A principios de junio, el gobernador argentino de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, reavivó una vieja polémica sobre un acuerdo con una empresa china para construir un puerto multipropósito.
La polémica se reavivó cuando Melella presentó a la legislatura local el memorando de entendimiento que había firmado con Shaanxi Chemical Industry Group. El acuerdo incluye la construcción de una terminal portuaria con capacidad de atraque para buques de hasta 20 000 toneladas, así como una central eléctrica y una planta industrial para producir 900 000 toneladas de urea, 600 000 toneladas de amoniaco sintético y 100 000 toneladas de glifosato al año, por una inversión total estimada en USD 1250 millones, informó Bloomberg.
Según la web argentina Deproa Noticias, en el momento en que Melella firmó el acuerdo con la empresa estatal china, la compañía argentina Mirgor ya tenía planes para construir un puerto en la misma ciudad.
Pekín, informó Deproa Noticias, se asegura que no dará marcha atrás y ejercerá presión para que el convenio sea aprobado en la legislatura local tal como fue presentado, incluyendo el puerto. Sin embargo, el Ministero de Economía argentino negó que las inversiones chinas vayan a ocurrir, señaló el diario chileno La Tercera.
“Eso de que no van a ocurrir [los proyectos] lo pongo en duda, simplemente se postergó. Los chinos son muy persistentes”, dijo el 18 de julio a Diálogo Juan Belikow, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Buenos Aires, Argentina. “China muestra ambición persistente de control geopolítico; busca proyectarse como un imperio mundial mediante recursos no tradicionales como la economía. Su estrategia principal es endeudar a países en crisis financiera para obtener ventaja”.
En la actualidad Argentina enfrenta una creciente deuda de USD 20 000 millones con Pekín. Esta situación se agrava debido a la compleja crisis financiera que atraviesa el país, agregó Belikow.
Punto estratégico
El puerto chino en Río Grande controlaría el paso entre océanos por el Estrecho de Magallanes, accedería directamente a la Antártida y monitorearía movimientos en las Islas Malvinas, incluido el Complejo British Mount Pleasant, reportó la agencia uruguaya Merco Press News, el 13 de junio.
“En materia de presencia antártica e investigación, sabemos que China utiliza para la capacidad científica el uso dual”, advirtió Belikow. “Si en este puerto se empiezan a amarrar barcos científicos chinos con potentes radares que les permitan controlar satélites, la implicación que esto tiene sobre la seguridad es más que obvia”.
Otra de las mayores preocupaciones sobre la construcción de esta terminal naval es que pueda convertirse en algo similar a la base de investigación que Pekín tiene en Neuquén, la cual está restringida para el acceso de cualquier persona, reportó la Revista Puerto de Argentina.
Además podría abastecer a la flota china que pesca en la milla 201 del Atlántico Sur, acentuando aún más las desventajas comerciales comparativas de dicho sector frente a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDRN) que abastece los mismos mercados, detalló.
China necesita un punto estratégico bioceánico en Tierra del Fuego en el caso de que el canal de Panamá tenga problemas y el Ártico entre en conflicto, por lo cual el interés es obvio, dijo Belikow. Actualmente, el puerto más cercano a la Antártida es Auckland a unos 3000 kilómetros de distancia, indicó el diario argentino La Nación.
“El puerto [en Río Grande] es de carácter estratégico por lo que solo puede ser operado por empresas de capitales nacionales; públicos, privados o mixtos, pero nacionales”, señaló el diputado fueguino Federico Frigerio en X antes conocido como Twitter. “No vamos a permitir que ningún Estado extranjero controle nuestra infraestructura estratégica”.
“En la actualidad, China tiene control total o parcial sobre 40 de los 120 puertos más importantes en Latinoamérica, lo que equivale a aproximadamente un tercio del comercio regional”, expresó Belikow. “Esta presencia otorga a Pekín la capacidad de priorizar sus propios intereses en tiempo de crisis, creando un ambiente con ‘dinámicas raras’”.
Condiciones leoninas
“Es tiempo de tomar consciencia de las graves consecuencias que otros países enfrentan al lidiar con China”, expresó Belikow. Por ejemplo, en Montenegro (situado en la península balcánica), se inició la construcción de una autopista con un contrato que garantizaba un tráfico mínimo de autos respaldado por el gobierno.
Dado que esta cantidad de vehículos no se cumplió, el Gobierno chino ejecutó las cláusulas y se apropió de la autopista al no poder costear la diferencia el Gobierno montenegrino. “Estas problemáticas son comunes en negociaciones con China, que sigue imponiendo condiciones funestas”, finalizó.