Durante los últimos 15 años, la disposición de la República Popular China (RPC) para conceder miles de millones de dólares en préstamos en Latinoamérica creó la percepción de que el país gasta recursos ilimitados para atraer aliados en una región donde los Estados Unidos tiene históricamente una influencia significativa.
Mucho menos visibles son los esfuerzos regionales concertados de la RPC para remodelar la arquitectura de la cadena de suministro comercial, los sistemas cibernéticos y de telecomunicaciones y los mercados, para que dependan de las tecnologías, las normas y el hardware chinos en beneficio del país a largo plazo y en perjuicio de los EE. UU. Para apoyar esta estrategia, la RPC desarrolló una creciente maquinaria mediática patrocinada por el Estado, que ahora tiene una mayor presencia que todos los medios de comunicación occidentales combinados en el hemisferio. Los elementos de la estrategia llaman a:
- Adquirir puertos, servicios eléctricos e instalaciones de exploración espacial en Sudamérica. Estos hitos proporcionan a la RPC el acceso al Polo Sur, establecen su experiencia en el desarrollo de infraestructuras, marcan la pauta en las licitaciones en curso para el desarrollo de redes 5G, y cambian las rutas comerciales regionales a través del proyecto de dragado del río Paraná.
- Ampliar la vigilancia mediante proyectos de “ciudades seguras”. Estas iniciativas proporcionan a los gobiernos capacidad de vigilancia para luchar contra la delincuencia en las zonas urbanas, pero la infraestructura de datos da a la RPC acceso en tiempo real y sin filtros a cantidades masivas de datos e inteligencia. Los acuerdos tecnológicos que amplían el 5G y la infraestructura de Internet también dan a la RPC el dominio regional en línea durante la próxima década. Los regímenes autoritarios utilizan la tecnología de las ciudades seguras para reprimir la disidencia interna.
- Acceso a puertos estratégicos y control de territorios en Centroamérica. La RPC tiene un nuevo acceso al Canal de Panamá y a la zona franca de Colón. En El Salvador, la RPC negoció el control de un puerto, compró una isla y requirió un control económico privilegiado en aproximadamente el 15 por ciento del territorio nacional.
Ampliar el alcance del conglomerado mediático estatal Xinhua. Esto ayuda a la RPC a impulsar una narrativa antiestadounidense y a presentar su presencia como benévola.
En toda la región la estrategia de la RPC aumenta el apoyo a los regímenes autoritarios, relacionados con lo que se conoce como la Empresa Criminal Conjunta Bolivariana (ECCB) –una red de empresas aliadas, estructuras regionales e individuos históricamente vinculados que operan en todo el mundo–, y otros gobiernos populistas antidemocráticos. También mejora la vigilancia utilizada para el control político y la represión, aumenta las actividades criminales organizadas transnacionales patrocinadas por la RPC, aumenta la corrupción y la impunidad, y reduce la rendición de cuentas. Estos acontecimientos erosionan la confianza en el proceso democrático, socavando fundamentalmente las instituciones democráticas, el Estado de derecho y la estabilidad en el hemisferio occidental.
Enfoque en los préstamos basados en productos básicos

La ampliación del alcance económico de China (2010-2015) en Latinoamérica se centró en los préstamos basados en productos básicos. China se enfocó primero en Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela, países bajo el dominio político de la ECCB. De los USD 137 000 millones otorgados por los principales bancos prestamistas de la RPC entre 2005 y 2020 más del 90 por ciento se destinó a esos países, desglosados de la siguiente manera: Venezuela (USD 62 200 millones), Brasil (USD 29 700 millones), Ecuador (USD 18 400 millones) y Argentina (USD 17 100 millones).
Estos países comparten tres características que los convierten en objetivos atractivos para el programa de préstamos de China. En primer lugar, cada uno de ellos tiene abundantes materias primas y mercados nacionales para los productos manufacturados chinos; y en segundo lugar cada uno tiene acceso limitado a las instituciones de crédito internacionales. Para reducir el riesgo financiero los préstamos estaban vinculados a materias primas como el petróleo, que en los casos de Venezuela y Ecuador fueron especialmente inconvenientes y con el tiempo onerosos. Además, como cada uno de los principales países prestatarios tenía el poder de decisión centralizado en la persona del presidente, había poca supervisión en cuanto a la viabilidad de los proyectos o la sostenibilidad a largo plazo.
En Venezuela, Nicolás Maduro negoció directamente con inversores chinos proyectos de obras públicas a gran escala. En Ecuador, el entonces presidente Rafael Correa firmó siete proyectos hidroeléctricos. A pesar del auge económico de la década de 2010 muchos proyectos acabaron fracasando, paralizándose o deshaciéndose a raíz de las controversias suscitadas por las condiciones laborales, los contratos excesivamente caros, los retrasos en la entrega de los proyectos, la degradación medioambiental y otros problemas de sostenibilidad.
