Al abordar mi vuelo en Bogotá, Colombia, para regresar a los Estados Unidos el 14 de marzo de 2020, después de participar en el ejercicio conjunto Colombia-Estados Unidos Vita, en la península de la Guajira, comenzó a manifestarse la realidad de cómo la pandemia del COVID-19 iba a afectar nuestras vidas durante el próximo año. Al regresar a Miami, donde era el Comandante Militar Adjunto del Comando Sur de los EE. UU. (USSOUTHCOM), me dirigí directamente a mi casa para iniciar una cuarentena de 14 días, de acuerdo con las nuevas políticas del Departamento de Defensa (DOD), para los viajeros que volvían del extranjero. Fue la primera de las muchas adaptaciones que haríamos en los próximos meses.
En mayo de 2019, poco después de asumir el mando en USSOUTHCOM, el Almirante de la Marina de los EE. UU. Craig Faller estableció tres líneas de esfuerzo principales para guiar nuestras actividades: fortalecer las asociaciones, contrarrestar las amenazas y construir nuestro equipo.1 Menos de un año después la pandemia nos puso a prueba en las tres áreas.
Uno de los grandes puntos fuertes del USSOUTHCOM es la red de socios comprometidos y dispuestos en la región. Trabajamos estrechamente con ellos mientras guiamos toda la actividad militar de los Estados Unidos en gran parte de Latinoamérica y el Caribe. Somos vecinos y amigos que compartimos valores, vínculos e intereses comunes. Nuestra vecindad no sólo es rica en recursos naturales, sino que también se ve acosada por muchos desafíos de larga data y varios problemas emergentes.
Aunque actualmente no hay ningún conflicto armado entre los países de la región, es una de las zonas más violentas del planeta; en gran parte alimentada por organizaciones criminales transnacionales y por antiguos problemas estructurales y sociales. Según un estudio mundial sobre homicidios realizado en 2019 por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, la tasa de homicidios intencionales en Centroamérica y Sudamérica es cuatro veces superior a la media mundial.2 Las organizaciones criminales transnacionales, especialmente virulentas y con mucho dinero, buscan constantemente ampliar su comercio letal mediante la extorsión, la corrupción, la intimidación y la violencia. Estas acciones, a su vez, erosionan el poder y la legitimidad de los gobiernos locales, estatales y federales, reduciendo su capacidad para combatir este flagelo.
Un factor cada vez más perturbador de la seguridad regional y una faceta creciente del entorno estratégico de Latinoamérica y el Caribe es la competencia entre grandes potencias. Tanto la República Popular China (RPC) como Rusia tratan de influir en las condiciones del hemisferio occidental para favorecer sus propios intereses nacionales, con frecuencia a expensas de los países de la zona. El Partido Comunista Chino ejerce su influencia económica para generar influencia política en toda la zona.3 La Iniciativa de la Franja y la Ruta, iniciada en 2013 y que no existía en la región antes de 2017, se ha expandido rápidamente con 19 de 31 naciones que se han adherido a ella.4 La flota pesquera china de aguas lejanas,5 la mayor del mundo, merodea por las aguas de la región, invadiendo las zonas económicas exclusivas con un apetito voraz, y amedrentando a los países que se atreven a quejarse de estas prácticas económicas depredadoras.6 Esta pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, está comenzando a captar la atención del mundo; la Guardia Costera de los Estados Unidos ha publicado recientemente su perspectiva estratégica y su visión para combatir la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, y muchos países están empezando a alzar la voz –y a organizarse– para proteger sus valiosos recursos marítimos y pesqueros de esta depredación arrasadora.7
En USSOUTHCOM nos referimos a todos estos elementos juntos como un círculo vicioso de amenazas en funcionamiento. Con este telón de fondo estratégico regresé a Miami el pasado mes de marzo, me refugié en mi casa durante las siguientes semanas con sólo mi Internet de casa y el equipo de comunicaciones que había llevado a Colombia, y comencé el primer teletrabajo prolongado de mi vida. El USSOUTHCOM se embarcó rápidamente en una serie de retos en cascada para ayudar a nuestros socios en la región y hacer frente a las crisis médicas y humanitarias provocadas por el COVID-19, al tiempo que aprendía a operar en este nuevo entorno y a mantener la línea contra estas otras amenazas.
