El Ejército Sur de los EE. UU. (ARSOUTH, por sus siglas en inglés) tiene su cuartel general en Fort Sam Houston, Texas, y es el componente de servicio del Ejército del Comando Sur de los EE. UU. (SOUTHCOM, por sus siglas en inglés). Su misión es apoyar y llevar a cabo operaciones multinacionales, y brindar cooperación en seguridad en 31 países y 15 áreas de soberanía especial en Sudamérica, Centroamérica y el Caribe. El General de División Clarence K. K. Chinn tomó el mando de ARSOUTH el 4 de junio 2015. Chinn terminó sus estudios en la Academia Militar de los EE. UU. en West Point en 1981 y completó una maestría en Estudios Estratégicos en el Colegio de Guerra del Ejército. Diálogo visitó al Gral. de Div. Chinn para hablar sobre los desafíos que enfrenta al combatir las amenazas transnacionales y fortalecer la seguridad regional con el fin de defender la nación.
Diálogo: Tras permanecer en el cargo de comandante del ARSOUTH durante ya dos años (desde 2015), ¿cómo ha cambiado su perspectiva del área de responsabilidad desde que tomó el mando?
General de División Clarence Chinn, comandante del Ejército Sur de los EE. UU.: Realmente, me impresionaron nuestras naciones amigas, porque no podríamos estar en el lugar donde estamos si no fuera por su gran apoyo. Las personas no saben de las situaciones en las que estuvimos. El otro día, almorzaba con un joven oficial (25 años) y me dijo: “Señor, no entiendo. No veo que avancemos. No sé si lo que hacemos tiene algún efecto”. Otro de los oficiales, militar durante 40 años, le respondió: “No lo entiendes porque no sabes cómo era la situación en las décadas de los 80 y 90. Teníamos tropas en el lugar; teníamos soldados en muchos países. Ellos eran los que luchaban”. Ya no hacemos eso. Las naciones amigas protegen su propia soberanía y, además de esto, tienen la visión para hacerlo. Ellos observan las tendencias y las redes transnacionales, y analizan cómo las detendrán o las derrotarán. Creo que es una región muy sólida y estable. Los líderes militares quieren lo mismo que nosotros: estabilidad, seguridad y oportunidad económica. Ellos entienden que no pueden hacerlo solos. Deben trabajar con otras naciones y deben compartir información, de manera tal que puedan actuar de manera rápida y transparente para derrotar a las redes criminales que operan en sus países.
Diálogo: ¿Cree que los valores democráticos son más fuertes ahora en Centroamérica y Sudamérica en comparación con lo que hemos visto en años anteriores?
Gral. de Div. Chinn: Sí. Creo que las fuerzas armadas desean que su país cuente con seguridad interna y una sólida estabilidad, pero esto solo sucede porque hay personas que vinieron antes que nosotros y tuvieron esa visión. En nuestro país esto es lo que queremos, y yo creo que esto es la clave: que valoren las instituciones democráticas. Observemos lo que en muy poco tiempo ha pasado allí [en Centroamérica y Sudamérica]. Una presidenta fue destituida [en Brasil]; otro presidente renunció [en Guatemala]. En años anteriores, eso hubiera provocado un golpe militar. Pero no ocurrió después de esos dos incidentes, y eso sucede debido a que cuentan con instituciones sólidas que fueron construyéndose con el tiempo. No solo de manera interna en el país, sino también a través de las relaciones, la educación y la comprensión de todos, de lo que debía ser el proceso democrático. El rol de las fuerzas armadas es brindar seguridad para permitir que continúe el proceso democrático.
Diálogo: ¿Cuál considera que es su desafío principal como comandante del Ejército Sur?
