Fe en Colombia comenzó en el 2014 como una campaña de articulación interinstitucional conformada por entidades públicas, privadas y la cooperación internacional en Colombia. Está orientada al mejoramiento de las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables del suroccidente colombiano dentro del marco de la seguridad integral. Ahora, el gobierno nacional, en conjunto con el Ejército y las otras Fuerzas Militares, quiere expandir el programa a todo el país.
Para saber más sobre “Fe en Colombia”, Diálogo conversó con uno de los articuladores del programa, el Mayor General Mario Augusto Valencia Valencia, actualmente jefe del Departamento 5 del Ejército y participante en el Comité de Revisión Estratégica e Innovación No. 5, encargado de reestructurar el Ejército en todos sus niveles, incluyendo unidades operativas mayores y menores.
Diálogo: ¿En qué grupos enfocaron el programa al principio?
Mayor General Mario Augusto Valencia Valencia: Personas que estaban dedicadas al cultivo [ilegal] de la coca y además tenían personal vinculado a las guerrillas como milicianos encargados de bloquearnos la Vía Panamericana, por ejemplo, que une a Cali con Popayán. Estos bloques fueron muy violentos y nos causaron mucho daño. Hubo muertos de la policía, muertos nuestros de la población civil, hubo mucho daño a la infraestructura. La Vía Panamericana, en ese sector, es la única vía de comunicación en el suroccidente colombiano, especialmente entre Cali, Popayán y Pasto, en Nariño. Entonces, el Ejército Nacional le propuso a esa comunidad sustituirle los cultivos ilícitos. Generó un vínculo de comunicación y de confianza, reunió la institucionalidad encargada de manejar esos programas y se hicieron dos proyectos: uno en una comunidad campesina y uno en una comunidad indígena. En la comunidad indígena, por ejemplo, se sustituyó la coca por café y eso dio muy buen resultado. Esas comunidades empezaron a tener un cambio junto con el Ejército y todas las instituciones, porque además de llevarle los cultivos lícitos, se llevaron obras de infraestructura, se construyeron puentes, escuelas… Allá empezó la institucionalidad a acompañar [el proceso]. Esa comunidad hoy en día tiene sembrados de más de 77 millones de palos de café y los líderes que en otra ocasión eran auxiliadores o milicianos de la guerrilla, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), hoy en día están completamente del lado de la institucionalidad.
Diálogo: Entiendo que el cultivo del café no deja tanta ganancia como el cultivo de coca. Entonces ¿cómo lograron ustedes que ellos hicieran este cambio de plantaciones ilícitas a cultivos lícitos?
General Valencia: Porque culturalmente, la coca no es un cultivo arraigado en el alma del indígena, del campesino. Hay que entender que antes de la coca, ellos tuvieron sembradíos que de generación en generación venían siendo reconocidos. La coca es una imposición o una conveniencia porque llegaron unos guerrilleros y les dijeron que cambien el cultivo tradicional por el cultivo de coca. Pero ellos sienten que deben volver a sus cultivos tradicionales y esa es la oportunidad que se les da. Por eso, cuando nosotros vamos a ofrecerles sustituir sus cultivos, nosotros lo hacemos ya habiendo estudiado qué tipos de cultivos les podemos ofrecer. Hemos estudiado los pisos térmicos, evaluamos que el cultivo les dé mayor rentabilidad que la misma coca. Porque dentro de la cadena del narcotráfico, el campesino que cultiva la coca sigue recibiendo muy pocos recursos. El dinero, las ganancias fuertes, las recibe la guerrilla por medio de los narcotraficantes. El campesino recibe muy poco por lo que produce.
Diálogo: Y cuando hay cultivos ilícitos, todo el entorno está marcado por la violencia, ¿no es cierto?
