La vicepresidenta colombiana Marta Lucía Ramírez advirtió a la prensa en diciembre de 2019, que Colombia sufre una ola de ataques de desinformación provenientes de Rusia y Venezuela. Ramírez explicó que mediante troles (mensajes negativos) en redes sociales se llama a la población a protestas violentas, que buscan desestabilizar al Gobierno de Iván Duque.
Estas denuncias coinciden con un informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos divulgado el 20 de enero por The New York Times. El reporte confirmó que Colombia es uno de los principales blancos de la desinformación rusa en la región, y que el Kremlin busca “sembrar confusión”, mediante las redes sociales.
“El interés de Rusia es sembrar desconfianza en los gobiernos democráticos en el mundo occidental y Latinoamérica no es la excepción. Desde la llegada de Vladimir Putin como presidente, Rusia ha emprendido una campaña amplia y sorprendentemente efectiva para expandir su alcance en nuestra región”, explicó a Diálogo Hugo San Martín, perito en Estudios Estratégicos y Seguridad Internacional, por la Universidad de Granada, España. “En el caso colombiano, es su proximidad con uno de sus socios en la región, Venezuela, la que incentiva a Moscú a asumir medidas agresivas”.
La posición estratégica de Colombia en Latinoamérica es otra razón para convertirse en blanco de los ataques de desinformación rusa. “Colombia es una potencia con un doble rol: es el único país sudamericano con costas en el mar Caribe y el Océano Pacífico. Además tiene influencia en Centroamérica”, comentó a Diálogo Carlos Murillo, experto en Relaciones Internacionales de la Universidad de Costa Rica. “Esto coloca a Bogotá en una posición privilegiada. Moscú entiende eso y requiere tener mayor presencia”.
Tanto San Martín como Murillo explicaron que las principales actividades rusas detectadas tienen que ver con la producción de noticias falsas generadas para la región por las cadenas rusas de desinformación.
“Existe evidencia publicada de que los medios rusos, reforzados por bots [programas que simulan el comportamiento humano], y cuentas falsas en redes sociales, llevan a cabo campañas de engaño; avanzan la agenda del Kremlin y actúan como actores clave en las operaciones de desinformación”, agregó Murillo.
Casos recurrentes
El fenómeno no se limita a Colombia, sino que se extiende a otras naciones de la región. “La desinformación es un método militar asimétrico e indirecto que Rusia utiliza en varios países. Es uno de los instrumentos principales de la estrategia rusa de influencia política, que ejecuta a través de medios de comunicación convencionales y redes sociales. La defensa del fraude electoral en Bolivia y la acometida hacia los gobiernos democráticos de Ecuador y Chile son una evidencia de la influencia rusa”, dijo San Martín.
“Analizando las imágenes y videos de los grupos de manifestantes en estos países vemos que tienen en común la destreza militar en su desplazamiento, movilización en escuadras, utilización de protectores y tubos para lanzar proyectiles a la policía, similares a los utilizados en algunas ciudades de Colombia en meses previos. El germen del odio es inoculado en la sociedad y [los rusos] esperan el momento oportuno para hacerlo estallar”, finalizó San Martín. “Rusia ve las operaciones de influencia como una actividad normal, ya que las utiliza internamente para suprimir la disidencia y controlar el pensamiento diferente. No solamente es un autoritarismo político, es un autoritarismo digital”.