El historial de China en materia de derechos humanos fue objeto de un intenso escrutinio el 23 de enero, en el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), donde Pekín se enfrentó a las críticas de las sociedades democráticas occidentales por el trato que dispensa a uigures, tibetanos y disidentes en Hong Kong.
La reunión fue la cuarta ocasión en que el procedimiento del Examen Periódico Universal (EPU) del Consejo, examina el historial de China en materia de derechos humanos y la primera desde que la ex alta comisionada para los Derechos Humanos Michelle Bachelet, publicara un duro informe sobre el trato que China dispensa a los uigures y otros musulmanes turcos, de la región occidental china de Xinjiang.
El informe, que Bachelet hizo público minutos antes de dejar su cargo de alta comisionada, el 1.º de septiembre de 2022, acusa a China de haber cometido “graves violaciones de los derechos humanos” contra los uigures, que podrían equivaler a crímenes contra la humanidad; acusaciones que China rechazó entonces y rechaza ahora.
Expertos de la ONU y organizaciones de derechos humanos acusan a China de encarcelar a más de un millón de uigures y otras minorías musulmanas en los llamados centros de formación profesional y de someterlos a abusos sistemáticos generalizados.
Estas acusaciones fueron negadas categóricamente por un miembro de la delegación china, en la audiencia del Consejo celebrada el 23 de enero.
La delegación china también rechazó las críticas internacionales a la dura represión de los partidos prodemocráticos en Hong Kong, desde que el gobierno tomó posesión del territorio.
Dado que más de 160 países se inscribieron para intervenir en el EPU, se limitó la intervención de cada representante a 45 segundos. Los delegados se apresuraron a exponer sus preguntas, preocupaciones y recomendaciones.
Simon Manley, embajador del Reino Unido ante la ONU en Ginebra, exigió que China “cese la persecución y la detención arbitraria de uigures y tibetanos y permita una auténtica libertad de religión o expresión cultural sin temor a la vigilancia, la tortura, los trabajos forzados o la violencia sexual”.
La embajadora de los Estados Unidos ante la ONU en Ginebra Michele Taylor, habló diligentemente en su intervención para decir todo lo que tenía que decir en los 45 segundos que le asignaron. Pidió la liberación de todas las personas detenidas arbitrariamente, e instó a China a “poner fin al acoso, la vigilancia y las amenazas contra personas en el extranjero y en China, incluidos Xinjiang, Tíbet y Hong Kong”.
Exigió el fin de la tortura, la persecución en toda China, los trabajos forzados y el matrimonio. Condenó “el genocidio en curso y los crímenes contra la humanidad en Xinjiang, los abusos contra los derechos humanos en Tíbet, Mongolia Interior y en toda China”.
Mientras los delegados discutían verbalmente con China y entre sí dentro de la sala del Consejo, varios grupos de derechos humanos, entre ellos la Coalición para la Defensa del Tíbet, el Congreso Mundial Uigur y defensores de los derechos humanos de Hong Kong, se manifestaban contra China fuera del edificio de la ONU.
Dolkun Isa, presidente del Congreso Mundial Uigur, presente en el EPU, reprendió a los países musulmanes que aplaudieron los esfuerzos de desarrollo de China “sin mencionar la persecución religiosa y cultural de los uigures”.
“El EPU fue una oportunidad para que identificáramos a quienes tienen dignidad moral y a quienes deciden mirar hacia otro lado ante el genocidio”, dijo. “Sabemos quiénes son ésos”.