El Gobierno boliviano a través de su empresa Yacimientos de Litio y la compañía china Xinjiang TBEA-Group Baocheng, constituyeron a finales de septiembre una asociación para la instalación de nuevas procesadoras de carbonato de litio, ahora en los salares de Pastos Grandes y Coipasa, departamentos de Potosí y Oruro, con una inversión de USD 2400 millones. El acuerdo establece que Bolivia tendrá el 51 por ciento de las acciones y que las procesadoras iniciarán operaciones en 2021.
“[Queremos] ayudar a la industrialización de las empresas como la metalurgia y la química, y ayudar a realizar el sueño energético e industrial de Bolivia”, dijo a la prensa el embajador chino Liang Yu. “Para el 2025 China va a necesitar 800 000 toneladas de litio anuales”.
El proyecto chino incluye la construcción de cinco plantas que producirán 146 000 toneladas anuales de litio metálico, hidróxido de litio, ácido bórico, bromuro puro y bromuro de sodio, muestra un video del Ministerio de Energías de Bolivia. El litio, un polvo blanco-plateado fino, localizado sobre todo en salmueras (agua con altas concentraciones de sal), es usado en la fabricación de baterías recargables para dispositivos electrónicos y vehículos eléctricos, manufactura de cerámica, vidrio y producción de aluminio.
“La asociación con China no va a cambiar el panorama de Bolivia. Este tipo de acuerdos solo tiene beneficios en un solo sentido y es para el que tiene la tecnología; no tiene retorno económico-social para la población”, dijo a Diálogo Daniel Pou, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en República Dominicana. “Donde hay litio y depósitos de bauxita, bases de las nuevas tecnologías, está la voracidad de China por dominar el suministro de estos elementos como parte de su estrategia global y de crecimiento”.

“Con el [control del] 63 por ciento del mercado de baterías, China es el principal consumidor de carbonato de litio en el mundo”, dijo la profesora de la Universidad de Antofagasta Ingrid Garcés al diario chileno El Clarín. El Gobierno boliviano asegura que el país posee 21 millones de toneladas métricas del metal alcalino, con lo que Bolivia tendría la reserva de litio más grande del planeta.
“El Gobierno debe hacer públicos los estudios de evaluación de impacto ambiental de la explotación del litio”, indica el Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (OCMAL) en su sitio web. “La minería del litio inevitablemente contrae un impacto socio-ambiental. La extracción de litio en los lagos salados andinos y en los salares de Uyuni, Atacama y del Hombre Muerto, entre otros, se traduce en el uso de químicos tóxicos, en la salinización del suelo y del agua, en la contaminación del aire, en la pérdida de biodiversidad y sobre todo en el desequilibrio del sistema hidrológico de la región”.
Cada año salen al mercado nuevos productos que utilizan baterías. Desde autos eléctricos que viajan cientos de kilómetros con una sola carga hasta motosierras tan poderosas como las versiones que funcionan con gasolina. Pero ese crecimiento genera preocupaciones de que el suministro mundial de litio, corazón de muchas de las nuevas baterías recargables, puede agotarse eventualmente, asegura el OCMAL.
“Si el mundo quiere tener un número significativo de vehículos eléctricos en 2030 es necesario dar prioridad a las alternativas al litio”, concluyó Pou. “Las baterías basadas en sodio y potasio, elementos más comunes en el planeta, podrían tener una vida más larga, menor contaminación y menor costo que las basadas en litio, son una mejor alternativa”.