La captura se realizó en la comunidad de Ixiamas, en el departamento de La Paz fronterizo con Perú. Las autoridades identificaron una pista clandestina y un laboratorio de lavado y reciclaje de pasta base de cocaína que permitieron el hallazgo de la aeronave y la droga.
El helicóptero, con matrícula de Brasil, transportaba ocho bultos conteniendo marihuana y cuatro sacos de pasta base de cocaína. Según las autoridades, el valor total del golpe, incluido el helicóptero, fue de USD 750 000.
Es la primera vez que unidades antidroga lideradas por la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico de la Policía Nacional de Bolivia incautan un helicóptero utilizado para transportar droga. Entre 2017 y 2018, el gobierno dijo haber capturado a 38 avionetas clandestinas utilizadas en el puente aéreo del narcotráfico.
“Es un nuevo modus operandi, es una utilización de otra tecnología de carácter aéreo para el trasiego de droga, que en este caso es el helicóptero”, dijo a la prensa el ministro de Gobierno de Bolivia Carlos Romero. El helicóptero de marca Robinson R44 tiene capacidad de volar por encima de los 4000 metros y de cubrir distancias de más de 500 kilómetros.
Bolivia y Perú comparten una extensa frontera de 1047 km, y según el Informe de la Estrategia Internacional de Control de Narcóticos 2019 del Departamento de Estado de los EE. UU., Bolivia es una de las zonas principales de tránsito de cocaína peruana y es el tercer país productor mundial de la droga.
“Es indudable que hay por lo menos dos puentes aéreos que se han establecido entre Brasil, Perú y Bolivia. Uno en el norte amazónico y otro en el sur de la Amazonia”, dijo Romero a la prensa. “Por los materiales que se han colectado en el laboratorio se puede establecer que la droga ha sido trasladada de la zona del VRAEM, en Perú, en condición de sulfato de cocaína, y que el laboratorio que se había instalado [en el norte de Bolivia] era un laboratorio de procesamiento”, añadió.
Franklin Alcaraz, especialista boliviano en temas de narcotráfico, dijo que las alianzas delictivas multinacionales operan sobre todo en regiones donde los gobiernos no tienen capacidad institucional de sentar presencia y menos de hacer cumplir la ley. El norte de Bolivia y el sur de Perú son zonas extensas y prácticamente sin control, afirmó Alcaraz.
“Si a ello sumamos que en Bolivia se ha expulsado a la Agencia Antidroga de los Estados Unidos, la capacidad de intercambiar información entre gobiernos es sumamente limitada, favoreciendo todo esto a los delincuentes”, dijo Alcaraz, ex director del Centro Latinoamericano de Investigación Científica de Bolivia que estudia el consumo de droga en el país.
A mediados de 2018, Bolivia comenzó a utilizar, en etapa de prueba,13 radares de industria francesa que permitirán una cobertura del espacio aéreo. “Aun así no se resolverán los vuelos ilegales que se dan modos para evadir los radares aéreos, pero sin duda va a ayudar muchísimo”, afirmó Romero. En el mismo período, el gobierno anunció la implementación de una política de control a las naves aéreas bolivianas para su monitoreo en tiempo real con la lectura de todo el historial de la nave.
Alcaraz considera que la coordinación con Brasil y Perú es esencial para luchar contra el narcotráfico y los grupos criminales transnacionales, “pero el gobierno boliviano de [presidente] Evo Morales no demuestra interés en construir esas alianzas internacionales”, concluyó.