Primeros desafíos
El 15 de marzo, al día siguiente de mi regreso de Colombia, el Almirante Faller convocó a una reunión de altos dirigentes, a la que me conecté desde casa con mi teléfono móvil del trabajo. Discutimos los posibles impactos del COVID-19 en nuestra gente y misión, con un enfoque en las actividades a corto y medio plazo. Nos exhortó a centrarnos en tres áreas: la protección de la salud de las fuerzas, las misiones esenciales, y el mantenimiento de comunicaciones fiables. El USSOUTHCOM nos impulsó hacia niveles más altos de teletrabajo durante las siguientes semanas, mientras instituíamos un ritmo constante y sostenible de actualizaciones y de reuniones de decisión.
El USSOUTHCOM tiene gran experiencia en la gestión de crisis, sobre todo en catástrofes naturales, por lo que ya disponíamos de un proceso de reuniones virtuales distribuidas que permitían recopilar información, mostrarla y actuar en consecuencia. Sólo necesitábamos adaptar ese marco al entorno de la pandemia del COVID-19, y asegurarnos de que era lo suficientemente sólido para una fuerza de trabajo que ahora es mayoritariamente teletrabajadora. La Dirección de Operaciones del Comando (J3) activó rápidamente nuestro Equipo de Acción en Crisis para que sirviera de eje central de coordinación del mando, y demostraron ser los jugadores estrella de nuestro equipo, trabajando 24 horas al día, siete días a la semana durante el siguiente medio año, para garantizar nuestro éxito. La Dirección de Comunicaciones (J6) también hizo milagros en lo que respecta al hardware y al software, para garantizar que contáramos con los equipos y programas adecuados para la transición a un entorno de teletrabajo eficaz. Como líder de mayor rango que teletrabajaba en el comando en ese momento, pude proporcionar información rápida sobre lo que funcionaba bien y lo que no, desde mi escaso equipo de comunicaciones en casa.
Además de asegurarnos de que podíamos mantener las comunicaciones entre nosotros, uno de nuestros retos inmediatos era regresar a las fuerzas militares estadounidenses a sus unidades de origen desde los lugares de despliegue avanzado. La Fuerza de Tarea Conjunta Bravo (JTF-Bravo en inglés), que estaba en Colombia realizando el ejercicio que yo observaba en marzo, detuvo el ejercicio y devolvió a su personal, helicópteros y equipos, a su base principal de operaciones en Honduras. Dado que muchos países de la región estaban comenzando a cerrar sus fronteras fue un reto encontrar lugares intermedios donde pudieran detenerse para reabastecerse. La estrecha coordinación entre las embajadas de los Estados Unidos y los funcionarios del gobierno del país anfitrión allanó el camino para recuperar a todo nuestro personal y equipo en los lugares asignados.
Sin embargo, el creciente número de cierres de aeropuertos y fronteras en muchos países nos llevó a nuestro siguiente gran reto, que fue ayudar a la repatriación de ciudadanos estadounidenses de regreso a los Estados Unidos. Las embajadas de los Estados Unidos en la región se vieron desbordadas por las peticiones de ayuda de miles de estadounidenses que buscaban el camino de regreso a casa. Recibimos llamadas telefónicas directamente en el cuartel general y en otros lugares del Departamento de Defensa preguntando por la disponibilidad de aviones militares para llevar a los ciudadanos estadounidenses de regreso a los Estados Unidos. A finales de marzo y principios de abril, utilizando el transporte aéreo militar disponible y oportuno, evacuamos rápidamente de Honduras a un equipo de fútbol femenino estadounidense, así como a ciudadanos estadounidenses desde Perú, Colombia y muchos otros países de Latinoamérica.8
La Dirección de Logística del USSOUTHCOM (J4) elaboró rápidamente una hoja de cálculo para hacer un seguimiento de todas las aeronaves militares estadounidenses y de las misiones de transporte aéreo que entraban, pasaban o salían de la región. Estábamos en contacto diario con el Comando de Transporte de los Estados Unidos y el Comando de Movilidad Aérea de las Fuerzas Aéreas, para asegurarnos que teníamos la información más actualizada. Uno de los principales retos y limitaciones de la utilización del transporte aéreo militar oportuno fue que el avión tenía que permanecer en su ruta programada, lo que significaba que no siempre aterrizaba en una base militar con presencia permanente de la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de los Estados Unidos, para recibir y tramitar a los ciudadanos estadounidenses de regreso a su país. Cada movimiento requería una amplia coordinación con el Departamento de Seguridad Nacional para garantizar que las personas pudieran pasar por la aduana, ser examinadas para detectar factores de salud y síntomas del COVID-19, y luego ser transportadas de forma segura a sus lugares de destino. Tras dos complicados traslados a un remoto aeródromo del noroeste de Florida, que requirieron de una intensa coordinación entre el Departamento de Estado, Seguridad Nacional, el Departamento de Defensa y otros, yo sabía que necesitábamos más ayuda y un proceso mejor y más ágil para ayudar a nuestros conciudadanos a volver a casa.