Gral. de Div. Chinn: Lo importante para nosotros es proteger nuestras fronteras en el sur, pero también proteger a la nación contra las redes de amenazas transregionales y transnacionales. Esas redes siempre serán el desafío. Siempre debemos concentrarnos en las diferentes redes que existen, ya que esas son realmente la amenaza para los Estados Unidos. Y tenemos la buena fortuna de tener excelentes naciones amigas que realmente creen en lo mismo que nosotros; es decir, que tampoco quieren que estas redes de amenazas transregionales y transnacionales operen en sus países, porque esto afecta su soberanía y su seguridad. Si no hay seguridad, no llegarán inversiones. Por lo tanto, creo que en general lo que nos interesa es auxiliar a nuestros amigos para que continúen con el fortalecimiento de su capacidad para sostener su propia soberanía. Entonces, cuando sea necesario, podrán detener o destruir a las redes que operan dentro de sus países.
Diálogo: ¿A qué clase de redes se refiere?
Gral. de Div. Chinn: Vemos redes que trasladan bienes, gente, armas, dinero y drogas de manera ilícita en el hemisferio occidental. Por ejemplo, una pandilla como la MS-13 [Mara Salvatrucha], que es una red que opera en El Salvador y otros países centroamericanos. Debemos entender a estas redes si queremos tener éxito. Hace falta una red sólida para derrotar a otra red. Con ese entendimiento y con el apoyo de nuestras naciones amigas podemos crear nuestra propia red, con el fin de compartir información y trabajar de manera más abierta, transparente y rápida. Podemos infiltrar los ciclos de decisiones y a las personas a cargo de las redes, independientemente de quiénes sean o dónde esté la red.
Diálogo: ¿Qué rol desempeña la Conferencia de Ejércitos Americanos en la lucha contra estas redes y otros problemas de seguridad y defensa en la región?
Gral. de Div. Chinn: Yo diría que un rol muy importante. Veinte comandantes de ejércitos amigos forman parte de ella. Tienen una reunión cada dos años y, en este momento, el Ejército de los Estados Unidos es el anfitrión de la Conferencia. La última vez que fuimos anfitriones fue en 1991. Esto ilustra de cierta manera la forma en la que operamos, en cuanto a ejércitos, para que todos tengan una oportunidad para liderar y ser anfitriones. Este año, nosotros somos los anfitriones de esta conferencia, además de una de las conferencias donde hablaremos sobre las amenazas emergentes del siglo XXI. Habrá un diálogo entre los comandantes de ejércitos sobre cuáles creemos que son las amenazas, y luego cada uno regresará a su respectivo país para ofrecer ayuda, por ejemplo, a la policía, porque en algunos países la policía es parte de las fuerzas armadas. En otros países no lo es, está separada. ¿Qué sucede cuando deben trabajar juntas y crear esa sinergia, compartir esa información, y al mismo tiempo ser transparentes y comprensivas? No es una competencia. Esto es acerca de proteger a nuestros países.
Diálogo: Pero es clave que las personas comprendan que el ejército, en estos casos, no desempeña un trabajo de policía, ¿correcto?
Gral. de Div. Chinn: Exacto. Muchas personas piensan que como el ejército está afuera con la policía, hace trabajo de policía. Esto no es cierto. No están entrenados para hacer el trabajo de la policía. No arrestan personas. No tienen ese tipo de autoridad. Ni lo permite la Constitución. La clave, en realidad, es que ninguna de las naciones amigas, ni ninguno de los países que he visto o con los que he trabajado, incumple las palabras de su Constitución cuando establece que el ejército puede apoyar a la policía y, además, todas tienen una Constitución que dice que si el presidente le indica al ejército que apoye a la policía, éste debe hacerlo. Esto es subordinarse a la autoridad civil. Si no es ilegal, inmoral o antiético, si el presidente dice que hay que hacerlo, hay que hacerlo. Pero ante la pregunta de dónde desearían estar en dos o tres años, no hay un solo comandante con el que haya hablado que no haya respondido que no quisieran apoyar a la policía.
Diálogo: No es su misión…
Gral. de Div. Chinn: Precisamente. Eso también les preocupa. Como buenos comandantes del ejército, deberían preocuparse, porque saben que no están necesariamente capacitados para hacerlo… para apoyar a la policía. Pero, eso es lo que me dicen. Ese es su desafío.
