El advenimiento de la inteligencia artificial (IA) trae ventajas que apenas estamos descubriendo mientras se implementa, pero quienes se dedican al ciberdelito tienen mayores oportunidades para realizar actividades al margen de la ley.
En materia de seguridad, del lado de los buenos la IA permite agilizar la detección de amenazas, análisis de inteligencia, identificación de fraudes, además de la vigilancia y monitoreo de fronteras, entre otras muchas ventajas.
“La inteligencia artificial puede fortalecer la ciberseguridad mediante análisis predictivos, detección de anomalías y respuestas automáticas, mejorando la capacidad de defensa contra amenazas emergentes” aseguró a Diálogo el Teniente Ricardo Sánchez, jefe de la sección de ciberinteligencia del Servicio Nacional de Fronteras de Panamá (SENAFRONT). “Pero su uso presenta desafíos, como la creación de ataques más sofisticados, aprovechando el aprendizaje automático de las computadoras, para eludir medidas tradicionales de seguridad”.
Por otro lado, “la inteligencia artificial podría causar daños al manipular información sensible, realizar ataques masivos automatizados o incluso engañar sistemas de detección, mediante la generación de comportamientos aparentemente normales”, aseguró el Tte. Sánchez.
Dos estudios coinciden con el Tte. Sánchez. El Reporte de Predicciones de amenazas para 2024, de FortiGuard Labs, del área de investigación e inteligencia de amenazas de la compañía estadounidense de ciberseguridad Fortinet, que asegura que la inteligencia artificial generativa ofrece innumerables herramientas a quienes operan desde el cibercrimen.
Según el informe, esto prevé que en 2024 se darán ataques mucho más enfocados y sigilosos, diseñados para evadir los controles más robustos de la seguridad, lo que hace de la IA una de las principales amenazas a la seguridad digital.
Por otro lado BeyondTrust, una empresa de ciberseguridad estadounidense, predice que la inteligencia artificial se volverá más peligrosa en 2024; pues a medida que se desarrolle más la tecnología, expertos como programadores y otros que dependan de la inteligencia artificial seguirán introduciendo amenazas en el sistema, muchas veces en forma involuntaria, por simples errores humanos.
“Las guerras modernas ya no son en los campos de batallas tradicionales sino en el ciberespacio y es la tecnología la que va a reemplazar a los medios y recursos tradicionales”, asegura Severino Mejía, coordinador de Proyectos y Programas de Seguridad adscrito al Gobierno de Panamá. “Su uso va a reducir los costos propios de los conflictos, traducido a menos pérdidas de vidas y menos costos económicos. Lo que viene ahora no es una carrera armamentista sino una carrera en la que la tecnología va a ser la principal protagonista”.
Los retos en ciberseguridad con inteligencia artificial demandan la adaptabilidad constante ante las amenazas, la necesidad de desarrollar contramedidas rápidas y la protección contra el uso malintencionado de la misma tecnología, asegura el Tte. Sánchez.
“El ciberterrorismo y el cibercrimen requieren un esfuerzo integral para mitigar las amenazas que hoy vivimos. Pensar que un Estado puede enfrentarla por sí solo es una utopía. Establecer políticas homologadas, con normas internas que se alineen con nuevas normativas sobre las amenazas a la seguridad del ciberespacio, es un imperativo”, agregó Mejía.
El Tte. Sánchez explica que actualmente se hacen los estudios correspondientes, enfocados a un análisis de costo contra beneficios, para identificar su viabilidad. A su juicio, recomienda fortalecer la colaboración entre entidades gubernamentales, empresas y expertos en ciberseguridad, así como invertir en formación continua y actualización tecnológica.
Ante este panorama y como se hace en otros campos de la lucha para el combate del crimen organizado, es de gran utilidad la interoperación de fuerzas, que permita compartir la buenas prácticas y experiencias.
Para Mejía, “es fundamental porque hay una asimetría entre la curva de aprendizaje de los países desarrollados y aquellos que no tienen la formación, recursos y experticias sobre un tema que nos afecta a todos. No solo en el entrenamiento de las fuerzas armadas o cuerpos policiales, sino también en instituciones públicas y privadas”.
Un enfoque similar presenta el Tte. Sánchez, quien asegura que la cooperación regional en ciberseguridad puede facilitar el intercambio de información sobre amenazas, mejores prácticas y la creación de estrategias conjuntas para abordar los desafíos de la inteligencia artificial.
Actualmente las instituciones de seguridad de Panamá participan en una mesa de trabajo enfocada en ciberseguridad, donde “se considera imprescindible que debemos tener un acercamiento con países de la región que tienen más experiencia en este campo y de este modo tener una visión desde otra perspectiva”, agregó el Tte. Sánchez.
2024 será un año en el que la IA será un blanco de estudios para quienes trabajan por el bien de la sociedad y también para quienes no tienen tan buenas intenciones para la humanidad, remachó Mejía. “Por ello los profesionales de ciberseguridad necesitan habilidades en análisis de datos, programación, comprensión de algoritmos de aprendizaje automático y una sólida honestidad, para trabajar con inteligencia artificial de manera efectiva y ética”.