La policía chilena está combatiendo el tráfico de drogas sintéticas en su país. Según datos del reporte Observatorio del Narcotráfico, Informe 2020, del Ministerio Público de Chile, en 2010 la policía civil incautó 2304 dosis de drogas sintéticas, mientras que en 2019 se decomisaron más de 1,6 millones de dosis.
“Estas drogas son más peligrosas, porque muchas de ellas son elaboradas de forma artesanal, y como la dosificación no es perfecta, una persona se puede intoxicar fácilmente”, dijo al diario digital chileno La Tercera el prefecto inspector Leonardo Torres, titular de la Jefatura Nacional Antinarcóticos y Contra el Crimen Organizado de Chile.
Durante 2020, los golpes a estructuras que movilizan este tipo de sustancias ilícitas también han sido constantes.
En marzo, la Brigada Antinarcóticos y contra el Crimen Organizado de Valparaíso publicó que desarticuló a una organización narcotraficante que mantenía un laboratorio de fabricación de drogas sintéticas; detuvieron a ocho personas e incautaron una máquina prensadora que producía de 30 a 40 pastillas de éxtasis por minuto. También incautaron dosis del alucinógeno ketamina.
“El hecho de que se pueden producir en pequeñísimas cantidades significa que existen menos riesgos en el proceso no solo de producción, sino de transporte, y genera para ellos [los narcotraficantes] altísimos rendimientos”, dijo a Diálogo Tania Molina, criminóloga y especialista en seguridad, egresada del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa William J. Perry.
Molina también considera que a futuro, el contexto de la pandemia de COVID-19 es otro elemento que podría impulsar el tráfico de este tipo de drogas en la región. “Una cosa es el narcotráfico antes de marzo, otra cosa es el narcotráfico en pandemia y lo que vendrá posterior a que salgamos del encierro”, comentó Molina. “Se va a optar más por drogas de esta naturaleza por precio, por logística, y porque es más fácil moverlas”.
¿Por qué Chile?
Eduardo Vergara, consultor chileno en narcotráfico y director ejecutivo de la Fundación Chile 21, una organización no gubernamental que promueve libertad y justicia social, explica que aunque el tráfico de drogas sintéticas no es nuevo, sí se está experimentado un incremento de la presencia y decomisos de este tipo de narcóticos.
“Chile es un país codiciado como mercado por dos razones: una es que el uso de drogas tiene que ver con que países que eran usualmente países de tránsito o que cumplían un rol de movimiento de drogas, pasaron a ser grandes países que generan demanda. Esto ha movido las rutas y los incentivos para no solamente producir, sino [consumir] diferentes drogas,” aseguró Vergara. “Por otro lado, el mercado chileno en particular se caracteriza por ser un mercado con alta capacidad de compra con una demanda que tiene capacidad de pago y que también se asocia con un mercado juvenil”.
De acuerdo con estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, de la ONU, Chile cerró 2019 como el país latinoamericano con el mayor Producto Interno Bruto (PIB) por persona, con USD 15 091; el PIB por persona de la región en 2019 fue de USD 8957.
Otro factor importante para comprender el fenómeno de las drogas sintéticas en Chile, según Vergara, es que las estructuras del narcotráfico se han modificado drásticamente.
“La forma convencional de mirar las estructuras de narcotráfico en Latinoamérica ha cambiado. Hemos pasado de los grandes cárteles de drogas, que principalmente se asentaban en Colombia y en México e incluso en países de Centroamérica”, dijo Vergara. “No solamente hay nuevas agrupaciones, sino que están más atomizadas, no dependen de estructuras jerárquicas y no dependen incluso de estructuras que están ligadas a criminales de gran escala. Esto hace que no solamente la producción, sino el movimiento de estas drogas no sea detectado de las formas convencionales”, finalizó.