Es posible que el momento más destacado en la vida de Abu Bakr al-Baghdadi haya sido en 2014, cuando parado frente a sus fieles, vestido con una túnica negra declaró en una mezquita de Mosul, ciudad iraquí tomada por el Estado Islámico, ser el califa, líder político y religioso de la comunidad musulmana internacional.
Otros líderes musulmanes rechazaron sus declaraciones, pero el califato eventualmente se extendió sobre el 40 por ciento de Irak y una amplia franja del norte de Siria. Atrajo a la región a miles de combatientes extranjeros para pelear por la causa de Estado Islámico contra los aliados de Occidente y Medio Oriente.
Por un tiempo, la capital autodeclarada de Raqqa, en Siria, ofició como sede administrativa del califato de Estado Islámico, mediante un sistema brutal e intransigente de justicia islámica, a la vez que recaudaba impuestos y administraba los servicios públicos.
Sin embargo, Baghdadi, sobre quien había una recompensa de USD 25 millones desde 2016 no se le veía en público, excepto por un video de 18 minutos difundido en abril.
En los últimos años, numerosos informes indicaban que lo habían matado o herido a raíz de una serie de ataques de los EE. UU. y países asociados en todo Irak y norte de Siria, a medida que el califato colapsaba gradualmente. En junio de 2017, el Gobierno iraquí manifestó haber recuperado a Mosul del dominio de Estado Islámico, y seis meses después declaró victoria absoluta en Irak. A fines de marzo, las fuerzas democráticas sirias apoyadas por los EE. UU. anunciaron la liberación de Baghuz, el último territorio controlado por el Estado Islámico en Siria.
Baghdadi reaparecía a través de audios, en donde hacía referencia a eventos recientes para probar que seguía con vida. De lo contrario, se escondía y utilizaba una serie de técnicas para evitar que descubrieran su paradero. No usaba teléfonos celulares, se trasladaba a menudo de una casa segura a otra y evitaba viajar en convoyes que pudieran atraer la atención de fuerzas aliadas en la región.
Pero los EE. UU. continuaron su búsqueda, que terminó el 26 de octubre en una redada de las Fuerzas Especiales de los EE. UU. en Siria, donde Baghdadi se suicidó, matando a tres niños al detonar un chaleco con explosivos, una vez que los comandos estadounidenses lo acorralaron en un túnel sin salida.
El presidente de los EE. UU. Donald Trump anunció el ataque y el deceso de Baghdadi durante una declaración y conferencia de prensa en la Casa Blanca, diciéndole al mundo que Baghdadi “murió llorando y gritando como un cobarde”. En un análisis de campo que se realizó a los 15 minutos, los EE.UU confirmaron el ADN del líder yihadista.
Baghdadi nació en 1971 como Ibrahim Awwad Ibrahim Al-Badri en la ciudad iraquí de Samarra. Su padre se dedicaba a la enseñanza del Corán.
Estudió recitación coránica en la Universidad Saddam de Estudios Islámicos en Bagdad y se unió a la Hermandad Musulmana, un movimiento panárabe que se basa en el establecimiento de estados respaldados por la ley islámica, que algunos gobiernos prohibieron.
Noticieros y libros han rastreado su radicalización hasta la invasión estadounidense de Irak en 2003, para derrocar al hombre fuerte iraquí Saddam Hussein. Baghdadi se unió a las milicias sunitas para luchar contra la ocupación estadounidense. En 2004, fue encarcelado en Camp Bucca.
“Muchos de los 24 000 reclusos en Bucca eran árabes sunitas que habían prestado servicio en fuerzas militares y servicios de inteligencia de Saddam”, dice un informe de 2015 elaborado por el centro de investigación Brookings Institution en Washington, D.C. “Cuando Saddam cayó, también cayeron ellos, como consecuencia de la purga estadounidense de baasistas y la nueva ascendencia de la mayoría chiita en Irak, luego de años de opresión. Si no eran yihadistas cuando llegaron, lo eran cuando se fueron”.
“Baghdadi terminaría siendo la bomba más explosiva de ese arsenal”, indicó, “ fue el hombre responsable de gran parte de la conflagración que envolvería a la región menos de una década después”.
Cuando liberaron a Baghdadi, tenía medios para comunicarse con sus compañeros de cárcel: habían intercambiado sus números de teléfono en el elástico de sus ropas interiores.
Estableció lazos con al-Qaida en Irak, pero muchos de los reclusos de Bucca se convertirían en figuras importantes de Estado Islámico en Irak, y Baghdadi se convirtió en su líder en 2010, cuando los cabecillas del grupo murieron en un ataque aéreo.
Un año después, el grupo se extendió a Siria a medida que se apoderaba de más territorios, incluyendo Raqqa y, finalmente, Mosul en 2014, donde dio su único discurso televisado en la Gran Mezquita de la ciudad. A través de mensajes de audio, se dirigió a los seguidores de Estado Islámico en 2015, 2016 y 2017.
Su último audio de advertencia a los simpatizantes de Estado Islámico fue en septiembre de 2019.