La dimisión de Evo Morales a la presidencia de Bolivia en medio de acusaciones de fraude electoral y crisis administrativa agravó el ambiente de incertidumbre social y económica que azotan a Latinoamérica. En respuesta, Cuba, Nicaragua y Venezuela recrudecieron la represión a sus ciudadanos.
El expresidente boliviano fue uno de los integrantes de la llamada Marea Rosa, cuando los regímenes de izquierda arribaron al poder en Latinoamérica a inicios de la década de 2000.
“Los acontecimientos en Bolivia crean una reacción negativa hacia los regímenes del llamado socialismo del siglo veintiuno, que [en 2019] recrudecieron su represión a la población, porque no tienen capacidad para [cumplir] sus agendas de gobernanza”, dijo Daniel Pou, investigador asociado de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en República Dominicana.
Morales buscó imponerse por cuarta ocasión en las elecciones presidenciales el 20 de octubre de 2019 con el 46 por ciento de los sufragios, sin aceptar una segunda ronda de votaciones. Su opositor, Carlos Mesa, obtuvo el 37 por ciento. Las leyes electorales de Bolivia establecen que para ganar en primera vuelta, un candidato debe obtener 50 por ciento más uno de los votos, o lograr 40 por ciento y obtener una diferencia de al menos diez puntos porcentuales sobre el segundo aspirante más votado.
Los acontecimientos en Bolivia alientan la confianza de la oposición nicaragüense y venezolana para recuperar la democracia, pero incomodan a Daniel Ortega en Nicaragua y a Nicolás Maduro en Venezuela.
El 14 de noviembre, durante la VIII Reunión Extraordinaria del Consejo Político de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), Ortega dijo que, de no ganar las próximas elecciones por la vía electoral, “los pueblos se sentirán con todo el derecho, la obligación, de buscar las armas para tomar el poder por la vía revolucionaria”, indica el portal oficial nicaragüense El 19 Digital.
Por su parte, Maduro amenazó el 11 de noviembre a la oposición venezolana desde el canal oficialista Telesur, para que no se motiven con la caída de Morales. “Le digo a la derecha fascista: nos conocen, no se equivoquen, no hagan un cálculo falso con nosotros”. Venezuela tendrá elecciones legislativas en 2020, en las que renovará la Asamblea Nacional.
“Cuba, Nicaragua y Venezuela están aislados, con sus organismos internacionales debilitados”, comentó Pou. “Tres regímenes con poca capacidad para prolongar esa agonía política de ausencia de democracia, de crear consensos favorables a su entorno. Su recurso ante su incapacidad es la represión”.
“Estos regímenes se sostienen por los modelos de control social interno como el monopolio de la violencia y la observación militar permanente”, mencionó Eliseo Núñez, activista del Frente Amplio por la Democracia de Nicaragua.
Con la salida de Morales, el Gobierno interino de Bolivia rompió relaciones con el régimen de Venezuela, decidió abandonar ALBA, y analiza su salida de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR). Estas instancias no tienen capacidad para causar un impacto en términos de política regional y económica, y son un “parapeto político de los líderes del socialismo, no mecanismos de integración regional”, concuerdan Pou y Núñez.
Para Jorge Serrano, académico del Centro de Altos Estudios Nacionales de Perú, lo crucial ahora es lograr la democracia en Bolivia. Agregó que la resistencia que vemos contra el Gobierno de transición es un plan B diseñado e implementado con asesoramiento cubano.
“Latinoamérica tiene un escenario convulso; los servicios de inteligencia cubanos y venezolanos también buscan desestabilizar a Chile y Colombia, con apoyo de grandes potencias transcontinentales como China, Irán y Rusia”, aseguró Serrano. “Los países de Latinoamérica necesitan fortalecer sus centrales de inteligencia desde lo legal y estructural”.
El capítulo boliviano es parte de una tendencia regional donde el panorama es cambiante, con inestabilidad que impacta negativamente el dinamismo y equilibrio que tenían algunas economías, dijo Pou. “Este escenario obliga a los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela a replantearse una salida negociada, que traiga como beneficio nuevos procesos democráticos”, concluyó.