A finales de marzo llamé a Ulrich Brechbuhl, mi compañero en Pinnacle, que entonces era consejero del Departamento de Estado, para hablar de cómo podíamos integrar mejor nuestros esfuerzos.9 Me indicó el Grupo de Trabajo de Repatriación del Departamento de Estado, dirigido por el embajador Ian Brownlee. Este grupo de trabajo se creó el 19 de marzo de 2020, como un elemento de la Unidad de Coordinación de la Respuesta Global al Coronavirus.10 Se encargó de poner en práctica los métodos más eficientes para identificar a los ciudadanos estadounidenses que querían regresar a los Estados Unidos, ponerlos en contacto con la embajada de los Estados Unidos en ese país, y luego trabajar para llevarlos a casa. Los aviones militares se sustituyeron rápidamente por el transporte aéreo contratado por el Departamento de Estado, que finalmente devolvió a decenas de miles de nuestros conciudadanos a los Estados Unidos.11
Mientras el esfuerzo de repatriación tomaba forma y se normalizaba el USSOUTHCOM continuó con sus otras misiones esenciales, una de las cuales recibió un gran impulso en atención y recursos el 1.º de abril de 2020. El Departamento de Defensa tiene desde hace tiempo la misión reglamentaria de detectar y vigilar el flujo aéreo y marítimo de drogas ilegales hacia los Estados Unidos.12 Un componente subordinado del USSOUTHCOM, la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial Sur (JIATF-Sur en inglés), lleva décadas cumpliendo esta función de forma discreta y eficaz. La JIATF-Sur está compuesta por personal militar, de inteligencia, y de las fuerzas de seguridad de todo el Gobierno de los Estados Unidos, con oficiales de enlace de más de 20 países, para ayudar a coordinar e integrar las operaciones antidroga en toda Latinoamérica y el Caribe.
Esfuerzos antinarcóticos intensificados durante el COVID-19
El 1.º de abril de 2020, el presidente Donald Trump anunció un esfuerzo antinarcóticos intensificado para garantizar que las organizaciones criminales transnacionales no aprovecharan la crisis del COVID-19 para transportar más de su producto letal a los Estados Unidos.
Con buques, helicópteros, aviones y personal adicionales, el USSOUTHCOM mantuvo un ritmo rápido de operaciones antinarcóticos durante toda la primavera, verano y otoño de 2020. Otros países también intensificaron su ritmo. La República de Colombia continuó con su serie de exitosos esfuerzos de lucha contra el narcotráfico conocidos como Operación Orión, cooperando con otros países de la región y centrándose en gran medida en las rutas de tránsito de droga en el océano Pacífico oriental. Desde principios de abril hasta mediados de mayo, la Operación Orión V logró desarticular o incautar 50 toneladas métricas de cocaína y detener a 150 personas implicadas en el tráfico ilegal de estupefacientes, según el presidente colombiano Iván Duque Márquez.13 De acuerdo con la Oficina de Asuntos Públicos del USSOUTHCOM hasta la fecha, desde el 1.º de abril de 2020, este esfuerzo internacional ha dado como resultado la incautación o desarticulación de más de 453 500 kilógramos de cocaína, más de 68 000 kg de marihuana y la detención de más de 1200 presuntos contrabandistas de drogas.
El USSOUTHCOM y la JIATF-Sur siguieron colaborando estrechamente con sus aliados y socios en el Caribe, con importantes contribuciones del Reino Unido, Francia, los Países Bajos, Canadá, Jamaica y la República Dominicana. Cada interceptación en el mar implicaba también la posibilidad de encontrar individuos que podrían ser positivos al COVID-19. Nosotros y nuestros socios tuvimos que asegurarnos de contar con equipos de protección personal, así como implementar procedimientos para aislar a cualquier detenido infectado que fuera aprehendido por tráfico de estupefacientes.
