El Gobierno cubano autorizó el 29 de julio de 2019 el uso de redes privadas de datos para establecer conexiones remotas a internet. Sin embargo, las nuevas regulaciones contienen una serie de restricciones que violan las normas internacionales y prohíben la participación de componentes básicos, que consiguieron conectar municipios enteros.
“No se entiende que un país como Cuba, que debiera promover la socialización de las relaciones, arremeta contra este tipo de red, construida y gestionada por la propia comunidad sin fines de lucro y apolítica”, dijo a Diálogo desde México el cubano José Raúl Gallego, profesor de la Facultad de Lenguas y Comunicación de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte en Cuba.
Las normativas que regulan el uso de las redes privadas de datos y el empleo de sistemas inalámbricos de alta velocidad del Ministerio de Comunicaciones de Cuba (MINCOM) volvieron ilegales las redes malladas y compartidas, que permiten a las personas comunicarse entre sí, además de restringir la potencia de los equipos inalámbricos, indicó la agencia española de noticias EFE. Las regulaciones acabaron con la primera red autogestionada no gubernamental del país, donde los usuarios extendían un servicio a través de varias casas conectadas a un cable único. La red, creada en 2001 ante la dificultad para obtener servicio de internet, permitía a más de 100 000 usuarios compartir contenidos y opiniones en foros virtuales.
Al entrar en vigor las normas, la red autogestionada luchó por evitar su disolución. Después que agentes de seguridad gubernamentales concretaron amenazas y detenciones de usuarios y administradores del sistema, la infraestructura de la red fue absorbida de manera “gratuita” por la cadena estatal de computación Joven Club, indica Yucabyte, el sitio oficial cubano enfocado a las tecnologías de información. Además, dice que en 35 años de existencia el Joven Club ya conectó por fibra óptica a un poco menos de la mitad de sus instalaciones en todo el país. Según el sitio web de MINCOM, Joven Club posee solo 600 instalaciones.
“Este tipo de redes son fomentadas a nivel internacional no solo por cuestiones económicas, sino porque empoderan a las personas, promueven la alfabetización, fomentan la participación, y crean nuevas oportunidades de trabajo”, dijo Gallegos. “Cuba necesita redes autogestionadas para garantizar el uso social del espectro radioeléctrico”, agregó en Facebook Fidel Alejandro Rodríguez, catedrático de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Habana.
Las regulaciones sobre la informatización cubana prohíben “alojar sitios web en el extranjero, difundir información contraria al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas a través de las redes”, establece la Gaceta Oficial No. 45 del Estado. Los decretos imponen multas y decomisos de equipos a los infractores.
Cuba está entre los países con mayores niveles de censura; el Gobierno relega a sus ciudadanos a una intranet controlada, dice la ONG estadounidense Freedom House. Agrega que la vigilancia en la actividad en redes es utilizada para identificar a periodistas independientes y disidentes políticos.
“Las autoridades reconocen que la actualización de su economía requiere mayor conectividad, pero les preocupa que un mayor acceso pueda fomentar la disidencia”, declaró a The New York Times William Leo Grande, profesor de política latinoamericana en la American University en Washington, EE. UU. “Siempre existe tensión entre el riesgo político de dar acceso a internet y la necesidad económica de la expansión”.
El Estado cubano debe cesar cualquier forma de vigilancia por internet pues constituye injerencia en la vida privada de las personas, reclamó la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos en su informe Libertad de Expresión en Cuba, publicado en diciembre de 2018. “Para un sistema totalitario como el cubano, cualquier empoderamiento o asociación que ocurra fuera de los espacios oficiales es peligrosa”, concluyó Gallego.