Las flotas pesqueras chinas son lugares de trabajo notoriamente implacables, donde las pésimas condiciones sanitarias, la mala alimentación y la ausencia de atención médica, provocan que los trabajadores sufran enfermedades y en algunos casos mueran, evidenció una investigación de The Outlaw Ocean Project (OOP), una organización periodística dedicada a la investigación de conflictos sobre derechos humanos, trabajo y dificultades ambientales en los océanos.
Cuando estas embarcaciones atracan en las costas de Sudamérica suelen reabastecerse y desembarcar a la tripulación herida, enferma o muerta. Montevideo es una de las ciudades porteñas que ha visto el desembarco de un muerto cada dos meses en la última década, publicó el diario mexicano El Sol de México.
“En estos barcos no hay derechos, ni los más básicos. Entonces cuando llegan a estos puertos, como el de Montevideo, sucede que [los tripulantes] se escapan o denuncian la situación a bordo. Solo ahí es cuando se hacen visibles las condiciones”, dijo a Diálogo el 8 de enero el doctor Andrés Milessi, oceanógrafo y biólogo uruguayo, coordinador de la Iniciativa Mar Azul Uruguayo, dentro de la ONG Che Wirapita. “Es una situación sumamente delicada y que, obviamente, el país que recibe estos barcos tiene muy pocas herramientas legales para poder solucionar esta situación. Porque obviamente los barcos tiene un pabellón, casi siempre chinos; entonces les rigen las leyes chinas. Y después en altamar no están regulados”.
Los trabajadores de estos barcos pueden pasar hasta dos años a bordo sin señal de Internet o teléfono, en jornadas laborales que suelen llegar a 15 horas diarias por seis días a la semana o más; descansando en habitaciones hacinadas con el doble de su capacidad, publicó El Sol de México.
El informe Redes oscuras: Descubriendo a quienes están detrás del trabajo forzoso en las flotas pesqueras comerciales, publicado el 15 de noviembre por Financial Transparency Coalition (FTC), una red mundial de 150 organizaciones de la sociedad civil, catorce gobiernos y expertos mundiales en flujos financieros ilícitos, confirmó que de las 10 principales empresas propietarias de embarcaciones señaladas por trabajo forzoso; siete son chinas
Aunque se desconoce el tamaño real de la flota pesquera china, el informe estima que supera los 3000 buques. Sólo la flota de aguas distantes de ese país capturó 2,25 millones de toneladas métricas de pescado en 2022.
Según el OOP, en las empresas que procesan los animales capturados también existen evidencias de trabajo forzado con miembros de la etnia china uigur. Las condiciones laborales suelen verificarse en las llamadas “auditorias sociales”, donde los inspectores que visitan las fábricas revisan el cumplimiento de las normas laborales, publicó el 15 de diciembre el periódico argentino Clarín.
“El Outlaw Ocean Project descubrió que los trabajadores que capturan calamares destinados a la exportación, pueden verse obligados a permanecer en alta mar durante más de tres años, exponiéndose al riesgo de contraer enfermedades como el beriberi, causada por la escasez de vitamina B1 que se encuentra en frutas y verduras frescas, lo que provoca varias muertes”, dijo a Euronews Andrew Wallis, director ejecutivo de la ONG contra la esclavitud Unseen. “La culpa es del Estado chino, de empresas y prácticas comerciales sin escrúpulos, que exigen demasiados beneficios de sus cadenas de suministro”.
Uno los desafíos planteados por la investigación de FTC es la propiedad de los barcos, ya que suelen tener bandera de un país y estar registrados a nombre de un propietario legal de otro, mientras pescan en un tercer país o en alta mar. En el caso de los buques frigoríficos, estos transfieren en alta mar el pescado de un barco a otro, para evitar llevarlo a puertos donde les puedan solicitar información legal y el destinario real.
“Una acción concreta es que exista un observador internacional dentro de los barcos, que no solo verifique cómo hacen las capturas, sino también que tenga las herramientas necesarias básicas para confirmar cómo es el trato de los trabajadores a bordo”, añadió Milessi. “Esto tendría que ser una imposición a nivel internacional, donde cada barco pesquero que esté operando tenga un observador para documentar todo”.
Seguridad marítima
Las operaciones turbias de las flotas chinas son una amenaza constante para la seguridad de los países sudamericanos, quienes desde la segunda semana de diciembre intensificaron la vigilancia de sus mares territoriales para evitar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR).
El Ministerio de la Defensa de Argentina, bajo el control operacional del Comando Conjunto Marítimo, informó que una aeronave Beechcraft B200 de la Armada Argentina realiza vuelos de vigilancia y control de los espacios marítimos, en conjunto con el patrullero ARA Piedrabuena, en el área adyacente a su Zona Económica Exclusiva.
El operativo responde a la inminente llegada de más de 400 barcos pesqueros extranjeros, en su mayoría chinos, cuyos trabajadores reciben un salario de como mucho USD $150 mensuales, cuando cobran, para realizar sus tareas en condiciones precarias, informó el medio digital argentino DEPROA.
La Armada de Chile también mantiene vigilancia especial sobre su mar territorial. Desde diciembre, despliega diversos operativos en los océanos Pacífico y Atlántico, para verificar y controlar el tránsito de la flota pesquera china.
Dos zonas sobre las que se mantiene especial atención son las islas Juan Fernández y la Isla de Pascua, donde la Armada chilena ha identificado buques bajo una amplia variedad de banderas, entre las que se incluyen la china y rusa, informó el 20 de diciembre Naval News. Añade que estos barcos son bastante más grandes, tienen mayor capacidad y utilizan técnicas de pesca depredadoras, diferentes a las utilizadas por los pescadores locales.