A principios de abril, el USSOUTHCOM recibió el control operativo del USS Kidd, procedente de la región Indo-Pacífica. Varios días después se detectó un brote del COVID-19 a bordo del buque y se envió rápidamente al USS Kidd un equipo con capacidad para realizar pruebas rápidas para dar una respuesta inicial. Regresamos al barco y a su tripulación a la Marina, para que pudieran navegar hasta San Diego y dominar el brote allí. Con varios días de navegación desde Centroamérica hasta San Diego, la Marina proporcionó asistencia adicional con el USS Makin Island, para escoltar al USS Kidd hasta el puerto.14 Este incidente puso de manifiesto la necesidad de garantizar la disponibilidad de pruebas rápidas para nuestras fuerzas desplegadas en la vanguardia, lo que se convirtió en una prioridad máxima para el USSOUTHCOM, especialmente con el acceso limitado a los equipos de pruebas durante los primeros días y semanas de la pandemia.
También teníamos la necesidad de realizar pruebas del COVID-19 para nuestro personal militar desplegado en la región. La Unidad N.º 6 de Investigación Médica de la Armada, en Lima, Perú, nos prestó seis de sus sistemas de pruebas BioFire para que pudiéramos examinar al personal sintomático y determinar su estado de COVID-19. Enviamos equipos de pruebas a las bases de Honduras, El Salvador y Bahía de Guantánamo, en Cuba, donde teníamos los grupos más grandes con personal militar estadounidense.
Las pruebas y el rastreo se convirtieron en dos aspectos importantes de nuestras medidas escalonadas de protección de la fuerza COVID-19. Dependiendo en gran medida de los “propietarios” de nuestro servicio de cualquier base o instalación que albergara a nuestras fuerzas, el acceso a las pruebas en las primeras semanas y meses de la pandemia del COVID-19 se convirtió en algo esencial para proteger al resto de nuestro equipo. Junto con un proceso diligente de rastreo de contactos para determinar cualquier trato cercano del personal positivo al COVID-19, pudimos evitar cualquier brote sustancial del COVID-19 entre nuestras fuerzas.
Continuación de la cooperación en seguridad y ventas militares en el extranjero en condiciones del COVID-19
Entre las muchas misiones esenciales del USSOUTHCOM estaba continuar proporcionando asistencia de seguridad a nuestros países asociados durante el momento álgido del COVID-19. Inicialmente, nuestros eventos de entrenamiento y ejercicios presenciales se redujeron considerablemente, al igual que la entrega de equipos de ventas militares en el extranjero.
Uno de los primeros éxitos en la continuación de la entrega de suministros y equipos fue la transferencia del primer buque patrullero costero a la República Dominicana a mediados de marzo. Este buque fue diseñado para dotar a determinados países asociados con la capacidad para llevar a cabo operaciones marítimas antinarcóticos más allá de sus costas. El USSOUTHCOM colaboró estrechamente con el Departamento de Estado, la Agencia de Cooperación en Seguridad de Defensa y la Oficina del Programa Internacional de la Armada, para mantener en marcha este contrato de seis buques. Aunque el contratista pudo transportar el buque a la República Dominicana el 18 de marzo, tuvo que retrasar la entrega en el puerto final hasta julio, debido a las condiciones sanitarias en la región. Para el 13 de julio, el barco estaba en su ubicación permanente de operación, y el contratista había comenzado a entrenar a las fuerzas militares de la República Dominicana en el uso del barco y sus equipos.
Asistencia a la crisis médica y humanitaria del COVID-19
Mientras todo esto ocurría, empezamos a escuchar las señales de demanda de nuestros países asociados y de las embajadas de los Estados Unidos en la región, para proporcionar asistencia humanitaria a nuestros socios. El Equipo de Asistencia Humanitaria (J7/9), acostumbrado desde hace tiempo a entrar en acción durante las crisis y los desastres, desarrolló rápidamente un proceso para identificar y aprobar proyectos de asistencia humanitaria (HAP en inglés) de coste mínimo, utilizando los fondos de acción humanitaria, asistencia en casos de desastre y acción cívica en el extranjero (OHDACA en inglés), de nuestro comando de combate.
El Pentágono respondió rápidamente otorgando al USSOUTHCOM y a todos los demás comandos de combate regionales más autoridad fiscal para aprobar proyectos por su cuenta, elevando el umbral de coste mínimo de los proyectos de USD 15 000 a USD 30 000, luego a USD 50 000 y finalmente hasta USD 75 000, sin tener que volver al Pentágono para la aprobación de cada proyecto. Financiamos rápidamente proyectos que proporcionaban equipos de protección personal en casi todos los países de la región, incluyendo desinfectantes para las manos, productos de higiene y otros suministros que se necesitaban desesperadamente en hospitales, ministerios de salud y otras instituciones médicas civiles.
