El narcotráfico en Latinoamérica experimenta una transformación significativa: un creciente número de mujeres asumen roles de liderazgo en los cárteles de la droga. Este cambio refleja un refuerzo considerable a estas organizaciones, como señala el diario Los Angeles Times.
“Este ascenso tiene que ver cómo percibimos el papel de la mujer en la seguridad, particularmente en el ámbito del narcotráfico y requiere una revisión”, dijo a Diálogo Yadira Gálvez, experta en temas de seguridad y académica de la Universidad Nacional Autónoma de México. “Históricamente se asocia a las mujeres con roles menores en esta actividad; o como las víctimas”.
El empoderamiento de las mujeres en estos grupos implica una participación más activa en actividades violentas como torturas y asesinatos, equiparándose a las responsabilidades de los hombres en estos círculos delictivos. Según un reporte de la ONG internacional Crisis Group, este reclutamiento sistemático refuerza la presencia e influencia de estos cárteles en donde operan.
Para Deborah Bonello, periodista y autora de Narcas: el ascenso secreto de las mujeres en los cárteles latinoamericanos, “muchas mujeres se suman a estos grupos en busca de poder, riqueza y la descarga de adrenalina que viene con el riesgo inherente al mundo del crimen”, refiere en Internet BBC.
Su ingreso al mundo criminal, a menudo ocurre a través de relaciones personales. Sus vínculos románticos con hombres involucrados en actividades delictivas, las exponen a contextos donde los líderes de los grupos ilegales valoran sus habilidades sociales y financieras, detalla el reporte de la organización internacional.
Varias sicarias entrevistadas por Crisis Group, comentaron que la vida criminal es una forma de autodefensa y protección contra convertirse en víctimas. Especialmente para las más jóvenes, la delincuencia es una manera de sobrevivir en entornos violentos, obtener autonomía, dignidad y la posibilidad de vengarse o resolver conflictos pasados.
Panorama criminal
Por eso, el narcotráfico percibe que las mujeres pueden pasar inadvertidas con mayor facilidad, pues son más observadoras, más pacientes y evaden la atención de la policía y del ejército, como menciona Crisis Group. Estos cárteles aprovechan los estereotipos de género que reducen las sospechas hacia las mujeres al cometer delitos, en comparación con los hombres.
“Este cambio en el panorama criminal genera estructuras más complejas y multifacéticas, vinculadas a aspectos financieros, operativos y lavado de activos. En este contexto, resulta crucial analizar el papel de las mujeres en todas las estructuras y operaciones del área criminal”, comentó Gálvez.
Asimismo, la creciente participación femenina en la delincuencia organizada en Latinoamérica se manifiesta en diversos roles. Por ejemplo en México, varias mujeres están a cargo de operar drones en estas organizaciones criminales, lo que les permite ascender a puestos de inteligencia y liderazgo en sus estructuras, precisó.
Hay mujeres que dirigen grupos criminales gestionando secuestros, extorsiones y tráfico de personas. Supervisan a unos 20 miembros, reclutan nuevos integrantes, planifican ataques y determinan sanciones internas en la organización. Este liderazgo implica disponibilidad constante, aislamiento de la familia y el permanente riesgo de traición, detalla el reporte Crisis Group.
El incremento en la participación de mujeres en el crimen organizado provoca aumento en el reclutamiento de sus hijos, generando “un ciclo de crimen intergeneracional”, donde los niños son reclutados como castigo, o para sobrevivir cuando las mujeres son encarceladas y no hay cuidadores adultos disponibles, indica la ONG internacional.
El número de mujeres encarceladas por delitos asociados a la delincuencia organizada está a la alza, según Crisis Group. La proporción de mujeres acusadas por estos delitos ha aumentado del 5,4 por ciento en 2017 al 7,5 por ciento en 2021 en México, donde las mujeres representan entre el 5 y el 8 por ciento del personal activo en grupos criminales.
En Colombia, la cantidad de mujeres privadas de la libertad ha crecido notablemente, superando el 400 por ciento entre 1991 y 2021, llegando a 6000 reclusas por delitos relacionados con el tráfico de drogas. En Ecuador, siete de cada diez reclusas enfrentan cargos por la misma causa, según reporta la plataforma argentina Infobae.
La esposa del patrón
Después de la extradición a los EE. UU. de Ovidio Guzmán, alias El Ratón, se presume que Adriana Meza, apodada La Esposa del patrón, tomó el mando de la facción del Cártel de Sinaloa liderada por Los Chapitos. Sus vínculos con el cártel se remontan a su padre Raúl Meza Ontiveros, alias El M-6, neutralizado en una balacera en 2007. Meza fue lugarteniente de Ismael El Mayo Zambada, reportó Infobae.
Aunque las versiones apuntan a Adriana como la nueva figura principal en el Cártel de Sinaloa, el Gobierno de los Estados Unidos aún identifica a Iván Archivaldo Guzmán Salazar como el líder principal de Los Chapitos, por quien ofrecen hasta USD 10 millones de recompensa por información que lleve a su captura, detalló.
La Diabla
Yuri Patricia Sánchez, alias La Diabla, arrestada en 2016, figura en la lista de mujeres que han encabezado operaciones de narcotráfico en Colombia. Se le imputa un papel crucial en los asesinatos perpetrados por sicarios del Clan Úsuga contra miembros de la fuerza pública, así como a la adquisición y ocultamiento de armamento para la organización criminal, indicó el diario argentino El Clarín.
La Diabla se suma a otras sicarias notables como Melissa Margarita Calderón Ojeda, también conocida como La China. Esta última lideró un grupo de sicarios dentro de las fuerzas especiales de Los Dámaso, una facción del Cártel de Sinaloa. Reconocida por su operación violenta, se le atribuyen al menos 150 asesinatos, indica en Internet El Heraldo de México.
Desafío
“En este contexto, es vital que las fuerzas de seguridad en Latinoamérica adapten sus estrategias de investigación para reconocer la participación femenina en redes criminales, desafiando la percepción arraigada de que las mujeres no forman parte activa de estas organizaciones delictivas”, expresó Gálvez. “Transformar este estereotipo es esencial para enfrentar expresó Gálvez esta compleja realidad con eficacia”.
También es necesario mejorar las capacidades de inteligencia, para adaptarse a las cambiantes dinámicas de las organizaciones criminales y su amplia gama de actividades ilícitas. “Es fundamental para las fuerzas de seguridad identificar y desmantelar estas organizaciones reduciendo así los niveles de violencia, lo que incluye una estrecha cooperación internacional”, concluyó Gálvez.