Desde la Revolución Islámica de 1979, Irán ha sido considerado como uno de los actores por excelencia de la zona gris, estrategia cuyas actividades se encuentran entre la paz y el conflicto armado; incluso manipulación económica, operaciones de influencia, campañas de desinformación y ciberataques entre muchas otras. El objetivo de frustrar, desestabilizar, debilitar y atacar a un adversario.
“Su modus operandi está influenciado en su totalidad por esta forma particular de guerra (…), excepto cuando libra “guerras impuestas” como la guerra Irán-Irak y la guerra civil siria”, señaló Michael Eisenstadt, director del programa de Estudios Militares y de Seguridad, del Instituto de Washington, en su investigación Operando en la zona gris: Contrarrestar el modo de guerra asimétrico de Irán.
Según Eisenstadt, Irán encontró en esta forma de guerra una alternativa más segura, menos costosa y sin presiones políticas, para avanzar en sus ambiciones estratégicas e intentar convertirse en una potencia dominante en Medio Oriente. La estrategia de la zona gris, aseguran los expertos, ha venido escalando rápidamente, convirtiéndose hoy en una de las mayores amenazas en contra del orden mundial.
Herramientas no convencionales
Irán ha utilizado herramientas no convencionales para penetrar y expandir su influencia en otras regiones del mundo, como por ejemplo Latinoamérica. Tratando de evitar un conflicto armado, Irán apuesta por operaciones psicológicas, acciones encubiertas e incluso atacar a sus enemigos, siempre y cuando estén lejos de sus fronteras.
Una de las principales herramientas que ha utilizado, es su red de embajadas en el mundo. Jorge Cachinero, experto español en relaciones con gobiernos y riesgos políticos, señala en un reporte que a través de estas representaciones diplomáticas Irán “despliega complejos, sofisticados, largos y fuertes tentáculos de agentes encubiertos y de fuerza cuasi militar”. Así mismo, dice que “Irán utiliza la diplomacia energética y los beneficios de sus riquezas petrolíferas, para financiar sus diversas causas y campañas”.
Otra de las herramientas que emplea Irán es el uso de aliados indirectos. Según explica Cachinero, el grupo terrorista Hezbolá sería el ejemplo más claro de las fuerzas indirectas que emplea Irán para alcanzar sus intereses estratégicos en todo el mundo, incluida Latinoamérica. “Ninguno es más poderoso que la organización terrorista Hezbolá – ‘el partido de Dios’, en su significado original–, el principal actor de la guerra híbrida en el mundo (…)”, señaló Cachinero.
Detrás de esas alianzas indirectas, está el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), las fuerzas armadas estatales iranís encargadas de defender al régimen revolucionario iraní y considerado como grupo terrorista por varios países. “El IRCG es el brazo ejecutor paramilitar de las políticas iraníes a través de terceros, como prueban sus vínculos estrechos con grupos como el mencionado Hezbolá”, dijo Cachinero.
Amenaza híbrida
Expertos adoptaron el término “amenaza híbrida” para referirse a “la integración de tácticas, técnicas y procedimientos no convencionales e irregulares, mezclados con actos terroristas, propaganda y conexiones con el crimen organizado”, explica un estudio de la Universidad de Navarra, España, titulado La amenaza híbrida: la guerra imprevisible. El objetivo no es más que lograr resultados sin recurrir a la guerra, enfrentando a las sociedades y no a los ejércitos, y su coste recae directamente sobre la población. El objetivo militar pasa a segundo plano, dice el estudio.
Según Eisenstadt, un ejemplo donde Irán llevó a cabo acciones de este tipo logrando efectos desproporcionados, es el bombardeo al cuartel del Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos, en octubre de 1983, que obligó a las fuerzas estadounidenses de mantenimiento de la paz a salir del Líbano. Otro de los ejemplos que cita el autor es el ataque con vehículos aéreos no tripulados y misiles de crucero contra la infraestructura petrolera saudí, en septiembre de 2019, que demostró la capacidad de Teherán para interrumpir la producción de petróleo en la región.
Estas acciones, aseguran los expertos, son llevadas a cabo con alianzas indirectas que en ocasiones incluyen la mano de obra local para cometer los atentados. En Latinoamérica, por ejemplo, Irán se ha enfocado en ganar socios en países como Nicaragua, Venezuela y Colombia, para llevar a cabo sus cometidos a través de la Unidad 840 de las Fuerzas Quds. Ejemplo de ello fue el misterioso avión venezolano-iraní inmovilizado en Argentina en 2022, cuyo piloto Gholamreza Ghasemi tiene vínculos con la Fuerza Quds; o el intento de asesinar a dos empresarios israelíes en Colombia en 2021, según informó el portal de noticias argentino Infobae.
Episodios como estos alertan a los países de la región sobre la creciente influencia de Irán y sus amenazas híbridas, para conseguir sus ambiciones estratégicas. “Tal acceso creciente y motivos vagos deberían servir de advertencia para los países de la región, para que sean cautelosos ante nuevos acuerdos con Irán y mantengan una estrecha vigilancia sobre sus intenciones,” manifestó Eisenstadt.