La oficina del subsecretario de Defensa para la Estabilidad y los Asuntos Humanitarios (DASD SHA en inglés) del Pentágono, conservó la autoridad para aprobar proyectos superiores a USD 75 000 y nosotros también presentamos muchos de ellos: rápidamente fueron identificados y financiados hospitales expedicionarios de campaña, generadores de oxígeno, ventiladores y muchos otros tipos de proyectos de apoyo médico para salvar vidas.
El USSOUTHCOM suele recibir cada año unos USD 20 millones en fondos de la OHDACA, para ayudar a sus socios a hacer frente a la gran variedad de necesidades humanitarias en toda la región, que van desde la ayuda en casos de huracanes hasta incendios forestales, desprendimientos de tierra, tsunamis, terremotos, erupciones volcánicas y muchos otros escenarios difíciles. A diferencia del financiamiento estándar de operaciones y mantenimiento, que por lo general debe gastarse en el mismo año fiscal en que se asignó, los fondos aprobados de la OHDACA son válidos durante dos años. Pero en julio, habíamos gastado casi todos nuestros fondos del año fiscal 2019/2020 y estábamos agotando nuestros fondos del 2020/2021, y la temporada de huracanes apenas había comenzado.
En julio, durante una de nuestras reuniones semanales del Grupo de Trabajo COVID-19 con el secretario adjunto de Defensa David Norquist, pregunté si parte del financiamiento del Departamento de Defensa a través de la Ley de ayuda, alivio y seguridad económica contra el coronavirus, podría reprogramarse en fondos de OHDACA. Una vez más, el Pentágono actuó rápidamente sobre esta solicitud, y con el apoyo del secretario adjunto Norquist y la subsecretaria en funciones de DASD SHA, la Sra. Stephanie Hammond, se reprogramaron USD 120 millones en fondos de OHDACA para el alivio global del COVID-19. La solicitud del USSOUTHCOM de USD 70 millones fue aprobada y financiada de los USD 120 millones.
Al mismo tiempo, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID en inglés) estaba proporcionando auxilio a gran escala en la región. El USSOUTHCOM coordinó sus esfuerzos con la USAID a través del equipo de país de cada embajada estadounidense. La embajadora Jean Manes, delegada civil del comandante, y nuestro equipo de asistencia humanitaria, elaboraron un registro diario de los esfuerzos de ayuda por el COVID-19 en la región, lo que nos permitió ver dónde se estaba suministrando el apoyo estadounidense e internacional.
Varios de nuestros embajadores estadounidenses en la región nos hablaron de la importancia y la eficacia de nuestros esfuerzos iniciales de asistencia humanitaria. En muchos casos, afirmaron que nuestras donaciones de HAP eran el único apoyo que podían ofrecer rápidamente a sus naciones anfitrionas. La República Popular China presionó desde el principio para prestar ayuda humanitaria en la región y sigue haciéndolo hasta la fecha. Al principio se trataba de una “diplomacia de la mascarilla”, que con el tiempo se transformó en una “diplomacia de la vacuna”. Si se les da a elegir, la mayoría de nuestros vecinos prefieren trabajar con los Estados Unidos, pero como le dijo un jefe de defensa al Almirante Faller, una persona que se está ahogando acepta un salvavidas de cualquiera. Los fondos de la OHDACA y los programas HAP permitieron a los embajadores y jefes de misión estadounidenses estar presentes y ayudar a sus socios y vecinos en momentos de gran necesidad.
Al entrar en el otoño e invierno de 2020, el USSOUTHCOM había apoyado más de 400 proyectos de asistencia humanitaria para nuestros vecinos, con valor de decenas de millones de dólares. El 24 de septiembre de 2020, el Almirante Faller viajó personalmente a Kingston, Jamaica, para participar con el embajador de los Estados Unidos en Jamaica Donald Tapia, en la ceremonia de donación y aceptación de un hospital de campaña expedicionario de 70 camas.
