La región amazónica atraviesa su peor sequía en más de un siglo. En Brasil el río Negro, uno de los grandes ríos de la región, ha disminuído a una profundidad de 12,89 metros, la marca más baja desde que comenzaron las mediciones en 1902. Los ríos, por los que se transportan alimentos, medicinas y otras mercancías, son ahora innavegables. La pesca está colapsando y escasea el agua potable. Además, la generación termoeléctrica en la Amazonia hace que la región sea vulnerable a los apagones y al racionamiento de energía, debido a la escasez de insumos. La actual sequía en la Amazonia, combinada con los efectos del cambio climático y El Niño, provoca aumento de la temperatura en el lago Tefé, en el estado de Amazonas, Brasil. A finales de septiembre provocó la muerte de más de 150 delfines, reportan las autoridades.
La sequía está afectando a todos los países que comparten la Amazonia (ocho naciones que comparten el territorio), pero la Amazonia brasileña, que representa alrededor del 60 por ciento de la selva tropical, es una de las más afectadas por el fenómeno de El Niño en estos tiempos. El fenómeno es una de las causas habituales de este período de sequía. Sin embargo, los expertos señalan que los impactos de las actividades ilegales intensifican y aceleran este proceso, incluyendo las acciones de las organizaciones criminales transnacionales; lo que lleva a la deforestación, la contaminación, los incendios forestales, la contaminación de ríos y manantiales.
“El modelo de estructura económica de la región contribuye en gran medida a la expansión de los incendios, de la ganadería, del sector maderero, de la minería, del agronegocio. Todo eso lleva al aumento de la deforestación, a la contaminación de los ríos y su desecación”, dijo a Diálogo Aiala Colares, profesor e investigador de la Universidad Estatal de Pará y una de los coordinadores de la Cartografía de la Violencia en la Región Amazónica del Foro Brasileño de Seguridad Pública. “Es algo que sumado promueve la expansión de las actividades criminales, destacando el papel del contrabando de madera, del acaparamiento de tierras; porque también tenemos que analizar que el tema del crimen organizado tiene que ser interpretado más allá del narcotráfico”.
Para el investigador, los problemas ambientales en la Amazonía han alcanzado una etapa muy compleja, debido a la expansión del crimen organizado y a la combinación de varias actividades ilegales que complementan a las legales.
“El avance de los delitos ambientales relacionados con el avance del crimen organizado es algo que se viene construyendo desde hace mucho tiempo. Ahora estamos en un momento en que estos conflictos socioambientales están explotando […]. La región amazónica está hoy en el centro de disputas que involucran al crimen organizado, ya sea el lavado de dinero, la cocaína que se importa de los países andinos, la pesca ilegal, el contrabando de manganeso y casiterita u otros tipos de mineral hacia Europa, o la tala ilegal. Ahora podemos destacar el mercado de tierras vinculado a la cuestión del acaparamiento de tierras”, resume Colares.
La sequía ha afectado a la vida de casi 700 000 personas en la parte occidental de la Amazonia brasileña, especialmente en los estados de Acre, Amazonas y Roraima. Varias ciudades han decretado el estado de alerta en sus defensas civiles. El Gobierno Brasileño ha creado un verdadero grupo de trabajo para ayudar a la población afectada y ha anunciado el desembolso de más de USD 132 millones para la región.
El dinero se ha distribuido, entre otros, al Ministerio de Salud, que ha enviado técnicos especializados en salud pública y vigilancia ambiental y ha puesto a disposición medicamentos y suministros esenciales; al Ministerio de Puertos y Aeropuertos, para el dragado de ríos con el fin de mejorar la navegabilidad; al Fondo Amazonia y al Ministerio de Medio Ambiente. Las Fuerzas Armadas han estado activas desde octubre, empleando a 380 militares de la Marina, el Ejército y la Fuerza Aérea.
“Los militares han transportado 10 800 cestas de alimentos y 1290 cajas de agua potable a los municipios de Alvarães, Tabatinga, Benjamin Constant, Amaturá, Santo Antônio do Iça y Tonantins, en el estado de Amazonas.
También llevaron a cabo 13 700 acciones, incluyendo procedimientos médicos y odontológicos, exámenes y distribución de medicamentos”, informó el Ministerio de Defensa a Diálogo. “Para las operaciones se utilizaron un avión grande, un buque hospital, dos helicópteros y dos embarcaciones. Hasta la fecha, se han recorrido 2437 kilómetros en transporte fluvial y alrededor de 85 horas de vuelo, en aeronaves del Ejército y la Fuerza Aérea”, añadió.
Para Colares, la respuesta a los problemas ambientales en la Amazonia es bastante compleja y “requiere el esfuerzo de todos los actores políticos, para construir un camino que pueda ser de alguna manera productivo en términos de sostenibilidad, y positivo en términos de inclusión y de construcción de un modelo de desarrollo, que pueda traer una cultura del buen vivir”.
En cuanto a la lucha contra el crimen organizado, Colares cree que sería una política interinstitucional, adjuntando varios proyectos que integren a la policía y consoliden un pacto federativo. Colares afirma que es fundamental el trabajo conjunto con los demás países amazónicos, “acercándonos y trabajando en conjunto con los países vecinos que también tienen los problemas de Brasil, los países amazónicos, principalmente Perú, Colombia, Venezuela y Bolivia, y al mismo tiempo creando un conjunto de acciones estratégicas basadas en políticas públicas, que fortalezcan las estructuras sociales y políticas de las regiones vulnerables y afectadas por el avance del crimen organizado”, concluyó el investigador.