia de Hezbolá en Latinoamérica está documentada desde la década de 1990. La organización, que controla el sur del Líbano con el apoyo de Irán, se expandió por todo el mundo, al abrigo de las comunidades libanesas fruto del éxodo que provocó la guerra civil entre 1975 y 1990.
“Es importante enfatizar que no todos los miembros de estas comunidades participan en las actividades de apoyo y financiación a Hezbolá, pero siempre que hay presencia de redes vinculadas a esa organización, se encuentran mezcladas y mimetizadas en esas comunidades chiitas”, dijo Emanuele Ottolenghi, de la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), con sede en Washington, durante un reportaje a la cadena de noticias alemana Deutsche Welle. (DW)
La porosidad que hay en la zona de la Triple Frontera, la convierte en “un paraíso” para las organizaciones criminales, justificó Juan Martens, investigador de la Universidad Nacional de Pilar, de Paraguay, citó DW.
Por tal motivo las claves para garantizar la seguridad son controlar las fronteras, incrementar inversión en inteligencia, mayor cooperación entre los tres países involucrados y más recursos para luchar contra las actividades criminales con las que se financia el terrorismo.
“Lo importante es que haya un monitoreo conjunto ante la combinación de esos factores que son el crimen organizado y el terrorismo”, analizó Battaleme. En ese sentido recomendó mejorar la comunicación de las partes y trabajar a pesar de las diferencias políticas existentes en este problema en común. “La falla no está en la falta de cooperación, sino en los mecanismos de cada país para saber qué pasa al interior de sus propias fronteras”, finalizó.