La empresa estatal China Huadian Overseas Investment desarrollará los proyectos de energía eléctrica Tumarín y Mojolka. El régimen de Daniel Ortega-Rosario Murillo informó sobre este convenio a mediados de octubre, indicó la plataforma oficialista El 19 Digital.
“Nicaragua busca llevar a cabo proyectos de infraestructura, pero su autenticidad y viabilidad son cuestionadas”, dijo el 18 de noviembre a Diálogo Ricardo Abello, profesor de Derecho Internacional de la Universidad de Rosario, Colombia. “Esto genera desconfianza de la honestidad y el alcance real de dichas iniciativas, debido al contexto político del país”.
Tumarín está proyectado para completarse en 7 años, mientras que Mojolka requerirá aproximadamente 5 años para su finalización, según la plataforma de negocios latinoamericanos Bnamericas. El acuerdo fue firmado el 17 de octubre en Pekín, durante el Tercer Foro de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
El régimen de Ortega-Murillo no detalló la naturaleza del financiamiento. Sin embargo, se vislumbra un flujo de recursos en contratos poco transparentes y sin supervisión. Esto se evidencia en el acuerdo actual para la expansión del aeropuerto conocido como Panchito, en Punta Huete, otorgado sin licitación alguna a una firma china, indicó la plataforma nicaragüense Articulo 66 el 17 de octubre.
“Una de las principales preocupaciones al establecer acuerdos comerciales con China radica en sus exigencias para ejercer control completo, lo cual no sería beneficioso para Nicaragua”, comentó Abello. “Las compañías chinas traen consigo un paquete completo y no está claro qué quedará para el país centroamericano”.
Además, destacó que aunque China es uno de los principales constructores de grandes infraestructuras en Latinoamérica, esto no asegura la calidad o adecuación de los proyectos. “Las mejores tecnologías y conocimientos provienen de otros países”, afirmó.
Proyecto fallido
Tumarín sería la central eléctrica más grande del país. Se destaca como uno de los tantos ambiciosos proyectos de infraestructura, impulsados sin éxito hasta ahora por el régimen de Ortega-Murillo, reportó la agencia española de noticias EFE. En 2009, Managua aprobó la ley para su realización en Apawás, una comunidad de difícil acceso en la región autónoma de la Costa Caribe Sur.
Esta iniciativa, con un costo estimado de más de USD 1000 millones, buscaba generar alrededor de 253 megavatios, lo que significaba un 25 por ciento del consumo total de electricidad en el país. Su construcción y operación se habían concedido al consorcio encabezado por Eletrobras, el mayor grupo eléctrico de Brasil controlado por el Estado, y la empresa privada brasileña Queiroz Galvão. Según la plataforma independiente Nicaragua Investiga, tenía la expectativa de iniciar operaciones en 2016.
Detalló que después de que Ortega intentara involucrarse en el proyecto, proponiendo que su empresa Albanisa fuera socia y constructora, la propuesta fue rechazada por los brasileños. En 2019, los Estados Unidos sancionaron a Albanisa por sus vínculos con la empresa estatal Petróleos de Venezuela.
A pesar de su financiamiento brasileño, Tumarín enfrentó dificultades desde el inicio y finalmente colapsó cinco años después, debido a los escándalos de corrupción conocidos como Lava Jato, que sacudieron a Brasil, informó la plataforma argentina Infobae.
Sin embargo, en un contexto donde la dictadura Ortega-Murillo opera sin restricciones, sin supervisión por parte de la Contraloría y sin la oposición de organizaciones ambientalistas locales decidió revivir el proyecto Tumarín, esta vez con la colaboración de China, precisó Artículo 66.
Asegurar estabilidad
“China establece relaciones comerciales con cualquier país, (…) lo crucial es asegurar la estabilidad necesaria para llevar adelante sus proyectos estratégicos”, expresó Abello. “Sin embargo, cualquier tipo de vínculo desigual con esta potencia nunca resultará favorable”.
Cuando China busca tener impacto y control geopolítico en una región, según Abello, la dinámica cambia: hacer negocios se transforma en ceder territorios. Más allá de las transacciones comerciales, lo que China realmente busca son espacios estratégicos para su único beneficio.
Nicaragua representa para China un territorio táctico, geográficamente ubicado entre el Caribe y el Pacífico, que le brinda oportunidad para establecer vínculos en esa región, especialmente bajo regímenes políticos dispuestos a acatar sus deseos, precisó.
Desde esta perspectiva Nicaragua se convierte en un terreno fértil para Pekín; un lugar donde pueden cultivar su influencia. Este modelo de expansión es similar a la estrategia que China emplea en África, mostrando la complejidad de cómo este país “va metiendo sus manos en todas partes”, indicó.
Relación dispar
Otros proyectos anunciados por el régimen nicaragüense que desarrollará con China son la ampliación del Aeropuerto Internacional Punta Huete; los estudios, diseño y construcción del ferrocarril Managua-Masaya-Granada; y la ampliación de la carretera litoral Costanera, señaló el periódico nicaragüense La Prensa.
En Nicaragua se promociona la idea de que los nuevos proyectos de generación energética aumentarán la competitividad y reducirán los costos del servicio eléctrico. No obstante, en realidad quienes se han beneficiado de la industria energética son la familia Ortega-Murillo y sus asociados, afirma Nicaragua Investiga.
Entre los temas centrales está el desequilibrio en la relación Nicaragua-China.. “Estamos viendo un escenario en el que China obtiene beneficios, mientras que Managua y la región latinoamericana no cuentan con acuerdos favorables en esta dinámica”, concluyó Abello.