General Valencia: Sí. El cultivo lícito hace que la comunidad recobre su autonomía, recobre su seguridad. Y si ellos tienen un buen emparejamiento institucional, ellos van alejando a los guerrilleros. Ellos mismo los van alejando. Entonces, esas comunidades nos alientan a seguir ese proceso. Ya en el año 2008, viendo que las comunidades sentían desconfianza hacia las tropas por la propaganda [negativa] que les habían hecho los guerrilleros, se abrió una oficina de asuntos étnicos en la ciudad de Popayán. Tenemos que recordar que estábamos en una etapa muy violenta en ese sector, por lo que esa oficina de asuntos técnicos no se abrió dentro de una guarnición militar. Se abrió por fuera, en un edificio gubernamental. Y allá empezaron a recibir las necesidades, las quejas, los reclamos, las consideraciones, todo lo que nos querían comunicar los indígenas, los afrodescendientes y los campesinos. Nosotros tomamos atenta nota de todo y empezamos a llamar a las instituciones y les dijimos: “Estas comunidades requieren que les llevemos una escuela, que le llevemos un centro de salud, que les mejoremos sus vías, que les construyamos un puente.” Les empezamos a responder a todo lo que nos habían pedido esas comunidades étnicas.
Diálogo: Y eso también fue restableciendo el puente de comunicación…
General Valencia: Exactamente. La comunicación es para mí, uno de los pasos más valiosos que hemos dado. Restablecer ese puente de comunicación y nuevamente establecer la confianza. En el año 2012, ante el éxito que iba teniendo ese proceso, eso nos permitió abrir una oficina de proyectos productivos dentro de la unidad militar. Aunque ya hay entidades del Estado que ya tienen unos protocolos o programas para los proyectos productivos, entendemos que la cobertura no es suficiente, entonces esa oficina de proyectos productivos no impactó allá en las partes más lejanas, donde está el soldado y junto al soldado, está la comunidad. Ésa oficina logró construir 77 proyectos productivos que son muy importantes y eso nos convirtió en líderes reconocidos, no solo por la comunidad, sino por las instituciones. Las instituciones tienen muy buenos programas, tienen muy buenos presupuestos, tienen personas idóneas que están al frente, pero cada institución hace lo que puede de manera aislada. El comandante militar tiene la gran ventaja de que como sus hombres están metidos en todas esas cordilleras y esa selva ya conocen muy bien la labor que también ya es reconocida en todas esas comunidades. Por eso, ese comandante militar llama a todas las instituciones y les dice: “Entre todos podemos impactar de manera decisiva esas comunidades que tanto lo requieren, pero solos no lo podemos hacer, necesitamos que nos unamos, que hagamos un liderazgo compartido, que veamos esa visión que todos tenemos de llegar con lo mejor que tiene el Estado a esas comunidades y empecemos a construir”.
Diálogo: Cuando ustedes vieron que ya todo estaba en buen camino, ¿se retiraron de una región determinada donde el Ejército y demás fuerzas actuaban?
General Valencia: Hicimos una transferencia gradual [a las instituciones del gobierno]. Lo hacemos siempre y cuando nosotros ya estamos seguros, porque la experiencia nos lo demuestra, que la misma comunidad ya se auto regula, que ya no se necesita de una seguridad física permanente para poder surgir y tenemos unos ejemplos muy válidos. Nosotros solo transferimos la responsabilidad al alcalde, a los gobernadores indígenas, a los presidentes de consejos comunitarios y a las juntas de acción comunal en aquellas regiones tan conflictivas cuando nosotros ya cumplimos nuestra tarea. Eso ya lo hemos experimentado, nos ha dado muy buen resultado.
Diálogo: ¿Qué objetivos específicos buscan?
General Valencia: Lo primero, hacer los diagnósticos de necesidades básicas de esas poblaciones más vulnerables del territorio nacional. Hacemos la articulación de la institucionalidad para generar confianza y desarrollar políticas públicas en esas comunidades. Llevamos la oferta estatal para crear espacio y oportunidad, pero al final nosotros organizamos esas comunidades que están dispersas, las asociamos y convertimos a sus miembros en empresarios comunitarios. Buscamos que la credibilidad del respaldo de las comunidades hacia las instituciones del Estado sean cada vez más sólidas, que las instituciones se vuelvan más transparentes. Es decir, este proceso va haciendo que las instituciones cada vez se depuren más, porque cada vez se comprometen más con las comunidades y tienen que asegurarse de que todos sus proyectos, todos sus planes tengan que cumplirse hacia donde nos lo prometieron. Nosotros vigilamos eso. Ya hemos organizado las comunidades y ellos son veedores de los procesos de beneficio para sus propias comunidades. Luego hacemos productos o espacios productivos sostenibles para que al final esas comunidades que antes eran dependientes del apoyo estatal, de la empresa privada y demás, se conviertan en auto sostenibles, empiecen a rentar, a ofrecer empleo y a tributarle al Estado. Eso se puede lograr.
