En un ambiente de violencia contra los medios de comunicación independientes en Cuba, Nicaragua y Venezuela, los periodistas denuncian las intervenciones de estos regímenes a través de las redes sociales, una herramienta de resistencia, dijo a Diálogo Guillermo Medrano, coordinador de Derechos Humanos de la Fundación Violeta Chamorro, una ONG nicaragüense que vela por la libertad de expresión.
El común denominador entre los tres países es la censura, el autoritarismo y la agresión del Estado que agrava la situación, señala el reporte Clasificación mundial 2019, de la ONG francesa Reporteros Sin Fronteras (RSF). El hostigamiento sistemático y el incremento de los ataques por Internet en contra de los comunicadores los obliga a exiliarse para preservar su integridad física, remarca.

Cuba es el peor país para la libertad de expresión en Latinoamérica, sigue RSF. La constitución cubana prohíbe la existencia de la prensa privada y condiciona la libertad de expresión a mantenerse en la línea oficialista. La ONG expone que en Venezuela, desde 2017, las fuerzas del orden y los servicios de inteligencia intensificaron la represión contra los medios, porque el régimen de Nicolás Maduro acalla cualquier contenido que cuestione su autoridad.
Los comunicadores nicaragüenses, por su lado, sufren a diario campañas de acoso y amenazas de muerte. “Tras la ola de protestas de 2018, el Gobierno de Nicaragua no solo prohibió la libre movilización y las marchas cívicas, sino que intensificó las agresiones contra los periodistas y los medios de comunicación”, señaló Medrano. “Casi 70 por ciento de los medios son o están en manos del presidente Daniel Ortega, de su familia, prestanombres o allegados, que corresponden a los intereses del partido en el poder”.
“Estas acciones son dramáticas porque los lectores y los ciudadanos en general no tienen acceso a la verdad de los hechos que enfrentan sus países, para tomar decisiones o denunciar violaciones de derechos humanos”, aseguró a Diálogo Emmanuel Colombié, director de RSF para Latinoamérica. “Resulta una sociedad desinformada o mal informada, que como consecuencia apoya y acepta cualquier tipo de comportamiento por parte de las autoridades”.
La Internet y las redes sociales son los únicos canales de comunicación para conocer el trabajo de los periodistas y medios de comunicación independientes, sobre el papel opresor de las administraciones autoritarias, agregó Colombié. “Esos gobiernos no quieren que exista una narrativa diferente a la suya ni una libertad de expresión verdadera”.
Los dictadores recurren con más frecuencia a apagar la Internet en momentos de crisis, con el argumento de que es necesario para la seguridad pública impedir la difusión de información incorrecta. Estas medidas radicales son más un castigo colectivo que una respuesta táctica, indica la organización internacional Human Rights Wach en su sitio web.
“Lamentablemente el yugo totalitario de estos regímenes latinoamericanos tiene atrapados en la ignorancia a millones de personas, sin derecho al conocimiento y sin libertad de expresión”, comentó Medrano. “Una de las cosas positivas de estas dictaduras es el surgimiento de nuevos medios independientes; el reto está en cómo navegan o naufragan estos medios digitales ante tanta represión permanente”.
Para acallar las críticas, los autócratas más represivos adquieren herramientas de vigilancia de redes sociales que emplean inteligencia artificial para silenciar expresiones indeseables, indica la ONG estadounidense Freedom House en su estudio Libertad en la red 2019. El resultado es un fuerte incremento en el abuso de las libertades civiles y la reducción del espacio en línea para el activismo cívico, agrega.
“Las organizaciones internacionales debemos trabajar de manera coordinada, y juntar fuerzas para denunciar con más impacto estas situaciones”, remarcó Colombié. “En Venezuela y Nicaragua las cosas van a empeorar con la presencia de Maduro y Ortega. Van a desaparecer poco a poco a todos los comunicadores y medios independientes”.