Joseph M. Humire, experto en amenazas transregionales en las Américas y director ejecutivo del laboratorio de ideas de seguridad nacional Centro para una Sociedad Libre y Segura (SFS en inglés), describe la prolongada presencia de Irán en Venezuela como un “patrón de penetración”. Esta presencia, según Humire, estableció un modus operandi de las actividades regionales de Irán que, al ser analizado, ilustra un esfuerzo multidimensional y multifacético de casi 40 años. “Algunos analistas creían que el fallecimiento de [Hugo] Chávez supondría el fin abrupto de la incursión de Irán en Latinoamérica. Nueve años después esto no ha sucedido, pues Irán se ha comprometido con un enfoque sistemático y a largo plazo para construir y mantener una presencia estratégica en Latinoamérica”, dice Humire.
La presencia maligna de Irán en Venezuela es clara. A principios de febrero de 2022, el buque petrolero iraní Starla atracó en el país sudamericano para entregar dos millones de barriles de condensado, según informó el 4 de febrero la revista National Review. El Starla pertenece a la Compañía Nacional de Petróleo Iraní, sancionada por su apoyo a la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán. El acuerdo forma parte de una larga línea de comercio ilícito entre ambas naciones. Irán vende condensado a Venezuela a cambio de petróleo crudo, lo que permite a ambas naciones mantener a flote sus sectores energéticos fuertemente sancionados, añadió el National Review.
Los países sometidos a sanciones más duras por parte de los Estados Unidos, incluidos Irán y Venezuela, han respondido a la creciente presión con elaboradas estrategias para eludir las restricciones a sus exportaciones de petróleo, informó Reuters en enero. Irán considera que las sanciones estadounidenses son ilegales y ha dicho que hará todo lo posible por eludirlas. “Hay una fuerte voluntad de Irán de aumentar las exportaciones de petróleo, a pesar de las injustas e ilegales sanciones de los Estados Unidos”, dijo el ministro de Petróleo de Irán Javad Owji a la televisión estatal del país, en septiembre de 2021, informó Reuters.
Penetración cultural y religiosa
Humire explica que, a nivel estratégico, la penetración de Irán en la región implica una transición gradual de una presencia informal a una formal, mientras crece simultánea y sistemáticamente su actividad militar. “Durante la década de 1980, Irán inició esta estrategia mediante la presencia encubierta en un puñado de países latinoamericanos, bajo la apariencia de intercambios comerciales y culturales. Esta penetración cultural y religiosa permitió a Irán, así como a Hizbulá, incrustarse en las pequeñas pero relevantes poblaciones islámicas chiitas de los países seleccionados. Y lo que es más importante, estableció una infraestructura a través de la cual Irán podía insertar espías y otros actores subversivos en la región, operativos que en los años posteriores han construido redes de inteligencia en toda Latinoamérica”.
Con el cambio de siglo, el ascenso de Chávez y el bloque de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América provocó una metamorfosis de la presencia encubierta de Irán en una presencia diplomática y económica más formal, con el régimen iraní duplicando sus embajadas en Latinoamérica y estableciendo líneas de crédito con media docena de países de la región, dijo Humire.
Asistencia técnica de Rusia e Irán
Los tentáculos de Irán en países como Venezuela llegan más lejos. Durante una conferencia antidroga celebrada en enero en Cartagena, el ministro de Defensa de Colombia, Diego Molano, afirmó que la injerencia extranjera de Irán y Rusia está en juego en Sudamérica. Molano, citando fuentes de inteligencia, dijo que registraron movimientos de tropas en Venezuela frente a la provincia colombiana de Arauca. “Venezuela está moviendo tropas hacia la frontera con Colombia con asistencia técnica de Rusia e Irán”, dijo Molano.
Tras la ruptura de Chávez con los EE. UU., y la prohibición de Washington de vender armas a Venezuela en 2007, Caracas encontró un nuevo proveedor en Rusia. Según el laboratorio de ideas International Crisis Group, el régimen venezolano compró desde entonces armas rusas por valor de más de USD 4000 millones, y la cooperación con Rusia, a pesar del colapso económico de Venezuela, ha continuado desde entonces. “No creo que Maduro tenga ningún interés en aumentar la tensión con los Estados Unidos en este momento”, dijo Phil Gunson, analista de Crisis Group, al sitio de noticias alemán DW. Sin embargo, tras la invasión a gran escala de Rusia en Ucrania, el futuro próximo es incierto.