La Mayor de la Fuerza Aérea Colombiana Ligia Alexandra Medina Gómez, estudiante del Curso de Estado Mayor (CEM) 2021 de la Escuela Superior de Guerra (ESDEG) General Rafael Reyes Prieto, declaró a Diálogo que “las mujeres que estamos en el CEM marcamos la diferencia. Nuestro profesionalismo y capacidad no está ligado al género, sino a la preparación que tenemos en las diferentes áreas. En cualquier cargo, lo que importa es el profesionalismo y el carácter para asumir los retos”.
La ESDEG prepara a los oficiales superiores de las Fuerzas Militares de Colombia y oficiales extranjeros que estudian los cursos de CEM, Altos Estudios Militares y de Información Militar, exigidos como requisito para ascender a los grados de brigadier general o contralmirante, y de teniente coronel o capitán de fragata.
“Al inicio del curso se sintió algo de choque doctrinal entre los participantes, pero a medida que avanzamos se cambiaron los paradigmas con respecto al papel de las mujeres en las instituciones militares. Después de ver nuestras capacidades y experiencia, el cambio de actitud fue sorprendente”, dijo la Mayor Medina.
12 entre 322
Ella es una de las 12 oficiales que realizan el CEM, de un total de 322 alumnos. El curso, de duración de un año, aceptó mujeres militares por primera vez en 2018. Las Fuerzas Militares de Colombia tienen 10 133 mujeres de los 222 807 efectivos, según datos del Comando General.
“La participación de las mujeres en los diferentes procesos de la institución castrense ha aumentado, y es un elemento muy importante para el cumplimiento de los diferentes procesos que la misión institucional exige”, afirma el Mayor General del Ejército de Colombia Luis Mauricio Ospina Gutiérrez, director de la ESDEG.
El proceso de apertura de las Fuerzas Armadas de Colombia para la participación femenina en las funciones de defensa y soberanía data de 1976, cuando el Ejército autorizó el ingreso de mujeres al escalafón militar en la categoría de oficial del cuerpo administrativo.
“El respeto a la igualdad de derechos permite que las mujeres puedan incursionar en procesos de seguridad y defensa nacional, así como de formación en las fuerzas militares y en el contexto social. Los hombres y mujeres de nuestros componentes tierra, mar, río y aire, logran un trabajo conjunto propio de nuestra estructura organizacional, que llevan a optimizar los procesos formativos”, dice el May. Gen. Ospina.
El respeto a la igualdad de derechos permite que las mujeres puedan incursionar en procesos de seguridad y defensa nacional, así como de formación en las fuerzas militares y en el contexto social. Los hombres y mujeres de nuestros componentes tierra, mar, río y aire, logran un trabajo conjunto propio de nuestra estructura organizacional, que llevan a optimizar los procesos formativos”, Mayor General del Ejército de Colombia Luis Mauricio Ospina Gutiérrez, director de la ESDEG.
La Escuela
“La ESDEG me ha enseñado muchas cosas, en especial a pensar de manera más estratégica, y me ha abierto ese campo de posibilidades de poder conocer otros temas, y analizar en profundidad sobre mi aporte como militar y mujer a mi país”, dice la Capitán de Corbeta de la Armada Nacional Edith Lucía Fuentes López. “Estar en el CEM es una satisfacción muy grande y un logro realizado, pues es una meta que todo oficial se coloca durante su carrera”.
Además del personal militar, la ESDEG instruye a representantes de la sociedad civil en temas de seguridad y defensa, y es una escuela de postgrados con maestrías en Seguridad y Defensa Nacional, en Derechos Humanos y Derecho Internacional de los Conflictos Armados, en Estrategia y Geopolítica, y en Ciberseguridad y Ciberdefensa.
La ESDEG tiene 66 convenios de cooperación académica, de los cuales 35 son en Colombia y 32 con instituciones internacionales. “El tiempo y la experticia de la mujer colombiana demuestra que su liderazgo en las tareas militares es fundamental y esencial en cada uno de los escalones de sus carreras, además muchas de ellas son madres ejemplares que llevan con orgullo su familia, su cargo, grado y profesión”, agrega el May. Gen. Ospina.
