En una oficina del Pentágono, un cartel resume los sentimientos de quienes la ocupan: “El hemisferio occidental es el mejor hemisferio”.
Sergio de la Peña, subsecretario adjunto de Defensa para Asuntos del Hemisferio Occidental dice que, a pesar de que hay algunos problemas, el “vecindario” es seguro y próspero. No obstante, esta condición requiere permanente atención y participación.
La oficina de De la Peña brinda orientación normativa al Comando Norte y al Comando Sur de los EE. UU. Su responsabilidad se extiende desde el Ártico hasta el Atlántico. O sea, la mitad del planeta.
De la Peña es el único subsecretario adjunto para la región. En cambio, el resto del planeta cuenta con ocho subsecretarios adjuntos.
El hemisferio occidental es relativamente tranquilo en comparación con el resto del mundo, pero esto no significa que esté exento de problemas. Las organizaciones criminales transnacionales consideran al hemisferio su “hogar”. El tráfico de drogas y de personas son problemas serios en toda su extensión. Las disparidades económicas exacerban las tendencias migratorias y hay algunos países como Cuba, Venezuela y Nicaragua, que simplemente no pueden hacen lo que corresponde, expresó De la Peña.
Y el hemisferio no es inmune a los problemas que están surgiendo en otras partes del mundo. China y Rusia se están erigiendo como las grandes potencias competidoras de los Estados Unidos, y ven como tentadores objetivos a otros países de la región. Ambos buscan la forma de sembrar la discordia entre amigos, generando dudas e incertidumbre en las asociaciones.
El principal esfuerzo de los militares estadounidenses consiste en ayudar a que las naciones de la región desarrollen capacidades para proteger su soberanía. Los militares deben responder ante sus dirigentes civiles y respetar los derechos humanos de sus ciudadanos.
Esto está funcionando. Muchas fuerzas militares de Centroamérica y Sudamérica han adoptado este enfoque y se han convertido en verdaderos “exportadores” de seguridad. A principios de la Operación Libertad Iraquí, Colombia y El Salvador enviaron fuerzas a Irak. También otras naciones del hemisferio están proporcionando fuerzas entrenadas y profesionales a las misiones de las Naciones Unidas.
Pero lo más importante es que las naciones están trabajando juntas en la región, de formas nunca antes vistas.
Muchas naciones del hemisferio están intercambiando inteligencia e información sobre amenazas compartidas. Los militares trabajan bilateral y multilateralmente con los EE. UU. para mejorar las respuestas y la interoperabilidad.
“Lo que les pedimos es que sean conscientes de la situación de su propio entorno y que estén dispuestos a compartir lo que consideren oportuno”, expresó De la Peña. “Es como vigilar el vecindario: las naciones deben ser conscientes de la situación de su propio espacio soberano”.
Ya es bastante difícil mantener la conciencia situacional en tierra, mar y aire, pero ahora los nuevos dominios de espacio y ciberespacio suman nuevos niveles de complejidad a una tarea que ya era abrumadora, indicó.
Esos nuevos dominios son clave para entender las amenazas y combatirlas.
Muy pocas amenazas residen exclusivamente dentro de las fronteras de una sola nación. La cooperación y el intercambio son absolutamente esenciales para repelerlas.
Del lado de la ecuación de las relaciones entre fuerzas militares los líderes mantienen buenos lazos. Tienen un entendimiento común de las amenazas y pueden asesorar a líderes civiles en materia de estrategias para derrotarlas, manifestó De la Peña.
“Los militares pueden proporcionar orientación y liderazgo”, dijo De la Peña. “Esa seguridad es clave porque si no tienes seguridad, no tendrás prosperidad”.