Desde el lanzamiento de su iniciativa de la Franja y la Ruta hace una década, China ha buscado expandir su influencia geopolítica y comercial en Latinoamérica, región rica en recursos naturales, informó el 17 de octubre Voz de América. El alcance de Pekín se expande en la región a través de préstamos leoninos, acuerdos comerciales e inversiones ventajosas en infraestructuras; así como en la extracción de minerales, que depredan la flora y la fauna del hemisferio.
Ahora, China ha puesto la mira en la producción de Nicaragua provocando más desempleo, pobreza y migración, advirtió Arturo McFields Yescas, exembajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos. “China vende mucho y compra poco. Y siempre ofrece productos de mala calidad, que no cumplen con los estándares internacionales”.
El 16 de octubre, China y Nicaragua firmaron un acuerdo para reconstruir el aeropuerto internacional Punta Huete, en Managua, informó EFE. Seis semanas antes, los dos países habían firmado un tratado de libre comercio.
“Nicaragua no dispone de los recursos naturales, la capacidad productiva ni los recursos tecnológicos o condiciones logísticas, para convertir a China en un destino para sus exportaciones”, dijo a Diálogo Enrique Sáenz, economista y abogado nicaragüense. “La limitada canasta exportadora, las distancias, los costos de transporte y seguros, unidos a la falta de logística comercial y financiera, dejan poco espacio para exportaciones competitivas. Por otro lado, Nicaragua no tiene capacidad ni recursos para el control o inspección, de los miles de productos tóxicos o de mala calidad provenientes de China”.
A pesar de que el medio oficialista El 19 Digital publicó que Nicaragua reconoce que intentar convertir a China en el principal comprador de sus productos agropecuarios y de zonas francas demandará un enorme esfuerzo, incluso impulsando sociedades entre los productores para cumplir con los compromisos, la realidad es otra.
La mala experiencia en la región al negociar con China dice todo lo contrario. Estos convenios, fraguados en la opacidad, no han construido una relación “ganar-ganar” y tampoco han desatado una derrama económica. Costa Rica y El Salvador cerraron el 2022 con un déficit comercial de más USD 3600 y USD 7000 millones con China respectivamente, publicó el medio nicaragüense Artículo 66.
“Las posibilidades que economías como por ejemplo de Nicaragua o El Salvador puedan salir beneficiadas en un acuerdo de libre comercio con China, son muy reducidas”, indicó al medio nicaragüense Confidencial Ricardo Castaneda, economista senior del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales. “Desde que se restablecieron las relaciones, el balance comercial es bastante deficitario y más bien es bastante mayor. Así que lo más lógico es que sean las empresas chinas las que saquen más provecho con estos acuerdos”.
Los economistas coinciden en que las promesas chinas en la región están muy lejos de cumplirse, pues el principal socio comercial ha sido, es y seguirá siendo Estados Unidos, por su mayor capacidad comercial, tecnológica y económica. De hecho, la Embajada de los EE. UU. en Nicaragua confirma que el 61 por ciento de las exportaciones nicaragüenses de 2022 tuvieron como destino los EE. UU.
“Estados Unidos compra a Nicaragua hasta dos tercios de su oferta exportable en el marco del CAFTA, que es el tratado de libre comercio entre los Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana”, explicó a Diálogo Marco Aurelio Peña, académico y especialista en desarrollo económico, e investigador del Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica. “Y de ese país proviene también la mayor cantidad de remesas monetarias del exterior. Ocho de cada diez dólares que entran en el país provienen de ahí. Además, es el gran receptor de los exiliados nicaragüenses por razones políticas”.
De acuerdo con los datos de la Oficina del Censo de los EE. UU., Centroamérica duplicó sus exportaciones hacia los EE. UU. en 16 años, pasando de USD 18,075 millones en 2006 a USD 35,649 millones en 2022.
Delirio de poder
Más allá del discurso económico que los Ortega-Murillo repiten en los medios oficiales, los economistas y especialistas leen entre líneas que el acuerdo comercial China-Nicaragua es más bien un intento de salvavidas para la dictadura.
“Ortega siempre ha tenido delirios de líder mundial. Es evidente que provocar noticias donde aparece junto al presidente Iraní, o con el canciller ruso, o suscribiendo acuerdos con China, alimentan esos delirios”, subrayó Sáenz. “Ante el aislamiento internacional, incluso con gobiernos de izquierda latinoamericanos, pretende aparecer como socio privilegiado de China, para presumir de grandes alianzas con potencias adversarias de occidente”.
Esta relación también es vista como un “contrapeso” del régimen opresor de Nicaragua, para enfrentar sanciones individuales que otros países les imponen, por todas las transgresiones a los derechos humanos y los delitos de lesa humanidad.
“Naturalmente, a quienes les importa que está relación vaya con prisas y le vaya muy bien es a los Ortega-Murillo”, añadió Peña. “Primero, Nicaragua es una de las economías más pobres del continente. Segundo, al régimen le conviene mantenerse a flote para la perpetuación de su dictadura”.