COVID-19 desempeñó un papel importante
Tras esta serie de reveses la RPC redefinió sus prioridades en Latinoamérica. Los préstamos políticos administrados desde el Banco de Desarrollo de China y el Banco de Importación y Exportación de China se redujeron significativamente desde 2015, y en 2020 China no concedió ningún préstamo nuevo.
Si bien el 2020 puede verse como una irregularidad debido a la pandemia de COVID-19, los dos años anteriores a la pandemia también muestran una disminución significativa de la financiación. La nueva estrategia de China no abandona las inversiones y los préstamos en marcha, sino que reorienta los nuevos recursos hacia la creación de una infraestructura hemisférica que utilice normas, reglamentos, sistemas y nodos de la cadena de suministro dependientes de la tecnología china. Un foco importante son las redes eléctricas de la región, donde la RPC compró directamente o invirtió miles de millones de dólares en los proveedores de electricidad existentes en Argentina, Brasil, Chile y Perú, con inversiones eléctricas menores en otros países.
En esta fase la RPC ha cambiado las inversiones externas, muy populares durante la primera fase, por inversiones directas extranjeras específicas. Esto da a China el control directo de los puertos regionales, los puntos de estrangulamiento de las vías navegables, el transporte urbano, la generación eléctrica y la construcción de cables interoceánicos. También amplía el control de la RPC sobre los sectores de alta tecnología como el hardware y los estándares de telecomunicaciones, la tecnología de vigilancia, los servicios de conectividad a Internet y los servicios de teléfonos inteligentes.
Esta atención constante a las inversiones tecnológicas y a las infraestructuras permite a la RPC establecer reglamentos, normas y condiciones operativas en amplias áreas estratégicas. Una vez establecidas, estas redes impulsarán los grandes datos y el comercio hacia Beijín. Esta infraestructura será extremadamente difícil de reemplazar una vez establecida.
La nueva estrategia de múltiples niveles implica un compromiso descentralizado con los actores, incluidos los gobiernos locales, las empresas y los individuos, que promueven directa o indirectamente los objetivos de la RPC. Estas entidades desarrollan vínculos económicos, dan forma a la imagen pública de China, y en algunos casos promueven directamente los intereses políticos del gobierno central.
Los embajadores de la RPC en cada país, normalmente a través de un departamento del Comité Central del Partido Comunista Chino (PCC), facilitan estos esfuerzos de divulgación más amplios. Dado que los acuerdos subnacionales resultantes no son de Estado a Estado, suelen pasar desapercibidos y no se denuncian.
Apuesta por el dominio económico y tecnológico

Como señaló un académico chino en 2018, la RPC reconoce que la competencia de las grandes potencias es ahora más una competencia de diseño de sistemas y de elaboración de normas, que de una competencia a escala de mercado. A medida que las industrias tecnológicas avanzaron hacia una mejor calidad e interoperabilidad el enfoque de China en Latinoamérica cambió a la integración de sistemas, la captura de ventajas de mercado, y el establecimiento de estándares tecnológicos.
El enfoque amplio y estratégicamente integrado de las inversiones de China se extiende por todo el Cono Sur. Los proyectos abarcan Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Las inversiones se centran en Argentina como socio estratégico, y en Chile como base estable de oportunidades de inversión a través de la Cámara de Empresas Chinas en Chile. Los esfuerzos estratégicos de China en la región se centran en aspectos críticos de control y acceso a la infraestructura regional y tecnológica.
Pero Panamá es la joya de la corona de la RPC en Latinoamérica, dada la importancia geoestratégica del Canal de Panamá, la Zona Franca de Colón, y el estatus de Panamá como centro bancario mundial. Tras ganar el control de ambos lados Atlántico y Pacífico del canal, a través de Hutchinson Whampoa, Ltd., en 1997, la RPC ocupa ahora una posición dominante en un punto vulnerable de la cadena de suministro mundial.
La decisión del Gobierno de Juan Carlos Varela de romper los lazos con Taiwán y reconocer a Beijín en junio de 2017 fue una victoria de la RPC. La decisión de Panamá también fue un golpe para los EE. UU., teniendo en cuenta el histórico control estadounidense del Canal de Panamá, y su papel como socio económico y de seguridad más importante de Panamá.
El “envolvimiento estratégico” de la RPC en Panamá incluye ahora: La adhesión a la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda, asegurar el control continuo del Canal, la expansión de los bancos chinos, el aumento de las empresas de telecomunicaciones chinas, y la influencia en la política interna. La RPC pagó al expresidente Varela USD 143 millones en “subvenciones” gubernamentales no públicas, y facilitó un acuerdo de USD 38 millones para que la empresa de licores de Varela vendiera productos en China, a cambio de cambiar el reconocimiento diplomático de Taiwán a Beijín. Esto demuestra la falta de transparencia de la RPC, que aparece en otros casos importantes de infraestructura donde las empresas de la RPC están relacionadas con importantes irregularidades financieras.
