Las medidas impuestas por el Gobierno Argentino para frenar la propagación del coronavirus, como el cierre de las fronteras y el confinamiento obligatorio, han afectado el crimen organizado que opera en la región. Sin embargo, hay indicaciones que los grupos criminales transnacionales se están adaptando.
Entre finales de abril y la primera semana de mayo, la Prefectura Naval y la Gendarmería Nacional Argentina reportaron secuestrar cientos de miles de paquetes de cigarrillos de contrabando provenientes de Paraguay. Varios medios de noticias locales notaron un auge en el tráfico de cigarrillos desde que las plantas tabacaleras en Argentina interrumpieron su producción al inició del confinamiento obligatorio.
Según la organización internacional InSight Crime, especializada en amenazas a la seguridad en Latinoamérica y el Caribe, las bandas criminales han ajustado sus operaciones para responder a la escasez de cigarrillos que la pandemia creó en Argentina. La actividad, dijo la organización en un informe de mediados de mayo, implica riesgos relativamente bajos y ganancias considerables.
“Si a alguien lo atrapan traficando drogas, se enfrenta a unos cuatros años de cárcel, mientras que el contrabando de cigarrillos le puede valer unos cuantos días tras las rejas y una multa”, explicó a InSight Crime un funcionario de Formosa, provincia fronteriza con Paraguay y punto de entrada de drogas y productos de contrabando en Argentina.
El secretario de Seguridad de Argentina Eduardo Villalba, insistió en que el contrabandeo de cigarrillos viene azotando al país desde hace varios años, especialmente en el litoral y en las fronteras con Paraguay y Brasil. Sin embargo, durante la crisis del coronavirus, “sí es más visible”, dijo a Diálogo.
Otra indicación que los criminales se están adaptando es el aumento de los pasos clandestinos entre Paraguay y Argentina, según reportó Carolina Sampó, coordinadora del Centro de Estudios sobre Crimen Organizado Transnacional de la Universidad Nacional de La Plata. Unidades de la Gendarmería Nacional indicaron haber desmantelado más de 60 pasos clandestinos entre ambos países desde mediados de marzo hasta fines de abril. La mayoría de los puentes clandestinos –estructuras precarias construidas con tarimas de madera– fueron hallados sobre el río Pilcomayo que separa ambos países en la provincia de Formosa, reportó el portal de noticias Infobae.
Para Martín Verrier, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Belgrano en Buenos Aires, especializado en el crimen organizado, los grupos criminales se enfrentan a dificultades adicionales para mover los productos ilegales, debido a los controles más intensos que realizan las autoridades.
“Con el COVID-19, esta intensidad comercial internacional y domestica se redujo sensiblemente, afectando la cadena logística del narcotráfico”, dijo Verrier a Diálogo. Sin embargo, las bandas criminales buscan burlar las restricciones de desplazamiento impuestas por el coronavirus, como utilizando transportes que son exentos de las medidas del Gobierno.
Por ejemplo, en la ciudad portuaria de Rosario, se han utilizados taxis privados para distribuir cocaína, señala InSight Crime. A mediados de abril la Policía del Chaco, provincia del noreste, detuvo tres enfermeros que transportaban cocaína dentro de una ambulancia. Días antes, en la ciudad de Clorinda, en la provincia de Formosa, la Gendarmería Nacional decomisó más de 260 kilogramos de cocaína en dos camiones térmicos que transportaban carne refrigerada.
En su reporte, Cómo el COVID-19 está cambiando el mundo: una perspectiva estadística, publicado el 13 de mayo, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito indica que el coronavirus ha alterado el narcotráfico a nivel mundial, pero precisa que las repercusiones tienen que ver en cómo los envíos de drogas suelen cruzan las fronteras. Por ejemplo, el tráfico internacional de heroína que se transporta principalmente por tierra se ha desbaratado más que el tráfico de cocaína que depende más de las rutas marítimas, señala el reporte.
“El crimen organizado siempre es más ágil y flexible que los propios gobiernos”, dijo a BBC Mundo Jeremy McDermott, director ejecutivo de InSight Crime. “Ellos tienen la posibilidad de cambiar su modus operandi con rapidez”.