Diálogo: ¿Y cómo se articula el programa?
General Valencia: El programa se articula localizando zonas y comunidades, ya hablamos de que la construcción y recuperación de confianza es fundamental, la difusión de la oferta estatal tiene que llegar hasta el último rincón y entonces la pregunta es ¿cómo le llega la oferta estatal a una comunidad donde no hay energía, donde no hay servicio de celular, donde no hay carreteras? ¿Cóomo tiene la oportunidad esa comunidad de conocer lo que el Estado le puede brindar? Le llevamos los proyectos productivos, de infraestructura, del medio ambiente, de toda índole, para que todas las comunidades sientan la seguridad de que pueden confiar en el Estado, más que en el enemigo. Nosotros entendemos que hay una variedad de comunidades, indígenas, campesinas, afros, estudiantes, víctimas, religiosas y demás que tienen una organización territorial, una organización étnico cultural, una organización económica y están sumergidas en medio de la vulnerabilidad. Respetamos mucho la organización de las comunidades; aquí no les alteramos nada de su cultura, de su cosmovisión. Nosotros respetamos todo. Las comunidades nos ponen las condiciones para que nosotros vayamos a brindarles ayuda; eso es muy importante. Nosotros no podemos alterar las tradiciones, la cultura, la forma de autogobernarse y demás. Y el proceso organizacional, comienza con el individual, que luego lo convertimos en equipo, lo asociamos y al final lo sacamos como empresario comunitario. Estamos hablando de comunidades donde el nivel de escolaridad es muy bajo, donde hay comunidades en las que sus líderes no están bien preparados académicamente. Todo ese esfuerzo lo hacemos encadenado con las instituciones para que a ese líder lo podamos preparar en todo sentido. Entonces, nosotros llevamos muchas herramientas lúdico recreativas y hacemos diferentes eventos. Por ejemplo, la minga es un ejercicio comunitario que hacen los campesinos indígenas para que entre todos puedan hacer un proyecto que beneficie a la comunidad. Por ejemplo, si el invierno les afectó una vía, entonces programan una minga y sale todo el mundo a arreglar la vía para volverla transitable. Si se les averió un puente, ellos hacen una minga y entre todos ponen mano de obra, recursos y demás para arreglar el puente. Entonces para nosotros es muy importante empoderar a los líderes.
Diálogo: ¿Cómo determinan ustedes las áreas donde actuar?
General Valencia: Nosotros sumamos el esfuerzo militar, el planeamiento militar a lo que se ha enfocado en todas las instituciones, por eso, le digo que cuando nos ponemos de acuerdo con las instituciones y se suman a este esfuerzo, todas las áreas pasan a ser parte de las instituciones, que es lo lógico que ese esfuerzo militar esté secundado por un apoyo de consolidación de tal manera que una vez que las tropas desalojen al enemigo de un sector, inmediatamente lleguen el resto de las instituciones a beneficiar esas comunidades. Nosotros como militares no podemos hacer un esfuerzo en unas comunidades donde las instituciones no van a llegar.
Diálogo: Hasta ahora este ha sido un programa del Ejército Nacional de Colombia. ¿Hay planes de expandirlo en algún momento a las demás Fuerzas Militares?
General Valencia: En este momento el Comité de Revisión Estratégica e Innovación tomó también la decisión de incluirlo dentro de sus planes, dentro del concepto de las Fuerzas Militares, es decir, que todas las Fuerzas Militares incorporen el programa a su planeamiento para integrarse con toda la institucionalidad, empresa privada y apoyo internacional para lograr este proceso en todo el país de manera coordinada, conjunta e interagencial.