Respuesta a las catástrofes naturales durante el COVID-19
En noviembre, Centroamérica fue golpeada por dos grandes huracanes en menos de dos semanas. El 3 de noviembre de 2020, el huracán Eta llegó a la costa provocando inundaciones generalizadas y devastación en Nicaragua, Honduras, Guatemala, Panamá y El Salvador. La JTF-Bravo entró en acción, realizando rescates inmediatos para salvar vidas, y apoyando a la Oficina de Asuntos Humanitarios de USAID, en la coordinación de los esfuerzos de respuesta del Gobierno de los EE. UU. dirigidos por el director regional Tim Callaghan, ganándose su gratitud.15 Con muchas carreteras y puentes intransitables, los helicópteros CH-53 Chinook y HH-60 Blackhawk de la JTF-Bravo fueron invaluables en el rescate de personas atrapadas, mientras que entregaban suministros para salvar vidas, alimentos y agua a pueblos y comunidades aisladas.
La JTF-Bravo estableció sitios de operaciones de avanzada en Panamá y Guatemala, mientras operaba desde su base principal en Honduras; todo ello en apoyo de un esfuerzo de socorro más amplio del Gobierno de los Estados Unidos. Entonces, el 17 de noviembre, el huracán Iota tocó tierra a unos 24 kilometros de distancia de donde Eta había tocado tierra sólo dos semanas antes. En colaboración con el buque Mounts Bay, de la Flota Real Auxiliar del Reino Unido, la JTF-Bravo dirigió sus esfuerzos hacia la remota zona oriental de Honduras conocida como San Pedro Sula. Además de los países de Centroamérica ya muy afectados, dos islas colombianas situadas frente a la costa de Centroamérica –San Andrés y Providencia– sufrieron graves daños a causa de Iota. La JTF-Bravo continuó sus esfuerzos de ayuda en apoyo de la USAID, y el USSOUTHCOM también proporcionó apoyo adicional de transporte aéreo y marítimo a Colombia, para ayudar a la población de sus dos islas devastadas por la tormenta.
Al concluir el apoyo durante estas agitadas semanas de asistencia humanitaria para salvar vidas, las unidades del USSOUTHCOM habían volado en 277 misiones rescatando a más de 850 personas y entregando más de 453 500 kg de ayuda para salvar vidas, y lo hicieron sin registrar un solo caso de transmisión del COVID-19 en ninguna de las fuerzas militares estadounidenses que participaron en estos esfuerzos.16
¿Qué significa todo esto?
En conjunto, hay mucho que aprender de la experiencia del USSOUTHCOM durante los primeros 10 meses de la pandemia del COVID-19, de marzo a diciembre de 2020. Además de validar la capacidad del comando de combate para responder rápidamente incluso a la crisis más inesperada, estos acontecimientos pusieron de manifiesto la importancia de nuestras relaciones militares estadounidenses en la región, y la necesidad vital de seguridad nacional de mantenerlas y fortalecerlas. Trabajando estrechamente con las embajadas de los Estados Unidos y sus equipos en los países, junto con nuestros socios y aliados, el USSOUTHCOM pudo continuar con sus misiones esenciales para fortalecer a sus socios y contrarrestar las amenazas. De hecho, incluso en estas difíciles condiciones operativas, el USSOUTHCOM amplió la ejecución de sus misiones esenciales, como la lucha contra el crimen organizado transnacional, a la vez que iniciaba nuevas misiones de respuesta a las crisis para ayudar a los ciudadanos estadounidenses desamparados, entregar ayuda y esperanza a nuestros vecinos y socios en la región, y responder a las catástrofes naturales de los huracanes gemelos.
En el lado más preocupante, comprobamos la existencia y el crecimiento de la competencia entre grandes potencias en nuestro propio hemisferio. Aunque hace tiempo que conocemos el incremento de las actividades comerciales de la República Popular China con nuestros vecinos de la región, también vimos cómo se utilizaba cada vez más la influencia y la retórica de la RPC para reforzar su imagen y desacreditar a los Estados Unidos. Vimos cómo la RPC intentaba aprovechar sus relaciones económicas para obtener beneficios políticos, ya sea mediante la diplomacia de las mascarillas y las vacunas aparentemente vinculadas a sus esfuerzos globales de la Ruta de la Seda Sanitaria, o mediante la desinformación destinada a reforzar la imagen de China en la región, al tiempo que intentaba empañar la posición de los Estados Unidos entre nuestros vecinos.