Colombia tiene a la primera mujer vicepresidenta de la nación, Marta Lucía Ramírez, quien fue ministra de Defensa Nacional; y dos mujeres generales del Ejército Nacional: la Mayor General Paulina Leguizamón y la Mayor General Clara Galvis.
“Mi ascenso muestra la transformación de las Fuerzas Militares de Colombia. Es una transformación de una fuerza militar mucho más incluyente, más semejante a la sociedad actual nuestra, donde la mujer también juega un rol muy importante”, dice la May. Gral. Galvis, primera General Médico del Ejército Nacional, y la segunda mujer General de las Fuerzas Militares de Colombia.
Mayor General del Ejército de Colombia Clara Esperanza Galvis Díaz
“Es un orgullo poder estar en un espacio que inicialmente fue creado solo para el personal masculino. Alcanzar el máximo grado que podemos tener es un orgullo absoluto, pero también una responsabilidad orientada a que se sigan abriendo puertas, y a que lo que nosotras hagamos sea un ejemplo para que se puedan incorporar más mujeres en cargos de responsabilidad, y en estos grados que generan cambios”.
Así describe la May. Gral. Galvis, médico general y cirujana y directora general del Hospital Militar Central de Colombia, su dedicación por su profesión militar, quien tiene especialidades en Pediatría, Neonatología, Gerencia de Servicios de Salud y Auditoría Médica y en Docencia Universitaria, entre otros estudios.
“Estar dentro de las fuerzas necesita algo muy importante que es la pasión. Existe el compromiso y la disciplina, pero la pasión por lo que hacemos tiene que estar ahí y es la que nos identifica”, dice la May. Gral. Galvis.
Su padre, un militar de caballería del Ejército, fue su inspiración; pero fue su pasantía de estudios de medicina en el Hospital Militar atendiendo a pacientes militares, los que la acercaron a la realidad militar de Colombia, la que la motivó a integrarse al Ejército.
“Esta es una profesión que tiene algo muy especial y es que uno es visual y se proyecta en el tiempo. Es una carrera que tiene grados y nos permite crecer como profesionales, personas, y tener estabilidad familiar”.
Uno de sus grandes desafíos fue el “romper ese paradigma de que la mujer no puede estar en el contexto de las fuerzas militares, que somos más débiles, que no tenemos la fuerza, y demostrar que estábamos ahí para complementar esos perfiles que necesitaban la fuerzas militares con conocimiento, preparación y disciplina”.
La May. Gral. Galvis trabaja en políticas de género dentro de las fuerzas militares, con énfasis en el rol de la mujer y la prevención de la violencia.
“Hemos generado un espacio muy importante donde tenemos una oficina de género para ese manejo de mujeres, un observatorio que permite mirar qué ha pasado con las mujeres desde su regreso a la escuela, donde están ubicadas, si estamos utilizando bien su conocimiento y su perfil”.
Con una satisfacción muy grande por los logros alcanzados, la May. Gral. Galvis reafirma: “Ya no es un Ejército que habla de hombres y mujeres, sino que habla de perfiles y de capacidades.”
Mayor de la Fuerza Aérea de Colombia Ligia Alexandra Medina Gómez
“Las mujeres militares somos mujeres con carácter y responsables, que pertenecemos a instituciones castrenses que tradicionalmente tenían una doctrina muy arraigada, pero que han cambiado con el tiempo. Somos mujeres trabajadoras, que queremos servir a nuestro país”, dice la Mayor de la Fuerza Aérea de Colombia Ligia Alexandra Medina Gómez, administradora aeronáutica con especialización en mantenimiento aeronáutico y armamento.
Llegó a la carrera militar por “pura casualidad”, ya que asistía a una feria local, la cual contaba con exhibiciones sobre las Fuerzas Armadas. Su vida cambió desde ese momento. Se enlistó y aunque no aprobó la primera prueba física, persistió hasta que logró ser aceptada en la Fuerza Aérea.
Se adaptó al régimen disciplinario, a las largas horas de estudio, los arduos entrenamientos y trabajos. “Estoy muy orgullosa de mi fuerza. Me ha dado todo, mi carrera, mi capacitación para asumir los cargos que he desempeñado y hasta conocí a mi esposo”, dice sonriendo. “Con todo lo aprendido en la parte operativa y administrativa he crecido a nivel profesional y personal, y he formado el carácter y lo que soy hoy en día”.
