La compañía china polémica, China Railway Construction Corporation Limited (CRCC), que fue sancionada por el Banco Mundial en 2019 por fraude y corrupción, construirá el nuevo puente sobre el río Demerara en Guyana, indicó en Internet el diario guyanés Stabroek News.
El Gobierno de Guayana y la empresa china firmaron a fines de mayo el contrato por USD 260 millones. Aunque el diseño del puente aún no se ha finalizado, los trabajos preparatorios comenzarán de inmediato, precisó Stabroek News.
“China es un país que no tiene mucha tendencia a respetar los temas climáticos y de impacto ambiental”, dijo el 25 de julio a Diálogo Daniel Pou, experto en seguridad y director del Centro de Análisis de Datos de la Seguridad Ciudadana de República Dominicana. “Su tradición siempre es así en todos los lugares donde ha invertido”.
Se estima que la construcción tendrá una duración de dos años. La estructura flotante de cuatro carriles y pista ciclista será de más de 2,65 kilómetros de largo, 24 metros de ancho, y una vida útil de 100 años. La nueva estructura reemplazará al puente actual que data de hace 44 años, informó el Departamento de Información Pública de Guyana.
Impactos potenciales
Sin embargo, los trabajos del nuevo puente comenzarán sin una evaluación de impacto ambiental y social (EIA). La ambientalista Simone Mangal-Joly advirtió que “la ausencia de información básica sobre el diseño del puente hace imposible sacar conclusiones sobre los impactos asociados con el puente”, reportó el diario guyanés Kaieteur News.
Los EIA son requisito para realizar cualquier actividad que determine alteraciones en el ambiente físico y humano. La construcción de un puente modifica el medio ambiente donde se implanta, puede existir daños a especies de flora y fauna de la zona, contaminación al agua, al suelo y al aire, indica un trabajo de titulación para la carrera de Ingeniería Civil de la Universidad Católica de Santiago Guayaquil.
“Las inversiones chinas en la región profundizan las asimetrías de los costos (…) e injusticias ecológico-distributivas, (…) y en Latinoamérica nos quedan los pasivos ambientales”, dijo a Diálogo Ariel Slipak, coordinador del Aérea de Investigaciones de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, de Argentina. “Nosotros somos los que pagamos los costos ambientales como la reducción de los recursos hídricos”.
Mangal-Joly informó que el río Demerara experimenta gran sedimentación, así que cuando se coloquen los pilares en el río para la edificación del puente afectará profundamente al flujo de agua, lo quedescribió como “el área más crítica”, indicó Stabroek News.
Malas prácticas
En 2019 el Banco Mundial inhabilitó a CRCC, la empresa estatal china dedicada al desarrollo de infraestructura, sus subsidiarias y sus 730 afiliadas controladas, por malas prácticas en el proceso de adquisición del contrato del Proyecto de Mejoramiento del Corredor Autopista Este-Oeste en Georgia; al presentar información manipulada.
A pesar de sus malas prácticas, China busca establecer una carretera que conecte la costa de Guyana en Georgetown y Berbice con el norte de Brasil, y un gran puerto para poder llevar sus embarcaciones rumbo al océano Pacífico, comentó Pou. “Indiscutiblemente que la jugada es magistral”.
Expansión china
Existe una expansión de proyectos desarrollados por empresas de propiedad y operación chinas en Guyana. Uno de ellos incluye la participación de China National Offshore Oil Corporation en el consorcio que controla los campos petroleros de Stabroek. También la adquisición por la firma china Bosai Minerals, de la mina de bauxita Omai cerca de Linden; y las mejoras realizadas por China Harbour and Engineering Corporation, al Aeropuerto Internacional Cheddi Jagan, ya con retraso.
Las conversaciones sobre otro proyecto, la estación hidroeléctrica Amaila Falls, se reanudaron a mediados de julio, después de que las negociaciones con la empresa China Railway First Group Limited, el licitador preferente que también fue sancionado por el Banco Mundial en 2019 en relación con las prácticas fraudulentas en un proyecto hidroeléctrico en Pakistán, terminaran en un punto muerto en mayo.
La presencia de China en las Américas se hace más fuerte de 2010 en adelante, involucrándose en la extracción de recursos primarios, minerales críticos y recursos energéticos, así como la construcción de mega infraestructuras, aseguró Slipak.
Repensar la relación
Diana Castro, docente de la Universidad Andina Simón Bolívar en Ecuador, sugiere que los países latinoamericanos deberían repensar la relación financiera con China. “Los países latinoamericanos están frente a dos caminos con respecto a las relaciones con China: seguir la trayectoria extractivista o revaluar los grandes modelos económicos y financieros para reducir la huella ecológica y contribuir al cambio climático”, reportó en marzo la plataforma de periodismo ambiental Mongabay.
“Los países deben fortalecer los organismos de la sociedad civil para interpelar a quienes financian [los proyectos] y velar y exigirles que se cumplan los estándares del Acuerdo de Escazú, sobre el acceso a la información, la participación pública, y justicia en asuntos ambientales en Latinoamérica y el Caribe”, finalizó Slipak. El Acuerdo de Escazú, firmado por 25 naciones de Latinoamérica y el Caribe y que se originó en 2012, es el primer tratado internacional de Latinoamérica y el Caribe en materia de medio ambiente, y el primero del mundo que incluye disposiciones sobre los derechos de los defensores del medio ambiente.