Como señaló el medio internacional alemán DW, hasta hace pocos años las corporaciones chinas eran relativamente desconocidas en Latinoamérica, pero sus inversiones directas en la región han promediado alrededor de USD 10 000 millones por año desde 2010, y esto tiene un fuerte efecto perjudicial en el medio ambiente, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de la Organización de las Naciones Unidas.
Mónica Núñez Salas, profesora adjunta de Derecho Ambiental de la Universidad del Pacífico en Lima, Perú, escribió recientemente un informe para la Universidad Internacional de Florida, titulado Las inversiones de China y el uso de la tierra en Latinoamérica, donde advierte que la región mantiene su papel de proveedor de recursos naturales a China “a un alto costo para su ecología y las comunidades locales. El aumento de la demanda de materias primas afecta los recursos naturales y a las poblaciones locales, en un momento en que el cambio climático hace más urgentes las prácticas de sostenibilidad”.
Agricultura, minería y perforación
En una entrevista con DW, Rebecca Ray, una de las autoras del informe China en América Latina: Lecciones para la Cooperación Sur-Sur y el Desarrollo Sostenible, afirma que “en los últimos 10 años China ha triplicado su importancia como destino de las exportaciones latinoamericanas, pasando del 3 al 9 por ciento. Pero estas exportaciones no son como las demás: Casi el 90 por ciento de las exportaciones latinoamericanas a China corresponden a la agricultura, la minería o la perforación, en comparación con aproximadamente la mitad de las exportaciones latinoamericanas al resto del mundo”.
Ray explica además que “en términos ambientales esto significa que, en promedio, las exportaciones latinoamericanas a China tienen una huella ambiental mucho más pesada que sus otras exportaciones: utilizan el doble de agua y producen un 12 por ciento más de gases de efecto invernadero”.
Los proyectos chinos de minería e infraestructuras también generan daños ambientales duraderos. Los bancos chinos apoyan proyectos rechazados por las instituciones multilaterales por sus riesgos ambientales y sociales, como la presa Coca-Codo Sinclair en Ecuador, o en países con problemas de crédito como Venezuela, informó el laboratorio de ideas de política exterior y relaciones internacionales estadounidense Council on Foreign Relations.
Aunque la demanda china de materias primas ha impulsado el crecimiento económico regional, también ha fomentado la excesiva dependencia de sus socios comerciales de la extracción de recursos naturales, a expensas de actividades de mayor valor añadido. Muchos países comprometen voluntariamente sus propias normas medioambientales, sociales y de gobernanza, para atraer la inversión china.
“Debido a la debilidad de las instituciones de la región, la creciente influencia de China también puede facilitar la corrupción y aumentar los riesgos para la seguridad de los recursos y los intereses nacionales de los países”, advirtió la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad Estados Unidos-China en su informe anual de 2021 al Congreso de los Estados Unidos.