La carrera cástrense la inició en la especialidad de defensa aérea. Fue oficial de vigilancia aérea, asesora de la sección de planes y reglamentos, jefe de la sección de estadística, y comandante del elemento de control de armas, entre otras funciones. Pasó a la especialidad de mantenimiento aeronáutico y asumió los cargos de planeación y planes y programas de mantenimiento. Antes de iniciar los estudios de la ESDEG ocupó el cargo de jefe del Aérea Contractual de la Agencia de Compras.
“Hay un cambio institucional de género, fundamental para el desarrollo de procesos, en una institución donde todos son iguales y tienen capacidades individuales y colectivas”, dice al recordar los retos afrontados en su carrera militar. “Todos los cargos son importantes, vitales y contribuyen al éxito de las operaciones”.
“Las fuerzas militares son la mejor profesión del mundo. Tener esa vocación de servicio, de servirle a Colombia, de entregar todos los días un grano de arena como parte del trabajo que se realiza para que se lleven a cabo operaciones de todo tipo, en cualquier rincón del territorio colombiano, es algo que enriquece”.
Capitán de Corbeta de la Armada Nacional Edith Lucía Fuentes López
“Me apasionan los retos. Se me dio la oportunidad en 1999, cuando la Armada Nacional permitió por primera vez que las mujeres estudiáramos ingeniería naval, o hiciéramos estudios en la especialidad de superficie. Dos de mis sueños se convirtieron en realidad, ingresar a la Armada y ser ingeniera naval”.
Es la historia de la Capitán de Corbeta Edith Lucía Fuentes López, quien se gradúo de la Escuela Naval de Cadetes Almirante Padilla en diciembre de 2003, como la primera mujer oficial ingeniera naval con especialidad en mecánica.
“Al principio la experiencia fue dura, porque es una rama que tiende a ser machista. Mis cuatro años de escuela estuve en un curso de solo hombres, y llegué a demostrar que pude ser el primer puesto de la clase sin necesidad de ninguna influencia, sino con solo mi trabajo y estudio”.
Su vocación militar surgió desde pequeña. A los 10 años de edad ya quería vestir el traje militar. Sus padres docentes la motivaban a escoger otras profesiones, ya que una mujer militar en la familia no era algo alentador para ellos. Al mostrar a sus padres la carta de aceptación a la Armada ellos le dijeron que la apoyarían, casi seguros que su hija volvería a casa en menos de un mes. Hoy están orgullosos de ella.
En su carrera militar ha sido jefe de División de Control de Averías, del buque de guerra clase multipropósito ARC Buenaventura, jefe de División de Control Automático de la Fragata Misilera ARC Caldas, y jefe del Departamento de Ingeniería del Comando de Guardacostas del Caribe, entre otras asignaciones.
“Usted no va a poder con esto, se lo estoy diciendo ya mismo”, recuerda una de sus primeras experiencias como jefe, donde tenía a cargo un grupo de suboficiales, varios de mayor edad, que nunca habían tenido a una mujer como jefe. Para ella, cada cargo asumido ha sido un desafío propio. “Aquí la jefe soy yo. Un buen liderazgo se demuestra con hacer las cosas bien y demostrarlo con ejemplo. He tenido que abrir un campo donde por primera vez ha estado una mujer al frente”.
En el 2006 tuvo la oportunidad de ser invitada, cuando participaba en el ejercicio multinacional PANAMX, a navegar en un buque chileno, donde querían contar con la experiencia de tener una mujer a bordo.
Por su desempeño, liderazgo, entereza de carácter y compromiso con la institución, ha recibido varias condecoraciones, entre ellas el premio “Nuestro orgullo” en la categoría operacional, por haber sido seleccionada como la mejor Oficial de la Fuerza Naval del Caribe.
“Las fuerzas militares han cambiado. Ya no nos ven a las mujeres como un problema sino al contrario, nos ven como una oportunidad. Quiero dejar un trayecto de carrera impecable y llegar a ser almirante, ese podría ser el legado que puedo dejar a las mujeres de la Armada”.