Surinam, el país más pequeño de Sudamérica, atraviesa en los últimos meses un grave trance financiero, pues debido a los onerosos intereses no puede pagar los créditos leoninos del Banco de Exportación e Importación de China (China Exim Bank).
La intransigencia de Beijing le impide renegociar su deuda. Como consecuencia, la nación sudamericana atraviesa una crisis económica y social, con focos de violencia callejera.
Voracidad china
A China solo le interesa aumentar su poder financiero y geopolítico. “Desde hace ya varios años Beijing es el primero o segundo socio comercial de la mayoría de los países del hemisferio americano”, dijo el 19 de junio a Diálogo Fabián Calle, analista político y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Austral de Argentina. “Su intención es impulsar una agenda estratégica guiada principalmente por sus intereses económicos y energéticos. Este avance está relacionado en vincular financiamientos a menudo opacos”.
Buscando alivio
Abrumado, el Gobierno de Surinam recurrió al Fondo Monetario Internacional (FMI) en busca de asistencia financiera. Como muestra de buena fe, se comprometió a implementar reformas económicas y reestructurar su deuda. Pero los USD 700 millones que el FMI destinó como paquete de alivio para aligerar la abultada carga siguen sin desembolsarse, debido a que el banco chino se niega a negociar una reestructuración de la deuda, informó el 13 de mayo el portal de noticias argentino Infobae.
Préstamos impagables
No es la primera vez que los préstamos chinos llevan a un país al borde de la quiebra; una docena de países han sufrido el mismo destino debido a la renuencia de China a renegociar o perdonar las deudas, contratadas siempre con ocultos altos intereses y cláusulas turbias. El secreto extremo con que rodea los montos y condiciones de los préstamos impide que otros prestamistas intervengan con ayuda, consignó el 21 de mayo el diario Los Angeles Times en base a un trabajo de investigación de la agencia de noticias Associated Press (AP).
“Una decena de países pobres enfrentan inestabilidad económica e incluso el derrumbe, bajo el peso de cientos de miles de millones de dólares en préstamos extranjeros, la mayoría de ellos del prestamista más grande e implacable del mundo, el Gobierno chino”, añadió AP.
Logística voraz
Beijing despliega su poder económico y logra posicionarse en regiones que le interesa; cuando un país no puede pagar se apodera de sus puertos, minas y otros activos estratégicos con motivos militares.
“Los avances de China en Latinoamérica son en áreas críticas: infraestructura estratégica; inversiones en tecnologías sensibles; control de cadenas y puntos logísticos, como la búsqueda de cooperación en el campo militar y de la defensa”, analizó Calle.
Países de todo el mundo están cayendo en la trampa de la deuda de China en el marco de su iniciativa de la Franja y la Ruta. China era ya en 2017 el principal prestamista del mundo, sobrepasando al Banco Mundial y al FMI, escribió en el diario argentino El Cronista Comercial Diana Mondino, máster en Economía y profesora de Finanzas en la Universidad CEMA de Argentina.
Para Mondino, “el sistema chino de resolución de crisis rara vez reduce el valor nominal, sin embargo prorroga el préstamo, con lo cual los problemas no se resuelven sino solo se postergan, y los préstamos pasan a ser entonces muy onerosos”.
En una comparecencia del 7 de junio ante un subcomité de la Cámara de Representantes de los Estado Unidos, el secretario de Estado estadounidense adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental Brian Nichols, afirmó que las incursiones comerciales de China en la región se caracterizan por una “falta de transparencia” en los acuerdos con “condiciones”.
Nichols agregó que las naciones latinoamericanos se cansaron de las tácticas de inversión de China, y que los EE. UU necesitan proporcionar una alternativa viable a través de la diplomacia, la ayuda exterior y la inversión privada. “Es vital que respondamos a su llamado”, remarcó el funcionario.