Diálogo: Y probablemente también les preocupan las violaciones de los derechos humanos, ¿cierto?
Gral. de Div. Chinn: Cierto. No desean verse envueltos en ningún tipo de violaciones potenciales a los derechos humanos porque no quieren perder la confianza de la gente. En todos los países, al igual que aquí en los Estados Unidos, podemos ver que la institución más respetada y en la que más confía la gente son las fuerzas armadas. En algunos países, la policía está al mismo nivel; aunque en otros, la policía no goza de la reputación de las fuerzas armadas. Pero, no importa cuál sea la situación. Lo importante es que las fuerzas armadas están entre las organizaciones más respetadas y confiables. Eso es por el liderazgo, ¿verdad? No te transformas en la organización más confiable y respetada por la sociedad si no haces lo correcto. Esto significa no facilitar las violaciones a los derechos humanos. Es muy impresionante que sean tan respetadas. Pero parte de eso tiene que ver con la razón por la que son tan respetadas. Cuando el presidente les pide que hagan algo, suelen tener mucho éxito.
Diálogo: La participación de los miembros de las fuerzas armadas en actividades de asistencia después de una catástrofe también les brinda una gran cantidad de respeto y credibilidad en distintas poblaciones, ¿verdad?
Gral. de Div. Chinn: Sí, porque este es el momento en el que tienen una mayor interacción con la gente. Cuando ocurre una catástrofe o algún otro suceso, y el gobierno civil no tiene la capacidad para enfrentar estos desafíos a veces abrumadores por sí mismos, necesita la asistencia de las fuerzas armadas. A diferencia de los Estados Unidos, donde contamos con la Guardia Nacional, ellos [la mayoría de los países de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe] no tienen ni Guardia Nacional ni reservas. Por lo que el presidente no tiene las opciones que nosotros tenemos aquí. Deben llamar a las fuerzas armadas. Entonces, una vez más, debemos enfrentarnos a este problema de que las fuerzas armadas no están capacitadas para ofrecer asistencia humanitaria ni ayuda ante catástrofes, pero finalmente lo hacen, y bastante bien. Estas son misiones muy difíciles encomendadas a los líderes militares en las naciones amigas, y ellos logran cumplirlas. Realmente me impresionan sus capacidades.
Diálogo: Finalmente, ¿qué nos puede decir sobre la historia de la participación de las fuerzas armadas de esta región en misiones de preservación de la paz en todo el mundo?
Gral. de Div. Chinn: Esa es otra cuestión interesante. Tuve la agradable sorpresa de descubrir que hay 14 misiones de preservación de la paz diferentes en las que participan nuestras naciones amigas. Realmente son muchas. Yo me sorprendí; pero en muchos casos, lo han hecho durante un largo tiempo. Colombia está en la misión del Sinaí desde su inicio. Muchas personas no saben que Colombia ha estado involucrada allí porque son profesionales silenciosos. Simplemente van y hacen lo que deben sin gran ostentación. Brasil lidera la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití [MINUSTAH] con Chile como segundo al mando. Las misiones de preservación de la paz de las Naciones Unidas son importantes porque ubican a las naciones amigas en un escenario global. No son solo fuerzas regionales sino mundiales, y reciben reconocimiento por ser fuerzas profesionales. Además de esto, la gente no sabe que El Salvador proporciona helicópteros a Mali, África. Ni que Perú trabaja en la República Centroafricana, en su segunda rotación, con una compañía de ingenieros. Sin embargo, existen muchas operaciones de este tipo, y las personas no saben que tenemos a grandes naciones amigas en acción y hacemos grandes cosas. El Salvador luchó con nosotros en Irak y Afganistán. La República Dominicana, Honduras y Nicaragua tenían fuerzas en Irak. Colombia participó con nosotros en Corea, donde sufrieron bajas, y una vez al año llevan a cabo una ceremonia conmemorativa. Luego, están los brasileños que lucharon con nosotros en la Segunda Guerra Mundial. En resumen, tenemos una relación muy sólida con muchas de nuestras naciones amigas.