Conclusiones
En una crisis, una buena decisión (o conjunto de decisiones) tomada con prontitud y energía puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso. Este fue ciertamente el caso del Comando Sur de los Estados Unidos a lo largo de 2020. No teníamos toda la información que hubiéramos querido sobre la naturaleza contagiosa del COVID-19, y la facilidad y rapidez con que se propagaba de un ser humano a otro. Tampoco teníamos toda la información que deseábamos sobre las consecuencias de la rápida propagación del COVID-19 y cómo cerraría repentinamente las fronteras, limitaría las reuniones y actividades en persona, y afectaría drásticamente a todas las acciones que habíamos planificado para el año siguiente. No obstante, actuamos con rapidez y decisión para trasladar a nuestro equipo fuera del espacio de trabajo físico y hacia el teletrabajo en la medida de lo posible, al tiempo que centrábamos rápidamente el comando en lo más importante: ejecutar con seguridad nuestras misiones más críticas.
La reducción deliberada de nuestras actividades a las tres áreas esenciales de aplicación de las medidas de protección de la salud de la Fuerza, el cumplimiento de nuestras misiones esenciales y el mantenimiento de la comunicación con todos los miembros de nuestro equipo y socios, tuvo un efecto clarificador inmediato a la hora de determinar lo que íbamos a hacer y lo que íbamos a posponer o cancelar. El Almirante Faller mantuvo este enfoque sin descanso durante los 10 meses siguientes, y permitió al USSOUTHCOM estar presente y ser persistente en el cumplimiento de su misión y su promesa duradera a nuestros vecinos de Latinoamérica y el Caribe.
Lo mismo puede decirse de nuestros colegas del Pentágono, del Departamento de Estado y de otros lugares de la comunidad interinstitucional e internacional: Se concentraron en responder a la velocidad de la relevancia, y lo hicieron. Hubo, por supuesto, algunos contratiempos y algunas salidas en falso. Eso es de esperar en cualquier crisis repentina y dinámica. Pero la concentración y la dedicación de nuestros cuarteles generales superiores a la hora de reunir a organismos dispares, determinar las necesidades y requisitos de la situación y, a continuación, dotar a los comandos de combate y a los organismos subordinados de los recursos y autoridades apropiadas para responder eficazmente a la velocidad de la crisis, fue algo realmente sin precedentes. Tanto yo como mis compañeros de equipo nos sentimos orgullosos de haber formado parte de un equipo tan eficaz, motivado y enfocado en los resultados.
Hasta el día de hoy sigo asombrado y agradecido por la flexibilidad, la resistencia y el compromiso del equipo del USSOUTHCOM durante este tiempo. Desde el cuartel general hasta nuestros comandos subordinados, pasando por nuestras oficinas de cooperación en materia de seguridad en primera línea, se comportaron con dedicación y distinción en condiciones difíciles e inciertas.
En última instancia, he llegado a la conclusión de que el COVID-19 no sólo es una emergencia médica y humanitaria que sigue requiriendo una respuesta inmediata, sino que también sigue siendo un entorno operativo en el que debemos seguir llevando a cabo nuestras misiones de la forma más eficaz y segura posible. El USSOUTHCOM tuvo éxito gracias a una acción temprana y decisiva y a nuestro compromiso y capacidad para trabajar con el amplio espectro de aquellos con los que nos asociamos en el DOD, la comunidad interagencial, con nuestros equipos de país en las embajadas de los Estados Unidos en toda la región y, por supuesto, con nuestros socios y vecinos que están dispuestos a trabajar con nosotros para abordar los muchos desafíos de seguridad que enfrentan todas las naciones del hemisferio occidental.
De manera alarmante esta crisis puso al descubierto el crecimiento silencioso, constante, y en gran medida no abordado, de la influencia económica y política de la RPC en nuestro propio vecindario. Reveló hasta qué punto China está utilizando su influencia económica para ampliar su poder político en nuestro hemisferio. Desde prácticas crediticias depredadoras y la financiación con trampa de la deuda, habilitada por la Iniciativa de la Franja y la Ruta, hasta flotas pesqueras voraces de aguas distantes que podrían devastar y despoblar las pesquerías marinas del hemisferio occidental, como han hecho en el Pacífico occidental, China está ejerciendo claramente su creciente poder económico y político para coaccionar a nuestros vecinos para que se pongan del lado de los resultados deseados por China. No debemos hacer la vista gorda ante la competencia que se desarrolla a nuestro alrededor en nuestro propio vecindario. No debemos jugar al ajedrez mientras la RPC juega al go. Debemos reconocer el juego a largo plazo como lo que es, y competir con una mentalidad y un enfoque estratégico igualmente a largo plazo.
