Aumentan las agresiones contra los medios de comunicación nicaragüenses.
Después de 25 años, el suplemento de humor político El Azote, del diario La Prensa, el periódico más antiguo de Nicaragua, anunció el 6 de octubre su cierre, tan solo diez días después que El Nuevo Diario, el segundo periódico de mayor importancia del país, pusiera fin a su edición impresa y digital. Los dos medios denunciaron desde 2018 el bloqueo aduanero impuesto por el Gobierno que les impide, sin justificación administrativa o legal, importar papel y otros insumos para imprimir sus ediciones.
“Periodistas y medios de comunicación independientes en Nicaragua viven situaciones difíciles para ejercer la libertad de expresión y documentar la crisis de violación de los derechos humanos en el país”, dijo a Diálogo Guillermo Medrano, coordinador de derechos humanos de la ONG nicaragüense Fundación Violeta B. de Chamorro. “[Existen] medios quemados, cerrados y confiscados, periodistas exiliados, difamados, perseguidos, golpeados, encarcelados y amenazados por el régimen sandinista”.
“Es preocupante el repunte del nivel de agresiones físicas y la imposibilidad de que la ciudadanía nicaragüense pueda expresarse a través de los medios noticiosos”, dijo a Diálogo Balbina Flores, representante en México de la ONG francesa Reporteros Sin Fronteras. “Daniel Ortega tiene temor de que se informe, se investigue y se exhiba la grave crisis sociopolítica que vive el país”.
Las formas de controlar a los comunicadores son variadas. Cada vez son más los medios de información que reportan acosos por impuestos, inspecciones laborales y restricciones a la importación de materia prima y equipo.
“La libertad nadie nos la puede quitar porque es una parte tan propia del ser humano e indispensable en nuestras vidas. Se puede, y es delicia de las dictaduras, coaccionar o someter a las personas, pero solo por cierto tiempo”, reportó la última editorial de El Azote.
La represión gubernamental desapareció a varios programas de televisión y radio, y al canal de televisión 100% Noticias, cuyas instalaciones permanecen ocupadas por la policía. El Estado reportó a la prensa que las transmisiones que realizaba este medio eran sesgadas y promovían violencia y odio.
“La política represiva del régimen totalitario de Ortega también desapareció a los periódicos Metro y Q`Hubo”, manifestó Medrano. “A pesar de que Ortega asfixia a los medios tradicionales, surgieron más de 25 medios alternativos independientes que usan plataformas digitales; 18 de ellos informan desde el exilio. El hostigamiento obligó a salir del país por lo menos a 91 comunicadores para proteger sus vidas”.
“Tenemos que defender la libertad de prensa a través de alianzas con otros periodistas, medios de comunicación y con organismos internacionales. Cuando la democracia se empieza a deteriorar en un país, lo primero que empieza a ser vulnerada es la libertad de expresión”, concluyó Flores.