El venezolano Nicolás Maduro viajó a la República Popular China, con la intención de obtener dinero fresco que le permitiera avanzar en su agenda populista. Durante su estadía de cinco días en septiembre fue recibido por el presidente chino Xi Jinping, con quien firmó 31 documentos entre promesas, acuerdos y memorandos de entendimiento.
A su regreso, solo pudo ofrecer el presagio de que algún día llevará al espacio a un cosmonauta. Ante la insistencia de la prensa de si había obtenido los tan necesarios recursos económicos del país asiático para disminuir la profunda recesión económica, declaró: “lo que vamos es pa’ la luna”. Uno de los ofrecimientos chinos contempla la cooperación aeroespacial.
Tanto la Cancillería, como el Ministerio de Comercio Exterior, evitaron contestar sobre los contenidos y alcances de estos convenios. Según el portal venezolano Banca y Negocios, los más importantes fueron solo memorándums de entendimiento para la cooperación y desarrollo económico y la construcción de varias obras de empresas chinas en Venezuela.
Maduro anunció además que uno de los acuerdos tal vez posibilitará la exportación a China de café, aguacates y mariscos. Los medios oficialistas destacaron un acuerdo para el desarrollo de las zonas económicas exclusivas (ZEE) entre Johan Álvarez, representante de la Superintendencia Nacional que supervisa estas áreas; y Tao Yitao, directora del Centro de Investigación para las ZEE chinas.
Según la ONG Transparencia Venezuela, desde 2005 hasta 2023 China y Venezuela han entablado más de 500 acuerdos, pero ninguno de los compromisos asumidos en esta ocasión implicó un desembolso directo para el país suramericano. Lo más cercano, según Bloomberg, fue la discusión sobre una posible “asociación estratégica” entre empresas del área de hidrocarburos, adelantada por una comitiva, encabezada por Delcy Rodríguez, que estuvo en la capital china tres días antes de la llegada de Maduro.
Asdrúbal Oliveros, director del portal de consultoría económica venezolana Ecoanalítica, corroboró a Diálogo el 10 de noviembre que este viaje no produjo la entrega de dinero fresco que esperaba el régimen de Miraflores, ni siquiera mediante la reactivación de los fondos de cooperación China-Venezuela, que estuvieron vigentes entre 2005 y 2015.
Oliveros recordó que Venezuela todavía adeuda USD 18 000 millones de aquellos créditos, que totalizaron USD 62 000 millones. Recordó además que existen denuncias sobre irregularidades en la ejecución de estos programas.
“Yo creo que Venezuela para China es una oveja negra. No es el mejor país con el cual hacer negocios y mantener relaciones, pero es clave por el tema petrolero, porque está en América y porque confronta con los Estados Unido; creo que al final también se valora eso en China”, afirmó.
Corrupción y desconfianza
Un estudio presentado por la ONG colombiana Fundación Andrés Bello, un centro de investigación chino-latinoamericano, indica que a través de las tres etapas del fondo de cooperación chino-venezolano fueron financiados 82 proyectos. De ellos, el 57 por ciento “no han sido concluidos o se encuentran detenidos”.
De acuerdo con el mismo documento, “en la mayoría de los casos de las obras terminadas hubo paralización de las actividades”. Las irregularidades en la administración de los fondos fueron las razones más frecuentes y esas controversias han llegado hasta el presente. En la solicitud de extradición de 2020 formulada a España contra Javier Alvarado Ochoa, integrante del equipo del exministro venezolano de petróleo Rafael Ramírez, se reveló la existencia de un esquema de sobornos que cobraba entre el 10 y el 15 por ciento de los montos contratados, por obras para el rescate del sistema eléctrico.
“[A]horita no tienen previsibilidad con Maduro. Lo ven débil, no lo ven confiable. Venezuela no es un país estable, de otra forma no se hubieran quedado sin terminar una gran cantidad de obras comenzadas por los chinos”, dijo a Diálogo el exembajador en Egipto y exdirector de Cooperación Internacional de la Cancillería venezolana Oscar Hernández Bernalette. Agregó que el régimen venezolano clamará por el éxito de este viaje, tal y como hizo en la visita anterior de Maduro a Pekín.
“No puedes hacer un viaje (…) y decir que fue un fracaso. Claro que se logró la firma de documentos, pero el papel es hueco. Ya se han firmado tantos con los chinos, que no sé qué valor agregado puedan dar los de ahora”, concluyó.