El grupo islámico Hizbulá ya es considerado como una organización terrorista en Guatemala, sumándose a Argentina, Colombia, Honduras y Paraguay, para convertirse en el quinto país de Latinoamérica desde julio del 2019 que realiza esta declaratoria en la lucha contra la incidencia y avance de grupos criminales transnacionales en la región. El anuncio lo realizó el presidente de la República guatemalteca Alejandro Giammattei, durante la presentación de un nuevo marco regulatorio contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo, el 12 de octubre de 2020.
“En el Consejo Técnico de Seguridad acabamos de declarar a Hizbulá como un grupo terrorista, pero necesitamos no solo la declaración de grupo terrorista a este grupo, que ya tiene presencia en América Latina, sino que necesitamos el marco regulatorio que nos asegure que no vaya a haber dinero con el cual estén financiando desde el país para poder perjudicar a otros países”, explicó el mandatario en conferencia de prensa. “En consecuencia, se justifica su prevención y su represión”.
“Estados Unidos sigue pidiendo a sus socios que designen a Hizbulá en su totalidad y reconozcan que no hay distinción entre sus alas llamadas ‘militares’ y ‘políticas’”, dijo el secretario de Estado de los EE. UU. Mike Pompeo, a través de un comunicado de prensa del 24 de octubre. “Instamos a todos los países a que tomen todas las medidas que puedan para evitar que los operativos, reclutadores y financieros de Hizbulá operen en sus territorios. Este importante paso ayudará a reducir la capacidad de Hizbulá para planear ataques terroristas y recaudar dinero en todo el mundo, incluso en el hemisferio occidental”.
Joseph Humire, director ejecutivo de la ONG Centro para una Sociedad Libre y Segura, que desde Washington promueve la paz, la libre empresa y la seguridad mundial, explicó a Diálogo que la declaratoria guatemalteca “es un paso importante, porque Hizbulá mira a las comunidades como objetivos para infiltrar herramientas para blanquear capitales (…) además de su vinculación con el crimen organizado transnacional (…), la más grande amenaza continental; como en Centroamérica, donde los cárteles de droga manejan muchos recursos que están distorsionando la política de sus países y corrompiendo los sistemas e instituciones”.