* El Teniente General de las Fuerzas Aéreas de los EE. UU. Michael T. Plehn es el 17.º presidente de la Universidad de Defensa Nacional. Anteriormente ocupó el cargo de Comandante Militar Adjunto del Comando Sur de los EE. UU.
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresados en este artículo son los del autor. No necesariamente reflejan la política o posición oficial de ninguna agencia del gobierno de los EE. UU., la revista Diálogo o sus miembros.
Notas
- Estrategia del Comando Sur de los Estados Unidos: Enduring Promise for the Americas (Doral, FL: USSOUTHCOM, mayo de 2019), 5, disponible en <https://www.southcom.mil/Portals/7/Documents/SOUTHCOM_Strategy_2019.pdf?ver=2019-05-15-131647-353>.
- Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Estudio mundial sobre el homicidio 2019 (Viena, Austria: UNODC, 2019), 20. El estudio señala que la tasa mundial de homicidios en 2017 fue de 6,1 homicidios por cada 100 000 habitantes, mientras que la tasa en América fue de 17,2 homicidios por cada 100 000 habitantes. El estudio también señala que las tres subregiones con las tasas de homicidio más altas fueron América Central (25,9), América del Sur (24,2) y el Caribe (15,1).
- Consejo de Relaciones Exteriores, Independent Task Force Report No. 79, China’s Belt and Road: Implications for the United States (Nueva York: Council on Foreign Relations, 2021), 18.
- Ibídem, 14, 85.
- U.S. Coast Guard, Illegal, Unreported, and Unregulated Fishing Strategic Outlook (Washington, DC: USCG, septiembre de 2020), 14.
- Ryan C. Berg, China’s Hunger for Seafood Is Now Latin America’s Problem, Foreign Policy, 30 de octubre de 2020, disponible en <https://foreignpolicy.com/2020/10/30/chinas-hunger-for-seafood-is-now-latin-americas-problem/>.
- USCG, Illegal, Unreported, and Unregulated Fishing Strategic Outlook.
- USSOUTHCOM, SOUTHCOM Supports Transport of U.S. Citizens from Honduras to U.S., comunicado de prensa, 20 de marzo de 2020, disponible en <https://www.southcom.mil/News/PressReleases/Article/2120981/southcom-supports-transport-of-us-citizens-from-honduras-to-us/>.
- Pinnacle es un curso de alto nivel de una semana de duración que se imparte en la Universidad Nacional de Defensa para generales y almirantes de tres estrellas y altos ejecutivos del Departamento de Estado y otras agencias federales. Junto con el Sr. Brechbuhl, en mi clase de Pinnacle estaba el embajador Phil Goldberg, actual embajador de los Estados Unidos en Colombia.
- Michael Durbay, Coronavirus Global Response Coordination Unit, State Magazine, mayo de 2020.
- Embajador Ian Brownlee, Declaración ante la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, 21 de julio de 2020. El embajador Brownlee señaló que más de 110 000 ciudadanos estadounidenses y residentes permanentes legales fueron repatriados.
- El Código 10 de los Estados Unidos, Sección 124, establece: “Detección y vigilancia del tránsito aéreo y marítimo de drogas ilegales: El Departamento de Defensa será la agencia principal. (a) Agencia líder. – (1) El Departamento de Defensa será el único organismo principal del Gobierno Federal para la detección y vigilancia del tránsito aéreo y marítimo de drogas ilegales hacia los Estados Unidos”.
- International Naval Operation Nets 50 Tonnes of Cocaine in 45 Days, Reuters, 29 de mayo de 2020, disponible en <https://www.reuters.com/article/us-colombia-crime/international-naval-operation-nets-50-tonnes-of-cocainein-45-days-idUSKBN23531Z>.
- USS Kidd Commanding Officer Sends Thank You Letter to San Diego, U.S. Navy, 10 de junio de 2020, disponible en <<https://www.navy.mil/Press-Office/News-Stories/Article/2284120/uss-kidd-commanding-officer-sends-thank-you-letter-tosan-diego/>.
- Rachel Salpietra, JTF-Bravo Concludes Disaster Relief Efforts, Diálogo, 8 de diciembre de 2020, disponible en <https://dialogo-americas.com/articles/jtf-bravo-concludes-disaster-relief-efforts/#.YR-luo5Kjxh>.
- Infografía del USSOUTHCOM, Hurricanes Eta & Iota Humanitarian Assistance, al 9 de diciembre de 2020.