Creciente esfuerzo chino por configurar los medios de comunicación
A medida que el PCC cambiaba su estrategia de inversión, el compromiso de poder blando de la RPC se desplazó hacia la expansión de la presencia de los medios de comunicación chinos y la difusión de los Institutos Confucio en todo el hemisferio. La “política de salida de los medios de comunicación” oficial de 2007 recibió la orden de “contar bien la historia de China” en Latinoamérica, “proporcionar una alternativa al discurso de los medios de comunicación occidentales y presentar la perspectiva de China sobre los principales asuntos y acontecimientos internacionales”.
Los Institutos Confucio se centran en los intercambios culturales, la enseñanza del chino y el compromiso local, y pasaron de seis en dos países latinoamericanos en 2012, a 39 en 20 países en 2017, y a 39 en 25 países en 2020. Estos institutos “profundizan las relaciones entre la región y China, aumentando el valor del área geográfica de influencia de la región y del idioma común”.
Uno de los mayores y más importantes medios encargados de “contar bien la historia de China” en Latinoamérica es Xinhua Español, el servicio de noticias en español de propiedad china que ofrece contenidos y un servicio de noticias tradicionales por cable, programación televisiva, un canal de YouTube y plataformas de medios sociales. Aunque no se dispone de información actualizada, en 2016 Xinhua tenía 21 oficinas en 19 países de Latinoamérica, y afirmaba tener 200 suscriptores de medios regionales y otros 200 suscriptores no mediáticos, en su mayoría ministerios gubernamentales que reciben el servicio de noticias en forma gratuita.
Los esfuerzos de poder agudo de la RPC, bien financiados y en curso, no llegan a la confrontación militar directa, pero van más allá del ámbito tradicional del poder blando. Esto supone un conjunto de retos de varios niveles para los EE. UU. y sus aliados regionales, donde el coste de no participar en este teatro regional será elevado.
Vínculos de los EE. UU. con la región
A pesar de los avances de la RPC, los EE. UU. conservan importantes capacidades para contrarrestar estos avances y mantener su posición como principal socio preferencial en el hemisferio. Esto debe comenzar con un esfuerzo enfocado de mensajería persistente y coordinado, que proporcione información precisa para cambiar la narrativa hacia una discusión del verdadero costo de la participación de la RPC.
Los EE. UU. tienen muchos vínculos con la región que la RPC no puede duplicar, reproducir o reemplazar. El primero son las comunidades de la diáspora latinoamericana en los EE. UU., que se cuentan por decenas de millones, sin que haya comunidades comparables en la RPC. El segundo es que las remesas de dólares de estas comunidades de la diáspora a sus países de origen ascienden a decenas de miles de millones de dólares al año (USD 6000 millones sólo en El Salvador, en 2020), lo que supone un apoyo directo a las familias que la RPC no puede siquiera pretender. Estos dos factores, además de la historia hemisférica compartida, proporcionan profundos lazos culturales y económicos que superan con creces lo que China puede esperar ofrecer, y pueden utilizarse para cambiar el enfoque político en el hemisferio.
Con el tiempo, las acciones de la RPC en áreas estratégicas tendrán un impacto significativo en el desarrollo tecnológico continuo, la recopilación de datos masivos, la interoperabilidad y el procesamiento en la “nube”. De igual importancia es el hecho de que estos esfuerzos probablemente marginarán simultáneamente los esfuerzos de los EE. UU. para construir instituciones democráticas, fortalecer el Estado de derecho y combatir la corrupción. La falta de transparencia general de la RPC, su modelo autoritario y su desprecio por la rendición de cuentas de sus socios comerciales o funcionarios gubernamentales, contradicen los intereses estratégicos de los EE. UU. en el hemisferio. Comprometerse con esos países, y al mismo tiempo con las comunidades de la diáspora y los medios de comunicación, podría ayudar a revertir esta marginación.
* Douglas Farah es profesor visitante en el Centro de Investigación Estratégica (CSR en inglés) del Instituto de Estudios Estratégicos Nacionales de la Universidad de Defensa Nacional. También es el presidente de IBI Consultants, una empresa de consultoría de seguridad nacional. Marianne Richardson es coordinadora de investigación para IBI Consultants y la Universidad de Defensa Nacional. Su trabajo se centra en la migración, los sistemas transnacionales y las finanzas.
** Este artículo es una adaptación de la publicación original en Strategic Perspectives Series del Institute for National Strategic Studies de la National Defense University.
Editor de la serie: Denise Natali